Tenía la posibilidad de ser uno de los grandes cometas de los últimos años… pero se terminó rompiendo. Ahora, el telescopio Hubble ha observado los restos del cometa ATLAS. Aunque se ha perdido un fenómeno que parecía muy prometedor, la observación puede ser muy útil.
Los restos del cometa ATLAS pueden ser muy útiles
El telescopio Hubble ha obtenido la mejor vista de los restos del cometa ATLAS. En la primera imagen, obtenida el 20 de abril, se pueden observar alrededor de 30 fragmentos. En una imagen posterior, del 23 de abril, se siguen identificando, aproximadamente, 25 fragmentos. Es todo lo que queda de lo que, durante unas semanas, parecía que podría haber sido uno de los cometas más espectaculares de los últimos tiempos. El cometa fue descubierto en diciembre de 2019 a través de una búsqueda automatizada.
El hallazgo fue posible gracias a ATLAS (siglas de Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) en Hawái, Estados Unidos. Tras su descubrimiento, su brillo aumentó rápidamente hasta que, en marzo de 2020, se llegó a sugerir que podríamos estar ante uno de los grandes cometas de los últimos años. Sin embargo, poco después de que comenzase a popularizarse, comenzó a perder brillo. Una señal de que su núcleo podría haberse fragmentado o, incluso, desintegrarse. Algo que, finalmente, se confirmó en abril de 2020.
La fragmentación se detectó el 11 de abril. Por lo que las observaciones del telescopio Hubble llegan poco más de una semana después. En las imágenes, se puede ver que los restos del cometa ATLAS están envueltos en una cola de material procedente del propio cometa. Es una evidencia más de que la fragmentación de los cometas es común. Podría, de hecho, ser el mecanismo principal por el que los núcleos de los cometas terminan desintegrándose. Es muy habitual observar cometas que terminan desintegrándose.
¿Qué significan las imágenes?
Los científicos que han trabajado con el telescopio Hubble han explicado que no es fácil comprender lo que muestran las imágenes. Entre ambas, se pueden observar cambios importantes en los restos. Una posibilidad, planteada por David Jewitt, jefe de uno de los equipos responsables de estas observaciones, es que podría deberse a que los fragmentos están iluminándose intermitentemente, en función de cómo reflejan la luz del Sol. De forma que, según cuando se mire, se pueden observar unos u otros.
Además, Quanzhi Ye, jefe del segundo equipo, añade que este tipo de fenómenos son muy interesantes porque no suceden a menudo. La mayor parte de cometas que se fragmentan son demasiado tenues para poder observarlo. Las fragmentaciones de este tipo solo ocurren un par de veces por década. En definitiva, a pesar de haber perdido la posibilidad de ver un cometa extremadamente brillante, ATLAS sigue siendo un objetivo de lo más interesante. La fragmentación de un cometa sucede de forma rápida y es difícil de predecir.
Por lo que no es sencillo saber exactamente cómo se producen. Así que, lógicamente, no es sencillo saber qué es lo que provoca que los cometas se desintegren de esta manera. Una sugerencia es que el núcleo del cometa termina descomponiéndose por su propio movimiento. Todo se debería a la acción del propio material volátil en evaporación. Ya que ese fenómeno no se produciría de forma regular en todo el cometa, facilitando que se pueda fragmentar en ciertos puntos. Es algo que se podría determinar en un análisis de los datos del telescopio Hubble.
Un cometa moribundo con el que entender cómo se descomponen
Sea como fuere, los restos del cometa Atlas van a servir para entender mejor qué mecanismo, sea este o algún otro, es el que provoca que muchos cometas terminen desintegrándose cuando se acercan a nuestra estrella. El telescopio ha logrado observar fragmentos realmente pequeños, con el tamaño de apenas unos pocos metros. Antes de que se fragmentase, se cree que el núcleo podría haber medido unos 200 metros. En estos momentos, ATLAS se encuentra en el interior de la órbita de Marte.
En el momento en el que se tomaron las imágenes, se encontraba a unos 145 millones de kilómetros de la Tierra. Su máximo acercamiento a nuestro planeta se producirá el próximo 23 de mayo, cuando llegará a los 115 millones de kilómetros. El 31 del mismo mes, además, se producirá su máximo acercamiento al Sol, al quedarse a unos 37 millones de kilómetros. Sin embargo, no podremos ver ese cometa tan espectacular que se esperaba. Si bien es cierto que, por otro lado, puede que tengamos una buena excusa para levantar la vista al firmamento.
Desde hace ya unas semanas, se está siguiendo con gran interés la evolución del cometa SWAN. Aunque podría ser observable a simple vista, hay que tener presente que se trata de un objeto con un comportamiento muy diferente al del cometa ATLAS. En su máximo brillo no llegaría, ni por asomo, a los niveles que se esperaba de su antecesor. Pero, si no hay imprevistos, alcanzará su pico también en la recta final del mes de mayo. Eso sí, este cometa favorecerá al hemisferio sur, principalmente, en lugar del hemisferio norte. Veremos qué sucede…
Referencias: Phys