Aunque hoy en día es comúnmente aceptada la hipótesis de que la extinción de los dinosaurios fue provocada por el impacto de un meteorito (que dejó como huella en nuestro planeta el cráter de Chicxulub), siempre ha habido algunos detalles difíciles de explicar sobre su desaparición…
La meseta del Decán
Desde los años 80 hay cada vez más evidencias que apoyan que el responsable del final del reinado de los dinosaurios (hace unos 65 millones de años) fue un meteorito. Sin embargo, por si solas, las consecuencias de un impacto de esas características no eran suficientes para explicar la extinción observada. De ahí que, con el paso del tiempo, surgiese otra idea en la que apoyarse, una serie de erupciones volcánicas gigantescas, que sucedieron durante cientos de miles de años antes de la colisión, y que dieron lugar a la formación de lo que hoy conocemos como las traps del Decán, en el oeste de India.
Esta meseta ígnea está formada por diferentes capas de rocas volcánicas con un espesor de más de dos kilómetros de profundidad y una extensión de 500.000 kilómetros cuadrados. Quizá sea difícil poner en perspectiva el tamaño de una región así, pero baste decir que España tiene una extensión muy parecida, unos 505.000 kilómetros cuadrados para comprender las dimensiones de aquella erupción.
Los efectos de un fenómeno de estas dimensiones se dejaron notar en todo el planeta. La erupción debilitó y acabó con muchas especies, que fueron rematadas cuando llegó el impacto del asteroide. Hay bastantes evidencias de que fueron necesarios ambos eventos para acabar con los dinosaurios (exceptuando a las aves prehistóricas) y el 75% de las especies que poblaban nuestro planeta en aquella época.
Más evidencias
Ahora, un nuevo estudio viene a dar más solidez a esta idea. Un grupo de científicos ha encontrado dos golpes de calor, en las temperaturas de los océanos, que se corresponderían con los momentos de las erupciones volcánicas y el impacto del meteorito. Del estudio se desprendería que los efectos provocados por un cambio climático a escala global fueron los responsables de la extinción en masa.
Los científicos examinaron las conchas de los bivalvos que vivieron en la Isla Seymour, cerca de la península de la Antártida, en aquella época. Escogieron ese lugar porque la isla data de antes del momento del impacto (al que los geólogos denominan límite Cretácico Paleógeno y que suele abreviarse como límite K/T o límite K-Pg) y contiene una gran cantidad de fósiles de aquella época. Los depósitos acumulados allí permiten hacer un examen continuado antes y después del límite sin grandes saltos en el tiempo.
Escogieron los bivalvos porque absorben los minerales del agua para formar sus conchas, y la cantidad de algunos minerales en el agua depende de su temperatura. Midiendo los minerales presentes en las conchas (en concreto, el ratio de oxígeno-18 a oxígeno-16), los científicos pueden determinar cuál era la temperatura en aquel momento.
Lo que se encontraron fue un salto de unos 8º C en la temperatura del agua, comenzando hace unos 66,25 millones de años (unos 150.000 años antes del límite K-Pg), que es el momento de inicio de las erupciones que formaron las traps del Decán. Después, el agua volvió a enfriarse pero hubo otro aumento de algo más de un grado justo en el momento del límite K-Pg, que se corresponde con el impacto. Hay que recordar que hablamos de la temperatura media, en algunos casos los fósiles de bivalvos mostraban aumentos de temperatura mucho más grandes o menores.
El impacto del clima
Las traps del Decán contribuyeron, a nivel geológico, al repentino calentamiento global que fue mortífero para muchas especies. Aunque el aumento fue enorme (8ºC) tuvo lugar durante un período de tiempo muy amplío, así que el impacto ecológico no fue tan terrible. Un cambio más pequeño pero más rápido puede tener consecuencias mucho peores, algo que ya estamos observando en los cambios de los hábitos de algunas especies con las que convivimos.
El clima de nuestro planeta está cambiando rápidamente. Esta primera mitad de 2016 pasará a la historia como la serie de seis meses más cálida desde que se tienen registros (desde hace unos 140 años), en los que el planeta ha experimentado alrededor de 1ºC más de temperatura por encima de la media. Puede parecer poco, y a pequeña escala (en tu ciudad, por ejemplo) incluso puede que hayas experimentado todo lo contrario, pero sus consecuencias están siendo graves. El Polo Norte, por ejemplo, ha pasado largas temporadas de invierno con temperaturas 6 y 7 grados por encima de lo normal en aquella región (y sigue teniendo temperaturas muy elevadas)…
El estudio puede ser consultado en Nature.
Referencias: Bad Astronomy
Creo que ya lo había leído antes.