Un grupo de investigadores ha analizado el cráter Urvara, en Ceres. Se han detectado compuestos orgánicos y sal en su entorno. Algo que permite comprender mejor cómo fue el pasado del planeta enano y plantea que pudo llegar a tener un océano bajo su superficie…

El cráter Urvara es un lugar muy interesante

El cráter Urvara es el tercer cráter más grande que podemos encontrar en el planeta enano Ceres, en el cinturón de asteroides. Millones de años después de su formación, fue un lugar que estuvo geológicamente activo. En un nuevo estudio, un grupo de investigadores lo ha analizado a fondo. Han recurrido a las imágenes de la sonda Dawn, de la NASA, que estuvo estudiando Ceres durante tres años y medio (desde 2015). Plantean que el cráter Urvara, como el cráter Occator, pudo ser un lugar en el que hubiese actividad criovolcánica.

El cráter Urvara, en Ceres, tiene compuestos orgánicos
El cráter Urvara, en Ceres. Crédito: NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA

Lo más interesante es que el estudio sugiere que Ceres pudo tener un océano salino global, bajo su superficie. En la actualidad, es posible que siga siendo líquido. En la superficie, Ceres está repleto de cráteres. Con un diámetro de 960 kilómetros, es el objeto más grande del cinturón de asteroides. De todos ellos, el cráter que más llama la atención es Occator. En su interior se captaron, durante la misión de Dawn, varios puntos brillantes. Resultaron ser los restos salinos de una salmuera bajo la superficie. Esa salmuera era expulsada en procesos criovolcánicos.

Lo interesante es que esas erupciones criovolcánicas tuvieron lugar hasta hace poco tiempo (en escala geológica). En otro gran cráter, Ernutet, hay señales de compuestos orgánicos. Por lo que también hay pistas de que hubo química compleja. En este estudio, la atención se centra en el tercer cráter, Urvara, con un diámetro de 170 kilómetros. Se formó hace unos 250 millones de años, tras un gran impacto. Se cree que en su región hay material, ahora en la superficie, que se llegó a encontrar a 50 kilómetros de profundidad…

La utilidad de los grandes cráteres

Estos grandes cráteres resultan tremendamente útiles porque permiten observar el material en las capas interiores del planeta enano. Así, los investigadores añaden que la topografía y composición mineral, de algunos de esos cráteres, es el resultado de largos, y complejos, procesos geológicos que han transformado su superficie. La sonda Dawn ha sido una pieza clave para poder obtener datos lo suficientemente detallados para entender esos procesos. En la recta final de la misión, la nave llegó a pasar a tan solo 35 kilómetros de la superficie.

Fue capaz de obtener imágenes que permiten apreciar estructuras de apenas unos pocos metros de tamaño. Las imágenes del cráter Urvara muestran un lugar muy variado. La cuenca de impacto está bordeada por diferentes niveles. A poca distancia del centro del cráter, destaca una larga cordillera montañosa, de unos 25 kilómetros de longitud y 3 de altura. En la parte sur se pueden ver acantilados, grandes rocas y también material brillante. Las imágenes muestran una depresión central muy profunda, y superficies muy lisas.

Esto, explican los investigadores, muestra que las diferentes áreas del cráter tienen edades muy variadas. La diferencia de edad, entre unas partes y otras, es de hasta 100 millones de años. Algo que indica que hubo procesos en marcha que permanecieron activos tiempo después de la formación del cráter. En los estudios de este tipo, los investigadores suelen contar los cráteres pequeños que cubren la superficie de un objeto celeste sin atmósfera. El método, aunque puede parecer rudimentario, tiene mucho sentido.

El violento pasado del cráter Urvara

Cuanto más antigua sea la superficie, más tiempo habrá tenido de sufrir el impacto de pequeños asteroides. Así que una superficie joven, naturalmente, tendrá una cantidad menor de cráteres. A esto se le suman modelos de intensidad del bombardeo (de asteroides y cometas) en diferentes épocas, para determinar la edad de una región. Según estos modelos, las regiones más antiguas, del cráter Urvara, tienen unos 250 millones de años. Esto marca el momento en el que en cráter se formó. Las superficies jóvenes dan otras pistas.

Concepto artístico de la sonda Dawn acercándose a Ceres. Crédito: NASA

Ese terreno más joven, en el interior del cráter, abarca zonas oscuras y llanas, así como fosos que, seguramente, se formaron por el escape de gas oculto bajo la superficie. Otras pistas, sobre el pasado turbulento del cráter, llega en forma de imágenes, con filtros de color, capturadas por la misión Dawn. Esas imágenes permiten concluir, en función de cómo reflejan la luz al espacio, cuál es su composición mineral. Así, el material brillante resulta ser sal. El espectrómetro VIR, de la misión Dawn, también apunta a que hay compuestos orgánicos.

Habrían sido depositados, junto a esas sales, en una ladera al oeste de la cordillera central. Esa combinación, de depósitos de sal y compuestos orgánicos, no había sido observada hasta ahora. Además, los depósitos de compuestos orgánicos parecen relativamente recientes (de nuevo, en escala geológica). Todo esto pinta un cuadro que resulta muy atractivo. Es necesario entender el origen y formación de esos compuestos orgánicos de Ceres. Por ahora no se sabe cómo sucedió, pero puede tener implicaciones para su historia geológica.

Pistas sobre la naturaleza de Ceres

Los propios investigadores resaltan que esto tiene, a su vez, conexiones con la astrobiología y la habitabilidad. Destacan que estos compuestos orgánicos, en el cráter Urvara, en el hemisferio sur del planeta enano, son diferentes a los presentes en el cráter Ernutet, en el hemisferio norte. Por lo que esperan que esas diferencias permitan encontrar respuestas. En su conjunto, añaden, el cráter Urvara muestra un aspecto muy complejo, que todavía no han logrado descifrar. Pero, que en definitiva, deja dos grandes interpretaciones posibles.

Por un lado, el impactó que dio lugar al cráter pudo transportar sales, del interior del planeta enano, a la superficie. Por otro, hay indicios que apuntan a que en su lugar fue la salmuera lo que se elevó hasta la superficie y desencadenó diferentes procesos. No se sabría si esa salmuera llegó a la superficie por sí misma o si, simplemente, se acumuló debajo y quedó expuesta gracias al impacto que sufrió Ceres hace unos 250 millones de años. Pero, al margen de cuál de las dos lecturas pueda ser la correcta, los resultados parecen claros.

Los datos refuerzan la idea que ya se tenía gracias a la misión Dawn. Ceres fue un objeto geológicamente activo, con capas salinas extendiéndose bajo su superficie a diferentes profundidades. Estas capas salinas podrían estar relacionadas con un antiguo océano, bajo la superficie, que contuvo compuestos orgánicos. Ceres está muy lejos de la zona habitable del Sol, y, por tanto, no debería poder tener agua en estado líquido. Pero gracias a esas sales, esa salmuera podría seguir presente en la actualidad, en estado líquido, a profundidades de hasta 40 kilómetros…

Estudio

El estudio es A. Nathues, M. Hoffmann, N. Schmedemann et al.; «Brine residues and organics in the Urvara basin on Ceres». Publicado en la revista Nature Communications el 22 de febrero de 2022. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Phys