Hace sólo unos días salía a la luz el fatídico futuro que le espera a Fobos, el satélite más grande y más cercano al planeta rojo. Actualmente orbita a 6.000 kilómetros de la superficie y es el objeto celeste más cercano a su anfitrión de cuantos hemos podido observar en el Sistema Solar…
Un futuro compartido con Tritón
Fobos no es el único satélite que terminará siendo destruido por el planeta al que orbita. Tritón, un satélite de Neptuno, también le espera un destino muy similar en un futuro lejano. La principal novedad desde que se anunciase que Fobos colisionará con Marte en unos 50 millones de años (su órbita decae a un ritmo de unos 2 metros por siglo) proviene de un estudio (publicado esta semana en Nature Geoscience) que plantea que, antes de que pueda llegar a colisionar, la gravedad hará que se descomponga. Dando paso a un sistema de anillos.
De ser así, tendrá lugar entre los próximos 20 y 40 millones de años. A medida que Fobos se acerca, el efecto de la gravedad de Marte aumenta y añade más estrés al material que lo compone. Del estudio publicado, se desprende que por su composición y densidad está formado de material poroso, roca muy dañada, y su interior es similar, lo que les lleva a concluir que dentro de 20 millones de años, la fuerza de marea será lo suficientemente intensa como para deformar y romper el satélite, dando lugar a un anillo de restos que orbitará sobre el ecuador del planeta.
Esos restos que compondrán el anillo seguirán cayendo hacia Marte, pero lo harán a un ritmo mucho más lento del que está experimentando Fobos ahora mismo. Podrían pasar hasta 100 millones de años antes de que todo el material llegase a caer a la superficie, e inicialmente el anillo (o anillos) de Marte podría ser tan denso como los anillos de Saturno.
En caída hacia su planeta
En todo el Sistema Solar, sólo conocemos dos casos de satélites cuyas órbitas estén decayendo y llevándoles hacia sus planetas, Tritón y Fobos. Sin embargo, todos los planetas gigantes tienen anillos, y aunque es posible que parte de ese material provenga del espacio, no es descartable que parte de esos anillos estén compuestos de viejos satélites que sufrieron el mismo destino.
Por eso mismo, este posible desenlace de Fobos nos puede servir para entender cómo era el Sistema Solar en sus primeras etapas, así como elucubrar sobre qué sucedió con otros satélites de los que ya no queda ningún rastro porque chocaron contra sus planetas hace millones (o miles de millones) de años.
Los anillos de Marte
Suponiendo que los habrá, ¿qué aspecto tendrán los anillos de Marte? Un observador en su superficie los verá de manera diferente según su ubicación. Desde un ángulo, verá que hay más luz en su región, y el anillo parecerá una curva brillante en el cielo marciano. Desde otro ángulo sucederá el efecto contrario, el observador estará en la zona de sombra del anillo, en cuyo caso verá una curva oscura recorriendo el firmamento.
Fobos está compuesto de material oscuro así que no reflejará la luz demasiado bien. Desde la Tierra puede que el anillo sea difícil de observar con un telescopio aficionado (de los que tenemos hoy en día, claro, a saber cómo será la vida en nuestro planeta dentro de 20 millones de años). Sin embargo, es posible que sí se pueda ver la sombra que proyectaría el anillo sobre la superficie del planeta.
La principal ventaja de que apareciese un sistema de anillos es que no plantearía muchos problemas para explorar o viajar allí. Sólo habría que tener cuidado con el ecuador del planeta, así como con cualquier construcción que pudiese haber allí, ya que todas las partículas se precipitarán en esa región (y algunas pueden ser lo suficientemente grandes como para suponer un problema). El escenario alternativo, por contra, podría ser mucho más devastador, ya que Fobos tiene un tamaño de unos 27 kilómetros de largo, 22 de ancho y 18 de alto (como no es esférico no podemos expresar su tamaño en diámetro) y dejaría una huella muy marcada en la superficie marciana, además de poder llegar a requerir la evacuación completa de cualquier asentamiento que pudiera haber allí en un futuro lejano.
Puede ayudarnos a entender el pasado
Sabemos que los planetas interiores pueden haber tenido anillos en el pasado, incluida la Tierra. Es posible que en las primeras etapas del Sistema Solar los anillos hubieran sido una característica común que perdurase durante millones de años. Saber cuántos satélites de este tipo pudo haber se antoja muy complicado (por no decir imposible), pero nos permite hacer una reflexión. Incluso hoy, en esta época en la que parece que todas las respuestas están al alcance de nuestras manos, todavía estamos lejos de desentrañar el pasado del Sistema Solar…
Es posible que hayas visto este vídeo en años recientes, pero si no es así, bien vale la pena verlo. Es una simulación de cómo se verían los anillos de Saturno si los pusiésemos sobre la Tierra:
Hola!
Descubrí hace poco tu blog y lo sigo en Facebook con fascinación. Sólo te haría un comentario que no tiene relación con la temática: las fechas se escriben sin punto. Así, actualmente nos encontramos en el 2015. Por lo demás, tienes otro seguidor fiel. Felicidades por tu trabajo divulgativo y gracias.
¡Hola Guillermo!
¡Gracias por la puntualización!
Debo admitir que desde hace mucho me había metido en la cabeza que los años también se escribían con punto y, por eso de la corrección lingüística, intentaba cumplirlo a rajatabla…