La NASA ha anunciado recientemente que un equipo de astrónomos ha encontrado evidencias de una enana blanca destruyendo un planeta rocoso que está en su órbita… Lo han observado en un viejo cúmulo estelar en la zona más exterior de la Vía Láctea…
Qué es una enana blanca
Llamamos enana blanca al resto estelar que queda tras la muerte de una estrella que no es lo suficientemente masiva como para haberse convertido en una estrella de neutrones o en un agujero negro (depende de su masa incial). Es decir, es lo que queda de una estrella una vez que, al final de su secuencia principal y su etapa de gigante roja (si la tuviera) ya no tiene combustible para seguir generando fusión. Para una estrella de un tamaño similar al Sol, la masa final suele ser de unas 0,6 masas solares, pero comprimida en un tamaño similar al de un planeta como la Tierra.
Quizá suene sorprendente que una estrella de un tamaño similar al de nuestro planeta sea capaz de destruir un planeta rocoso que orbite a su alrededor. Sin embargo, la respuesta está en la tremenda gravedad que ejercen. Cuando una estrella llega a esta etapa final, pasa por el proceso inverso que la llevó a convertirse en gigante roja. Es decir, pierde la mayor parte del material de sus capas exteriores, y todo el material restante se ve comprimido en un radio de sólo la centésima parte del radio de la estrella original.
Eso provoca que, si un planeta pasa lo suficientemente cerca, la diferencia entre la gravedad que experimenta el extremo del planeta más cercano a la estrella sea mucho más alta que la que experimenta en el extremo más alejado, estirándolo y deformándolo. Para que te hagas una idea, la gravedad en la superficie de una enana blanca es unas diez mil veces más intensa que la gravedad en la superficie del Sol.
Qué es lo que han observado
Con la ayuda de INTEGRAL (International Gamma-Ray Astrophysics Laboratory, que, si tenéis el inglés algo oxidado, viene a traducirse, bastante literalmente, como Laboratorio de Astrofísica de Rayos Gamma Internacional), los investigadores descubrieron una fuente de rayos X cerca del centro del cúmulo globular NGC 6388 (a 32.300 años-luz de distancia de nuestro planeta). La detección de rayos X de INTEGRAL, inicialmente, llevó a pensar que podía tratarse de emisiones producidas por gas caliente que estuviese precipitándose hacia un agujero negro de masa media en el centro del cúmulo.
Pero en observaciones posteriores vieron que la fuente de emisión de esos rayos X no era un agujero negro. Parecían proceder de algún lugar ligeramente alejado del centro. La imagen que acompaña este texto, que ha sido publicada por la NASA, es una composición en la que se mezclan los rayos X detectados, que aparecen en color rosa, y la luz visible del cúmulo captada con la ayuda del Telescopio Espacial Hubble, que aparece en rojo, azul y verde, con muchas de las estrellas apareciendo en tonos naranjas o blancos. En las zonas en las que se acumulan varias fuentes que emiten señales de rayos X o varias estrellas, la imagen aparece en blanco.
Tuvieron que pasar 200 días más de observaciones con INTEGRAL para ver que el brillo de la estrella era reducido por el paso de algún objeto por delante. Normalmente, en un tránsito planetario, el brillo de la estrella baja y vuelve a su nivel normal de una forma gradual. En este caso, sin embargo, no era tan simétrico, la recuperación del brillo era mucho más lenta… porque el planeta estaba arrastrando detrás de sí una cola (muy similar a la de un cometa) de escombros planetarios.
Nos deja entrever el futuro del Sistema Solar
Por las estimaciones realizadas, los astrónomos han calculado que el planeta debía contener una tercera parte de la masa de la Tierra, y la enana blanca 1,4 veces la masa del Sol. Del mismo modo, tienen un grado de certeza bastante alto de que se trata de una destrucción de un planeta porque las emisiones de rayos X no encajan en ningún otro patrón (y también recurrieron a otros telescopios para realizar sus mediciones y contrastar datos).
Es la primera vez que este fenómeno se ha podido observar de manera directa. Hasta ahora, era algo que simplemente se planteaba como posible hipótesis, y nos permite elucubrar un poco mejor sobre el futuro distante de nuestro propio Sistema Solar. Cuando el Sol se convierta en una gigante roja, probablemente destruya Mercurio, Venus, y quizá nuestro planeta. En el caso de la Tierra, hay dudas. Según algunos modelos, puede que llegue a su nueva órbita antes de que el Sol se haya expandido lo suficiente como para engullirla.
Si al final resulta ser así, y la Tierra sobrevive a la fase de gigante roja, todo parece indicar que seguramente será destruida por la gravedad del Sol cuando pase a la fase de enana blanca…
Referencias: NASA