Hace unos días saltaba la noticia de que un grupo de científicos ha descubierto evidencias de la posible existencia de un noveno planeta en el Sistema Solar. De momento, y esto hay que enfatizarlo, no se ha descubierto ningún planeta, ni estamos realmente seguros de que vayamos a descubrirlo. Sólo tenemos un motivo, bastante convincente, de que podría estar ahí fuera y, de ser así, podemos calcular qué tamaño y órbita alrededor del Sol debería tener. Si existe, nos tendremos que plantear una pregunta quizá incluso aun más intrigante: ¿Cómo pudo terminar en una órbita tan alejada del Sol?

Sólo es una hipótesis

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Antes de seguir quiero volver a recordarlo. No sabemos si el Planeta Nueve existe realmente. Sólo tenemos indicios de que podría estar ahí, porque es el motivo más plausible para explicar la órbita de varios objetos del Cinturón de Kuiper que son muy atípicas, entre ellas la de Sedna, el planeta enano más alejado que conocemos por ahora (que tiene una órbita de 11.000 años). Si existe, nuestro Sistema Solar dejará de ser tan raro en comparación a nuestro entorno.

De hecho, uno de los aspectos más comúnmente mencionados del Sistema Solar es que no tenemos ninguna supertierra (o mini-neptuno, dependiendo de si es gaseoso o rocoso, porque con ese tamaño puede ser tanto uno como otro) a pesar de ser el tipo de planeta más común que podemos encontrar en toda la Vía Láctea. Hemos encontrado, literalmente, cientos de ellos en las dos últimas décadas.

Imagen de un planeta. Crédito: Shutterstock

Imagen de un planeta.
Crédito: Shutterstock

Si el planeta existe, tendría el triple de diámetro que el de la Tierra, y unas diez veces su masa, por lo que entraría firmemente en esa clasificación. Nuestro hogar galáctico seguiría siendo extraño, porque todas las supertierras que hemos encontrado hasta ahora están muchísimo más cerca de sus estrellas (a veces incluso en órbitas más cortas que la que separa a Mercurio del Sol), pero al menos estaremos más cerca de los sistemas planetarios que hemos descubierto.

¿Cómo se formó?

Concepto artístico del posible noveno planeta. Sería gaseoso, como Urano y Neptuno, pero más pequeño que ambos. Crédito: California Institute of Technology

Concepto artístico del posible noveno planeta. Sería gaseoso, como Urano y Neptuno, pero más pequeño que ambos.
Crédito: California Institute of Technology

Las simulaciones de las primeras etapas del Sistema Solar indican que Júpiter, seguramente, impidió que aquí se formasen supertierras mucho más cerca del Sol. Esa misma simulación también sugiere que el Planeta Nueve no pudo formarse a la distancia a la que creemos que se encuentra porque, al menos en aquel momento, no había tanto material por allí para permitir que se formase un planeta tan masivo.

Así que, ¿qué pudo provocar que terminase allí? La respuesta, de nuevo, parece estar en Júpiter. Hace algún tiempo hablé del Grand Tack, esa travesía que le llevó a estar en una órbita mucho más cercana al Sol (a la distancia que esta Marte en la actualidad, más o menos) y que provocó que limpiase gran parte del interior del Sistema Solar, permitiendo que, en lugar de supertierras, se formasen los cuatro planetas rocosos que conocemos. Muchos de esos planetas en proceso de formación, cuando Júpiter se desplazó más cerca del Sol, terminaron precipitándose hacia nuestra estrella y siendo desintegrados. Quizá, sin ese viaje de Júpiter, la Tierra y los planetas interiores serían mucho más masivos y poco aptos para la vida tal y como la conocemos.

Un comienzo muy violento

Concepto artístico del exoplaneta rocoso HD 85512 b. Crédito: NASA

Concepto artístico del exoplaneta rocoso HD 85512 b.
Crédito: NASA

El proceso de formación de planetas no es plácido. Es una época muy violenta de los sistemas planetarios recién formados, en los que las colisiones entre los objetos celestes que lo componen son algo rutinario. De hecho, creemos que la Luna se formó precisamente así, cuando Theia, un planeta del tamaño de Marte en la misma órbita de la Tierra (o muy similar), terminó colisionando con nuestro planeta.

El Planeta Nueve debió ser el núcleo de un planeta gigante en proceso de formación que iba camino de ser expulsado del Sistema Solar. No es un planteamiento nuevo ni extraño. Urano y Neptuno tuvieron una fase final de formación muy violenta que provocó que varios planetas, con cinco veces la masa de la Tierra, fuesen expulsados del Sistema Solar (y seguramente sean planetas interestelares, es decir, no orbitan alrededor de ninguna estrella, si no que lo hacen alrededor del centro de la galaxia).

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar. Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

Sin embargo, mientras otros planetas se convirtieron en planetas interestelares, el Planeta Nueve se asentó en una órbita muy lejana y muy larga alrededor del Sol. ¿Qué evitó que compartiese el mismo destino que el resto? Los investigadores que anunciaron haber encontrado las evidencias no se ponen de acuerdo. Brown cree que pudo ser frenado por el polvo y el gas que todavía tenía el Sistema Solar tras su formación. Mientras que Batygin cree que pudo ser frenado por la influencia gravitacional de otras estrellas que estuviesen cerca del Sol.

Pero hay que recordar que es posible que Brown y Batygin no hayan descubierto un nuevo planeta (seguramente saldremos de dudas en los próximos meses), y sólo hayan encontrado un patrón, que encaja con las órbitas de esos objetos del Cinturón de Kuiper. Si encontramos más objetos con órbitas así de extrañas, y su posición en el firmamento es aleatoria, entonces la hipótesis terminará en agua de borrajas, y quizá cobre fuerza la hipótesis que dice que estos objetos celestes, con órbitas muy diferentes a las del resto del Sistema Solar, fueron robados de alguna estrella que pasó demasiado cerca.

Muy difícil de observar

Urbain Le Verrier

Urbain Le Verrier

Si realmente existe, observar el planeta será una tarea complicada, pero no imposible. Sabemos que reflejaría muy poca luz del Sol. De hecho, algunos cálculos indican que sería unas 10.000 veces más tenue que Plutón. Así que sería algo similar a intentar observar una bombilla encendida en la Luna. Por lo menos, el equipo tiene una idea general de en qué dirección buscar para intentar dar con el planeta. Y eso, aunque pueda parecer poco, es mucho mejor que no saber por dónde comenzar a buscar. No en vano, Urbain Le Verrier descubrió Neptuno a sólo un grado del lugar en el que había sido calculado que se encontraría.

Es más, si existe, podríamos incluso pensar en mandar alguna sonda allí en el futuro. No es tan complicado como podría parecer. El método propuesto por Brown es enviar una sonda hacia el Sol, aprovechar la influencia gravitacional de nuestra estrella para acelerarla y, además, utilizar la propulsión de los cohetes en ese punto para salir lanzada hacia el Planeta Nueve. A pesar de la distancia que nos separaría, podríamos tardar sólo 20 años en llegar allí (que no está mal si tenemos en cuenta que su órbita le lleva a tardar 20.000 años en dar una vuelta al Sol). Pero de momento, esperemos a ver si realmente existe…

Referencias: New Scientist