Planteemos un escenario que parece tan probable como desconcertante. Imaginemos que la galaxia está repleta de vida y que, simplemente, no sabemos reconocer la vida extraterrestre. ¿Podría ser el caso? Puede que no sea tan descabellado como podría parecer…

¿Tenemos la capacidad de reconocer vida extraterrestre?

No es la primera vez que se plantea si seríamos capaces de reconocer la vida extraterrestre si la observásemos. En esta ocasión, es Peter Vickers, profesor asociado de Filosofía de la ciencia, en la universidad de Durham, quien se hace esa misma pregunta en esta interesante columna en la popular página Space. Sus argumentos no son muy diferentes a los que ya hemos podido leer en otras ocasiones. A saber, los descubrimientos accidentales de la radiación de fondo de microondas o la penicilina.

Traps del Decán, en India, al este de Bombay. Crédito: Wikimedia Commons/Nicholas

Así como el paisaje cambiante en algunos aspectos de la ciencia. Uno de los ejemplos más conocidos, probablemente, es el de la extinción de los dinosaurios. Un asteroide de unos 10 kilómetros de diámetro chocó con nuestro planeta, provocando su extinción. O, al menos, eso es lo que parecía ser la explicación correcta. Pero hubo científicos, como Gerta Keller, a quienes esa idea no les encajaba. Gracias al trabajo de esas personas, sabemos que el asteroide fue una parte de un todo más grande. No fue el único fenómeno.

Una gigantesca erupción, de los Traps del Decán, en la India, fueron un gran factor en una de las peores extinciones de nuestro planeta. Teniendo esto en cuenta, resulta lógico preguntarse si realmente es posible reconocer vida extraterrestre. A fin de cuentas se está buscando aquello que ya conocemos. Pero, ¿es posible que se esté centrando la atención demasiado en lo que se sabe que puede funciona? ¿Tanto como para llegar a no identificar las señales que apuntarían a la presencia de esas formas de vida?

Una cuestión delicada, por las corrientes no científicas

El mayor inconveniente de este tipo de debates, para bien o para mal, es que basta plantear la pregunta que encabeza este artículo para que, inmediatamente, una legión de creyentes en pseudociencias y supersticiones varias aseguren haber establecido contacto con diferentes civilizaciones extraterrestres. Cuando no, directamente, nos encontramos con escenarios más descabellados. Nada de eso resulta útil ni particularmente atractivo. Porque, eso hay que tenerlo claro, se debe mantener el método científico en mente.

El dilema de reconocer la vida extraterrestre
Imagen del radiotelescopio Green Bank. Crédito: NRAO/AUI

Es decir, lo que se plantee tiene que poder ser verificable por otros medios. Exactamente igual que sucedió con la idea de que el impacto de una gran erupción fuese responsable (total o parcial) de la extinción de los dinosaurios. No bastaba con afirmarlo, había que demostrar que esa erupción sucedió en el momento en el que se produjo el tremendo evento. Por tanto, a la hora de hablar de esta cuestión, es necesario tener claro que no se aboga por abandonar el método científico. Lo que se pide es no enfocar demasiado la atención.

A veces las ideas atípicas, pero que siguen el método científico, resultan ser la puerta a un descubrimiento que no se esperaba. Vickers, en su columna, defiende que sería recomendable estudiar el universo, al menos en lo concerniente a la búsqueda de vida extraterrestre, sin una teoría preconcebida. Sin pretender saber qué ejemplos tiene él en mente, a mí me viene uno a la cabeza que resulta de lo más típico. ¿Es posible que exista vida con una base completamente diferente a la nuestra? Es decir, sin base de carbono…

¿Una idea atípica para reconocer la vida extraterrestre?

La opción más evidente, en este caso, sería la del silicio. ¿Por qué no se busca vida basada en ese elemento? La respuesta es tan pragmática como sencilla y, quizá, bajo esta perspectiva, tremendamente errónea. La teoría dice que quizá sí, si las circunstancias son las correctas. Teniendo en cuenta siempre, eso sí, que en realidad todavía no se sabe qué es necesario para que aparezca la vida. Conocemos la receta de la vida en la Tierra. Pero, ¿es la única? Quizá resulte que sí, pero no se puede afirmar con rotundidad.

¿Seríamos capaces de reconocer la vida extraterrestre de Titán, si la tuviera?
Concepto artístico de la nave Dragonfly en Titán. Crédito: NASA/JHU-APL

Sin embargo, en el mundo real, los experimentos e investigaciones necesitan de un presupuesto. Ese presupuesto se puede asignar con objetivos de lo más pragmáticos: ¿qué fórmula sabemos que funciona? La de la vida basada en el carbono. Así que, entre una misión que plantea buscar más vida con la receta que ya sabemos cómo funciona, y otra que plantea buscarla con base en silicio, ¿cuál parecerá tener las mejores cartas para ganar? Una de esas recetas ha demostrado funcionar, la otra es una completa incógnita.

Lo irónico de todo esto, es que la reflexión de Vickers no es ni mucho menos descabellada. En las próximas décadas, gracias a la misión Dragonfly, se tendrá una mejor visión de cómo es Titán, el enigmático satélite de Saturno. Aunque parece poco probable, quizá permita descubrir que existe algún tipo de vida… Imaginemos, por un solo segundo, que se encuentra vida en el satélite. Sería completamente diferente a la nuestra, desarrollada en unas condiciones que, ni por asomo, se acercan a las que vemos en la Tierra…

¿Civilizaciones extraterrestres como la nuestra?

Podemos, asimismo, extender este mismo razonamiento a la posible existencia de otras civilizaciones en la Vía Láctea. Tenemos dos ejemplos muy populares. La escala de Kardashov y la esfera de Dyson. La primera es un intento de clasificar civilizaciones según la cantidad de energía a su alcance. En ella, nuestra civilización está apenas llegando al primer escalón. El criterio es tan simple como atractivo: cuanto más avanzada sea una civilización, más energía tendrá a su alcance y más compleja será su tecnología.

Concepto artístico de un anillo de Dyson. Crédito: Falcorian/Wikipedia Commons

Pero, ¿qué nos hace pensar que realmente fuese así? Es decir, ¿puede una civilización sentirse inclinada, realmente, a intentar disponer de toda la energía que emite su estrella? Una esfera de Dyson podría permitirlo y sería fácilmente identificable con nuestra tecnología actual. Pero ningún hallazgo parece encajar en su patrón. ¿Quiere decir esto que, por tanto, no hay otras civilizaciones en la Vía Láctea o que, por lo menos, no son más avanzadas que la nuestra? Quizá sí, o quizá estemos planteando soluciones humanos a problemas humanos.

Intentamos proyectar, en ese sentido, lo que nosotros hacemos a lo que otras civilizaciones deberían hacer. Pero, cabe recordar, en su momento se criticó la inclusión de una flecha en las placas de las sondas Pioneer, para indicar el planeta de procedencia. ¿El motivo? Otras civilizaciones quizá desconozcan el concepto de una flecha por no haber sido una sociedad de cazadores. ¿En cuántos otros aspectos podrían ser diferentes? A saber. Puede que, como dice Vickers, haga falta ser más flexible, sin perder la ciencia de vista.