La misión ADRAS-J ya está en marcha. Así lo ha anunciado la empresa japonesa Astroscale. Su objetivo es inspeccionar la basura espacial que orbita en torno a nuestro planeta. El sistema busca llegar, incluso, a retirar basura espacial del entorno de nuestro planeta y ayudar a su limpieza…

ADRAS-J se va a encontrar con un viejo cohete…

La basura espacial es una de las grandes amenazas para la exploración espacial en las próximas décadas. No tanto para las misiones que vayan a otros lugares del Sistema Solar, que simplemente atravesarían la región. El auténtico problema, en realidad, es que esa región queda completamente inutilizada para, por ejemplo, el despliegue de nuevos satélites o, incluso, estaciones espaciales. A este fenómeno se le conoce como el síndrome de Kessler. En esencia, plantea algo que cada vez está más cerca de convertirse en realidad…

ADRAS-J, una misión para estudiar basura espacial
Esta animación muestra cómo podría cambiar el entorno de basura espacial si se toman las medidas adecuadas. Crédito: ESA

La basura espacial, como ya hemos mencionado en otras ocasiones, es el nombre que recibe todo aquello que está en la órbita de la Tierra y que no puede ser controlado. Esto incluye desde satélites fuera de servicio, y fases de cohete agotadas, a fragmentos de pintura (o incluso fragmentos metálicos) que orbitan alrededor del planeta. Todo esto es fuente de posibles colisiones, tanto entre sí como con satélites operativos. Cada colisión, a su vez, genera nuevos fragmentos y, por tanto, aumenta las posibilidades de nuevas colisiones.

El síndrome de Kessler plantea que, por tanto, llega un momento en el que las colisiones son inevitables y la órbita baja de la Tierra queda inutilizada por completo. Sería imposible desplegar un nuevo satélite, porque tarde o temprano sería golpeado por alguno de esos fragmentos. Así que, para evitar llegar a ese escenario, se está trabajando en atajar el problema. La compañía Astroscale está poniendo a prueba un concepto de retirada de basura espacial, utilizando un viejo cohete japonés, llamado H2A, que lleva 15 años en el espacio…

El cohete H2A como campo de pruebas

La Agencia Espacial Europea calcula que hay alrededor de un millón de piezas de basura espacial (de satélites y cohetes) con un tamaño superior a un centímetro. Suficiente para poder dejar fuera de servicio a una nave operativa. ADRAS-J responde a las iniciales de Active Debris Removal by Astroscale-Japan (eliminación activa de basura espacial por Astroscale, Japón). La nave se encontrará con los restos del cohete H2A. La sonda fue lanzada el domingo, 18 de febrero, desde Nueva Zelanda, y todo se está desarrollando bien.

Desde Astroscale explicaban que han establecido contacto con la nave y que está lista para comenzar sus actividades. Lo interesante es que la segunda fase del cohete H2A legó al espacio en 2009. Tiene un tamaño parecido al de un autobús y no se sabe cuál es su ubicación exacta. Es decir. el primer trabajo de ADRAS-J será el de encontrar la nave. Para ello, utilizará datos de observación desde la Tierra, determinando la zona estimada de su ubicación. Después, ADRAS-J se acercará, manteniéndose a una distancia segura.

Desde allí, recogerá imágenes para analizar el movimiento y estado de la estructura. ADRAS-J es la primera nave de este estilo (o así lo asegura la compañía) y fue seleccionada por JAXA, la Agencia Espacial Japonesa, para la primera fase de un programa que busca lograr retirar grandes fragmentos de basura espacial, cuyo origen sea japonés. Lo hará en colaboración con compañías privadas. La basura espacial se está acumulando desde el inicio de la Era Espacial. Poco a poco, se han acumulado fragmentos de cohetes y restos de colisiones…

Un problema que cada vez recibe más atención

En las últimas décadas, sin embargo, este problema se está agravando. Especialmente con la llegada de más compañías privadas y una mayor cadencia de lanzamientos. Por lo que, para evitar que el síndrome de Kessler se convierta en realidad, se están desarrollando sistemas de todo tipo. Se ha planteado, por ejemplo, utilizar un láser para empujar estos objetos hacia una órbita nueva, que no resulte peligrosa. Astroscale está probando, literalmente, la estrategia de recoger la basura espacial y llevársela como si fuese un camión tirando de un tráiler.

La Tierra y la Luna vistas desde la cápsula Orión. Crédito: NASA

La idea es sencilla. La nave utiliza un imán para recoger y arrastrar satélites que ya no estén en funcionamiento. Los llevaría a una órbita todavía más baja, obligando a que reentren en la atmósfera de la Tierra y que, por tanto, se desintegren de manera segura. El lanzamiento de ADRAS-J, además, acompaña a otro éxito reciente del país asiático. El pasado sábado lanzaba con éxito su cohete H3. Algo que pone fin a años de retrasos y dos intentos de lanzamiento fallidos. Por lo que, en estos momentos, todo parecen ser buenas noticias.

A esto le podemos sumar, incluso, el triunfo de la sonda SLIM, que se encuentra en el polo sur de la Luna. Es la primera vez que una nave japonesa logra posarse con éxito en la superficie del satélite. Si bien es cierto que en el aterrizaje quedó inclinada, por lo que no puede desempeñar su misión tal y como se había concebido. Veremos cómo avanza el experimento de ADRAS-J, pero es una de las iniciativas más interesantes para asegurar que, con la llegada de más y más naves a la órbita baja de la Tierra, siga siendo una región utilizable…

Referencias: Phys