Un nuevo estudio plantea que un gas del brócoli podría ser una herramienta ideal para buscar vida en exoplanetas. Por sus características, sería una biofirma muy interesante. Su duración en la atmósfera es breve, así que solo se podría pensar en la presencia de vida como explicación…
La importancia de un gas producido por el brócoli…
Un nuevo estudio plantea un concepto que, seguramente, a la mayoría de nosotros nos pasaría desapercibido cuando pensamos en la búsqueda de vida. Se trata de un gas, emitido por el brócoli (y otras plantas), que podría ser el indicativo más fuerte de la presencia de vida en un planeta. Concretamente, se trata del bromuro de metilo. Ha estado asociado con la vida de la Tierra desde hace mucho tiempo. Sucede de forma natural, a partir del proceso que permite que las plantas se defiendan. El proceso es conocido como Metilación.
Permite a las plantas expulsar contaminantes ajenos, como el bromuro. Para ello, se acopla una serie de átomos de carbono e hidrógeno, permitiendo que sea gasificado y pueda escapar al aire. El bromuro de metilo, en particular, es interesante desde el punto de vista de la astrobiología. Hasta principios de los 2000, se utilizaba como pesticida. Tiene importantes ventajas sobre otras posibles biofirmas si se detecta en la atmósfera de un exoplaneta. Una de las más destacadas, por raro que pueda parecer, es que su vida en la atmósfera de un planeta es breve.
Es una ventaja muy importante en el mundo de la búsqueda de exoplanetas. Porque, si se detecta, quiere decir que el proceso que lo genere, probablemente, siga activo. Es decir, su presencia no podría achacarse, simplemente, al resultado de algún proceso geológico que sucedió hace miles de millones de años. Es algo que sí se puede encontrar con otros compuestos. En ese sentido, es una biofirma muy completa. Por otro lado, es un gas cuyas fuentes son muy limitadas. Eso hace que sea un compuesto tremendamente atractivo…
Los orígenes del bromuro de metilo
Hay muy pocos procesos no biológicos que sean capaces de producir bromuro de metilo. Además, la mayoría de esos procesos ni siquiera son naturales. En la actualidad, es un compuesto químico considerado peligroso. No siempre ha sido así, y eso explica que en el pasado se utilizase como pesticida. El bromuro de metilo se empleaba en grandes cantidades, hasta que su uso se reguló al entender que podía tener consecuencias serias en la salud. Su espectro es otro punto que también resulta muy interesante en la búsqueda de vida extraterrestre.
La longitud de onda, al observar con un espectroscopio, está compartida con otra biofirma, la del cloruro de metilo. Es, también, un producto del proceso de metilación. La firma combinada de ambos elementos haría que fuesen mucho más fáciles de detectar desde una gran distancia. Ambos son, además, indicativos de la existencia de un proceso biológico. Es posible distinguir entre ambos porque el cloruro de metilo ya ha sido observado en torno a algunas estrellas. En esos casos, su origen probablemente fue de carácter inorgánico.
La capacidad de detectar bromuro de metilo tiene una particularidad interesante. En el caso de la Tierra, sería relativamente difícil detectarlo en su atmósfera desde otros lugares de la galaxia. Su nivel de concentración es lo suficientemente alto. Sin embargo, la luz ultravioleta del Sol provoca que las moléculas de agua, en la atmósfera, se separen en compuestos que lo eliminan. Así que no perdura durante mucho tiempo. Este, naturalmente, es un problema que solo atañe a estrellas similares al Sol. No es tan preocupante en torno a otras estrellas.
El gas del brócoli, y otras plantas, podría ser más abundante en torno a otras estrellas
Las enanas rojas son las estrellas, en secuencia principal, más abundantes del cosmos. Emiten menos energía en el espectro de radiación ultravioleta, que es el que puede romper la molécula de bromuro de metilo. Esto las hace todavía más atractivas porque ya sabemos que muchos astrobiólogos están centrando sus esfuerzos en las enanas rojas. Es posible que, con las herramientas adecuadas, se pueda detectar un aumento de la concentración de este compuesto en la atmósfera de planetas rocosos en la zona habitable de estas estrellas.
El inconveniente es que, en estos momentos, no hay ningún instrumento que esté preparado para una campaña de estas características. El telescopio James Webb no está preparado para detectar cantidades residuales de un elemento en la atmósfera de un exoplaneta. El panorama cambiará en los próximos años, con la entrada en funcionamiento de nuevos observatorios terrestres. Estos sí que tendrán esa capacidad y, a partir de ese momento, se convertirá en una posibilidad mucho más real. Aunque para ello habrá que esperar.
Será necesario aguardar unos años antes de poder lanzarse a la búsqueda de bromuro de metilo en las atmósferas de mundos alrededor de otras estrellas de la galaxia. Lo más importante es que, en definitiva, este estudio se suma a una lista, cada vez más larga, de posibles señales que podrían permitir la detección de vida más allá de nuestra estrella. Cuantas más herramientas tengamos, y más compuestos que estudiar, más fácil será que, en algún lugar, tarde o temprano, se detecte una señal lo suficientemente prometedora…
Estudio
El estudio es M. Leung, E. Schwieterman, M. Parenteau et al.; «Alternative Methylated Biosignatures. I. Methyl Bromide, a Capstone Biosignature». Publicado en la revista The Astrophysical Journal el 10 de octubre de 2022. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Universe Today