En este artículo vamos a entrar en el reino de la ciencia ficción para elucubrar sobre la posibilidad de encontrar vida extraterrestre. Si hay civilizaciones avanzadas en la galaxia, ¿es posible que SETI sea capaz de observar alguna de sus manipulaciones tecnológicas como convertir un planeta en una estrella?
En busca de civilizaciones avanzadas
Cuando el bueno de Nikolai Kardashov decidió preguntarse dónde encontrar civilizaciones extraterrestres avanzadas, sugirió que el lugar más evidente en el que podríamos comenzar sería allá donde nos encontremos con un fenómeno astrofísico extremo. Por ejemplo, cerca de los núcleos activos de galaxias o incluso el centro de lugares más tranquilos como nuestra propia Vía Láctea. Es un concepto que ha sido explorado en diferentes ocasiones, sugiriendo que deberíamos buscar fenómenos que estén muy allá de nuestras habilidades actuales pero que podrían ser posibles para una civilización mucho más avanzada que la nuestra.
Quizá estas civilizaciones sean capaces de utilizar la energía de los agujeros negros, alimentándolos de materia para extraer su energía rotacional. También se han propuesto otras formas en las que una ingeniería tan avanzada con este tipo de objetos podría funcionar, pero hay operaciones a menor escala que también son posibles. Por ejemplo, alrededor de estrellas de neutrones, utilizando la energía de sistemas binarios que emitan rayos X o quásares.
Convertir objetos subestelares en estrellas
En un estudio reciente de Milan Ćirković, un investigador del observatorio astronómico de Belgrado, se centra en los planetas gigantes y en las enanas marrones, fijándose en la posibilidad de convertirlas en una estrella. La idea no es ni mucho menos nueva, ya se hizo popular con la película 2010: el año que hicimos contacto, en la que se convertía a Júpiter en una estrella (dentro de las leyendas urbanas existe la falsa creencia de que Júpiter podría haber sido una estrella si hubiese sido sólo un poco más grande), y se plantea que algo así podría estar sucediendo lejos del Sistema Solar. No es una idea descabellada si tenemos en cuenta que se calcula que hay unas 10.000 veces más objetos subestelares que estrellas en su fase de secuencia principal.
Así que, partiendo de esta base, ¿sería capaz el proyecto SETI de observar una enana marrón o un planeta gigante que haya sido manipulado? Es difícil darle respuesta a la pregunta, pero hay varias posibilidades. La luminosidad de un objeto ‘estelificado’ debería ser mayor de lo que su masa nos indicaría para objetos naturales y, a la larga, su luminosidad debería evolucionar de manera diferente a las estrellas naturales. Además, podemos encontrar anomalías en el espectro de esos objetos, especialmente al principio y al final de sus breves vidas (breves en la escala astronómica). También parece razonable suponer que los objetos estelificados serían fuentes de energía brillantes, a diferencia de los hábitats orbitales u otras estructuras grandes que sólo reflejarían luz o serían visibles a través de sus emisiones de calor.
Dicho de otro modo, si este tipo de objetos existen, deberían ser objetivos útiles para la investigación de SETI, y podríamos observarlos, pero eso no quiere decir que sean fáciles de encontrar. Determinar la masa de uno de ellos sería complicado porque no podríamos recurrir a los métodos tradicionales. La evolución de su luminosidad sería complicada también porque sucedería a lo largo de millones de años, en una escala de tiempo muy superior a la que nos interesa. Es decir, puede que tengamos objetos estelificados en nuestros catálogos y que no los sepamos diferenciar porque los confundimos con el equivalente de una estrella natural en ese punto de evolución en particular. Si hay un objeto ahí fuera que, por su brillo, se parece a una estrella similar al Sol, es lógico suponer que lo catalogaríamos como una estrella similar a la nuestra.
En busca de objetos estelificados válidos
Así que nuestra mejor apuesta sería buscar objetos estelificados que se encuentren al principio o al final de sus vidas, buscar las emisiones de rayos X y gamma que emitirían durante, por ejemplo, la transformación de un planeta en estrella. Pero aun así, seguimos enfrentándonos a un fenómeno relativamente breve si lo comparamos con el tiempo de vida de una estrella, y sólo podemos especular sobre cómo pueden ser tecnologías avanzadas que están muy lejos de nuestra capacidad actual.
Volviendo a Júpiter, uno de los escenarios más populares fue propuesto por Martyn Fogg en el que elucubraba sobre la posibilidad de utilizar un pequeño agujero negro para unirlo al planeta gigante en una órbita cuidadosamente controlada que lo lleve hacia el centro poco a poco. En ese caso, se calculaba que el sistema de satélites de Júpiter sería habitable durante unos cien millones de años, pero varios cientos de millones de años después, sería imprescindible evitar la acreción del material por parte del agujero negro.
Un objetivo lejano
Todo parece indicarnos que todavía es pronto como para pensar en utilizar SETI para buscar objetos de esta naturaleza (suponiendo que realmente haya alguno ahí fuera). Es necesario que los modelos que utilizamos en la actualidad mejoren como para poder detectar, con la ayuda de SETI, las señales que pudiesen emitir los proyectos que podamos imaginar de civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra…
Ese, precisamente, puede que sea uno de los grandes impedimentos a los que tenemos que enfrentarnos en esta cuestión. Nos gustaría observar una anomalía en los datos astronómicos y relacionarla con una posible tecnología en base a lo que observemos, pero… ¿cómo podría saber una cultura como la nuestra, que no llega al Tipo I de la escala de Kardashov, qué podría hacer una cultura de Tipo II? Nuestras conjeturas parten de nuestras propias concepciones del mundo. En cierto modo, es como intentar explicar a un habitante del antiguo Egipto qué es la electricidad sin poder enseñársela.
El estudio de Ćirković se llama “Stellified Planets and Brown Dwarfs as Novel Dysonian SETI Signals”, pero no parece estar disponible en Internet en estos momentos.
Fuente: Centauri Dreams
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