Una de las cosas más complicadas en astronomía es encontrar pistas sobre cómo eran las condiciones del universo en sus primeras etapas, justo después del Big Bang, cuando comenzaron a formarse las primeras galaxias. Ahora, puede que hayamos topado con nuestro particular gordo de la lotería…

Una cápsula del tiempo cósmica

Imagen del observatorio Kitt Peak. Crédito: Babak Tafreshi/National Geographic Creative

Imagen del observatorio Kitt Peak.
Crédito: Babak Tafreshi/National Geographic Creative

Un equipo de astrónomos ha descubierto una galaxia que parece haber permanecido prácticamente inalterada desde su formación poco tiempo después del Big Bang, tiene la metalicidad más pobre vista hasta el momento. Su estudio podría ayudarnos a entender las condiciones en el pasado más lejano, y ayudarnos a comprender cómo se formaron las primeras galaxias. En aquel momento, los únicos elementos presentes en el universo eran el hidrógeno y el helio, con muy pequeñas cantidades de otros elementos muy ligeros. Los elementos más pesados (a los que los astrónomos se refieren como metales) no se formaron hasta que el hidrógeno y el helio dieron lugar a la aparición de las estrellas, en las que se formaron nuevos elementos por medio de la fusión nuclear.

Así que los astrónomos miden la abundancia de metales en estrellas y galaxias para ver cuál es su evolución. En este caso, como lo que se está buscando es pistas sobre el origen del universo, lo que interesa es encontrar galaxias con muy poca metalicidad, es decir, que tengan una cantidad muy pequeña de elementos por encima del helio y el hidrógeno.

AGC 198691

Imagen de "Leoncino" (AGC 198691), una galaxia que apenas ha cambiado en 13.000 millones de años. Crédito: NASA

Imagen de «Leoncino» (AGC 198691), una galaxia que apenas ha cambiado en 13.000 millones de años.
Crédito: NASA

Los metales como el carbono, oxígeno y demás, se producen en el interior de las estrellas a lo largo de su evolución y son dispersados a través del espacio interestelar por las supernovas. Bajo el críptico nombre de AGC 198691 se esconde una galaxia a sólo 30 millones de años-luz de la Tierra, con una metalicidad extremadamente baja, tan sólo un 1,3% de la del Sol, una señal de que ha habido muy poca formación de estrellas desde que se formó.

Es una galaxia enana muy cercana a la Vía Láctea y encaja muy bien en el aspecto que los astrónomos creen que debieron tener las galaxias poco después de formarse, antes de que tuviesen tiempo de enriquecer su entorno, por medio de las supernovas, y alcanzar los niveles de metalicidad que vemos en los sistemas galácticos que nos rodean. Es decir, hemos dado con un laboratorio a la vuelta de la esquina que nos podría permitir entender mejor las condiciones después del Big Bang.

Para que te hagas una idea, es una galaxia enana muy, muy pequeña, con sólo 1.000 años-luz de diámetro y compuesta por apenas unos pocos millones de estrellas, que forma muy lentamente. Todavía está comenzando a utilizar el material que adquirió tras el Big Bang y es la galaxia con la luminosidad más baja de todas las que hemos observado hasta el momento. Una galaxia típica como la Vía Láctea, por contra, tiene un tamaño 100 veces mayor y contiene entre 100.000 y 400.000 millones de estrellas.

La galaxia se encuentra en la constelación Leo Minor, así que ha recibido el sobrenombre de Leoncino. Para analizar la luz de la galaxia, se han utilizado los telescopios del Observatorio Nacional Kitt Peak, en Tucson, y el Observatorio MMT en el Monte Hopkins, ambos en Arizona, con los que han podido determinar su metalicidad. Esta pequeña galaxia es el hogar de algunas estrellas azules que parecen haberse formado recientemente.

Las observaciones continuarán

Este tipo de galaxias con una metalicidad tan baja es extremadamente raro, así que los investigadores ya están buscando realizar nuevas observaciones con diferentes instrumentos, incluyendo el telescopio Hubble. Si podemos entender mejor estas galaxias, tendremos una base más robusta para poder detectar galaxias aun más pobres en metales con las próximas generaciones de observatorios.

Habrá que permanecer atentos los próximos meses y años a los posibles hallazgos que se puedan realizar en este pequeño laboratorio que está tan cerca (en términos cósmicos) de nosotros. El paper de este descubrimiento ha sido publicado en el Astrophysical Journal.

Referencias: IFLScience, New Scientist