De cuando en cuando, me encuentro con esta pequeña tira cómica sobre el cometa Halley en redes sociales. Suele ir acompañada de un comentario triste por parte de la persona que la comparte. No es una reacción sorprendente, porque es un recordatorio de nuestra propia mortalidad. Es una forma, quizá demasiado gráfica, de decirnos que el mundo que nos rodea seguirá aquí cuando nos hayamos ido. Y es un mensaje que no le hace justicia a nuestra existencia…
El cometa más famoso
Seguramente no hay ningún otro objeto celeste que tenga la popularidad del cometa Halley. Es un cometa periódico que nos visita cada 75 años, de tal modo que es posible verlo dos veces en el período de nuestras vidas. La última visita fue en 1986, y la siguiente será en torno a 2061 (su órbita es de un poquito más de 75 años). El cometa recibe el nombre en honor al astrónomo inglés Edmund Halley, que investigó los informes del paso de un cometa en 1531, 1607 y 1682 y concluyó que los tres cometas eran, en realidad, el mismo.
Predijo que volvería a visitar los alrededores de nuestro planeta en 1758. Por desgracia para él, Halley no llegó a poder corroborar su predicción, pero su descubrimiento hizo que se le diese su nombre. Sus cálculos sirvieron para demostrar que, como mínimo, algunos cometas orbitan alrededor del Sol exactamente igual que cualquier otro objeto del Sistema Solar. En 1986, la visita del Cometa Halley fue la primera en la Era Espacial, y enviamos varias naves para visitarlo. Nos proporcionó los primeros datos sobre la estructura del núcleo de un cometa, y el mecanismo que hace que se forme la cola cuando se acerca al Sol. Desde la Tierra, sin embargo, no fue demasiado espectacular (tuvo una magnitud aparente de alrededor de 2).
Un cómic… ¿triste?
Volvamos a la tira cómica que me ha llevado a escribir este artículo. Sí, es comprensible que la reacción sea de tristeza al ver que, en la tercera visita del cometa, esa persona ya no está para darle la bienvenida. Nos recuerda que nuestro tiempo en este mundo es breve y nos hace sentir tristeza por la soledad que evoca la última viñeta. ¿Quién podría culparnos por tener esa reacción? Nadie. Pero el cómic miente. El cómic manipula vilmente nuestros sentimientos porque omite una parte muy importante de nuestras vidas.
Si quisiésemos ser fieles a la realidad, la tira cómica debería ser mucho más larga, y mostrar la sucesión de descendientes dando la bienvenida al cometa. No tenemos por qué lamentar nuestra mortalidad. Podemos, o mejor dicho, tenemos que celebrar la vida. Somos el resultado de las acciones de nuestros ascendientes, y estamos aquí gracias a los que vinieron antes que nosotros, y otros llegarán después de nosotros gracias a que estuvimos aquí.
Es un tanto cruel que el cómic utilice al cometa para entregar un mensaje tan lúgubre, cuando debería ser mucho más alegre. Cómo cambiaría esa viñeta si, en la tercera imagen, en vez de mostrarnos ese peñasco vacío, nos mostrase al hijo del hombre que aparecía en la segunda… ¿verdad? Ese mismo cometa que otros vieron antes que nosotros, ya desde tiempos inmemoriales. El mismo que permitió a un astrónomo inglés maravillar a un grupo de contemporáneos el acertar con su predicción.
Ese mismo cometa que fue visto por los ojos de tus padres, de tus abuelos, de tus bisabuelos, de tus tatarabuelos… Y muchos otros ascendientes a los que nunca tuviste la ocasión de conocer, simplemente, porque tenían que existir antes que tú para que pudieses estar aquí. No puedes compartir tu tiempo con ellos, pero observaron lo mismo que tú. Así que, no es tristeza lo que deberías sentir al ver esa tira cómica sobre el cometa Halley…
En su lugar, deberías maravillarte porque te permite sentir que tienes una conexión con los que vinieron antes que tú, y con el resto del universo. Tus antepasados no están a tu alrededor, pero estuvieron aquí, y un día vieron, con la misma sensación de maravilla, cómo una pequeña roca se acercaba al Sol y perdía parte de sus compuestos para desplegar, una vez más, esa majestuosa cola que recorría el cielo…
Un camino que continua
Alguien decía, hace unos días, tras el fallecimiento de David Bowie, que no había que estar triste por su muerte. En su lugar, había que alegrarse porque el Universo nos hubiese permitido existir al mismo tiempo que él, y poder haber visto su trabajo. Del mismo modo, siento que se puede extender a todo lo que te rodea. No dejes que esa tira cómica te haga sentir tristeza, en su lugar, maravíllate porque compartes este pequeño trocito de la Vía Láctea, al que llamamos Tierra, con todos tus seres queridos y cada una de las personas que te hacen feliz.
Un día vendrá el cometa Halley y ya no estaremos aquí, es cierto. Pero nuestros descendientes sí estarán, y los descendientes de nuestros descendientes, y darán gracias a sus antepasados por haber hecho que puedan experimentar lo mismo que nosotros experimentamos muchos años atrás. Como dijo Hans Christian Andersen, la vida en sí misma es el cuento de hadas más maravilloso que se pueda contar.
Escribo sobre recuerdos de los abuelos y uno de ellos, abuela paterna, siempre nos contaba sobre su observación en 1910*, tenia entonces 10 años, para su segunda venida en el siglo 20 ya no estaba con nosotros, pero era una de esas historias inolvidables, que hoy celebras.
Bueno la gente de la década posterior al 86 es imposible que lo vean más de una vez, a menos claro que por avances tecnológicos para entonces podamos vivir al menos 200 años. (algo que añoro, la vida humana es muy corta)
ME ENCANTA ESTE TEMA, ME LLENA DE MISTERIO Y ANSIEDAD DE SEGUIR INDAGANDO SOBRE ELLO
Genial artículo, Alex.
Yo lo «vi» con 5 años (y lo pongo entre comillas porque no soy consciente de aquello y/o no lo recuerdo)… y si todo va bien y no ocurre ningún imprevisto, lo debería volver a ver con 80 añitos de nada (lo mismo la tecnología nos permite pasar los 100 años holgadamente para ese entonces).