Un grupo de investigadores ha concluido que la contaminación lumínica aumenta también por la presencia de objetos artificiales en la órbita de la Tierra. El inconveniente en este caso es que su alcance es mucho mayor que el de la iluminación artificial de las ciudades, por lo que es algo que no debe pasar inadvertido…
La contaminación lumínica aumenta en lugares que no deberían tener
En un nuevo estudio, un grupo de investigadores explica que la cantidad de objetos artificiales, en la órbita de la Tierra, podría elevar el brillo del cielo nocturno más de un diez por ciento por encima del nivel de luz natural en una gran parte del planeta. Esto superaría el límite que se definió, hace más de 40 años, para considerar si un lugar se encuentra en una zona de contaminación lumínica. Por un lado, es una señal preocupante. Por otro, es algo que también permite entender hasta qué punto la órbita baja de la Tierra puede impactar en nuestro firmamento.
Según han explicado, el objetivo principal era calcular la contribución, al brillo del cielo nocturno, de las fuentes externas, como los objetos espaciales. Pensaban que habría un aumento mínimo, y eso suponiendo que pudiese llegar a detectarse. Al ver que las cifras eran muy superiores a lo esperado, han decidido publicar su trabajo cuanto antes. Es el primer estudio que tiene en cuenta el impacto del conjunto de los objetos en el entorno de la Tierra, en lugar del impacto de satélites individuales que afectan a imágenes del firmamento.
Para realizar sus cálculos, han creado un modelo con la contribución de los objetos espaciales al brillo del firmamento. Para ello, han recurrido a la distribución de tamaños y brillos de objetos para definir el modelo. En él se incluyen tanto satélites en funcionamiento como basura espacial. Los telescopios y las cámaras son capaces de observar estos objetos como puntos de luz. El ojo humano, por su parte, solo puede ver el efecto combinado de multitud de objetos. El resultado es un aumento en el brillo difuso del cielo nocturno…
Un problema para las regiones con cielos muy oscuros
Esa contaminación lumínica puede provocar dificultades para observar las nubes de estrellas de la Vía Láctea, tal y como se ve lejos de la contaminación lumínica de las ciudades. El mayor problema es que la contaminación lumínica de las ciudades está muy localizada en regiones concretas. Esta, sin embargo, impacta en regiones de la superficie terrestre mucho más grandes. Por lo que los grandes observatorios, construidos lejos de ciudades, pueden verse afectados. Lo peor de todo es que el problema va a ir a más en los próximos años.
No podemos olvidar que hay diversas megaconstelaciones de satélites de comunicaciones planeadas o en proceso de despliegue. La más extensa es la de SpaceX, conocida como Starlink. Pero no es la única, en el horizonte hay otras como la de la compañía británica OneWeb, que ya ha comenzado su despliegue. A pesar de que se ha podido ver, a lo largo de 2020, los esfuerzos por reducir el brillo de los satélites Starlink, las dudas siguen en el aire al considerar este nuevo estudio. Es decir, el brillo de los satélites individuales ha disminuido marcadamente, pero quizá no baste.
En los próximos años podríamos tener decenas de miles de satélites en órbita alrededor de nuestro planeta. Su brillo combinado podría provocar que ese aumento del brillo difuso del cielo nocturno sea todo un quebradero de cabeza para los grandes observatorios del mundo. La mayor fuente de contaminación lumínica sigue siendo, muy de largo, la iluminación artificial nocturna, pero su solución es relativamente simple. Reducir el brillo combinado de la basura espacial, y los satélites operativos, podría resultar algo mucho más complejo.
No solo aumenta la contaminación lumínica, también la basura espacial, las colisiones…
Lo peor de todo es que no solo aumenta la contaminación lumínica. Con una mayor cantidad de objetos en el espacio, también se eleva la posibilidad de choques entre satélites, o satélites y restos de basura espacial. Algo que a su vez generará más fragmentos con los que poder chocar. Las megaconstelaciones ya están empezando a verse como una amenaza para poder usar instalaciones en la órbita baja de la Tierra. Desde algunos organismos ya se están estableciendo grupos de trabajo para entender su impacto en los observatorios de radio y ópticos.
Los resultados del estudio, por si no fuese suficiente, también apuntan a que la contaminación lumínica seguirá aumentando de forma proporcional a la cantidad de satélites lanzados, así como sus características ópticas en órbita. Los esfuerzos de SpaceX con Starlink, para reducir su brillo, resultan ser más importantes de lo que se podría pensar en un principio. Pero con una cantidad de satélites lo suficientemente grande, no se podrá impedir que haya un aumento de contaminación lumínica. Algo que podría cambiar para siempre nuestra percepción del firmamento nocturno.
Por eso no sorprende que los investigadores esperen que, con este estudio, se produzca un cambio en el diálogo entre operadores de satélites y astrónomos. Hace falta entender cómo gestionar, de la mejor manera posible, el espacio orbital de la Tierra. Ahora mismo, el acceso a un cielo nocturno impoluto es algo que podría perderse no solo para la comunidad científica, también para el resto de la población. Esperemos que, en los próximos años, veamos pasos para mitigar este escenario y que no se convierta en realidad. Sería una tragedia…
Estudio
Hay dos estudios que se pueden consultar en este caso:
El primer estudio es A. Mallama; «The Brightness of VisorSat-Design Starlink Satellites». Está disponible para su consultar en arXiv, en este enlace.
El segundo estudio es M. Kocifaj, F. Kundracik, J. Barentine y S. Bará; «The proliferation of space objects is a rapidly increasing source of artificial night sky brightness». Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society: Letters el 29 de marzo de 2021. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Phys