Dos equipos de investigadores han publicado sus hallazgos tras un primer estudio de las muestras de Hayabusa2. El material fue recogido por la sonda japonesa durante su visita al asteroide Ryugu, que fue traído de vuelta a la Tierra a finales de 2020. Desde entonces, el trabajo no ha parado…
El estudio de un asteroide cercano a la Tierra
La misión Hayabusa2 fue lanzada en 2014, por parte de Japón, y llegó al asteroide Ryugu en 2018. Al año siguiente, Hayabusa2 recogió muestras de la superficie y el terreno inmediatamente debajo de la superficie. A finales de 2020, el material se entregó por medio de una cápsula con un paracaídas, que cayó en terreno australiano. La sonda no ha terminado su viaje. Sobrevoló la Tierra y continuó hacia su siguiente objetivo. Se trata de un asteroide, llamado 1998 KY26, que alcanzará en 2031. En ese trayecto, además, en 2026 visitará otro asteroide.
En ese año, realizará un sobrevuelo rápido del asteroide 2001 CC21, de tipo L (que no es el más abundante). Pero, mientras Hayabusa2 continúa su aventura para visitar otros asteroides, aprovechando el combustible sobrante de la visita al asteroide Ryugu, en nuestro planeta ha comenzado el estudio del material que ha recogido. Ryugu es un asteroide carbonáceo. Como indica el nombre, está formado principalmente por carbono. Además, pertenece al grupo Apolo. Se trata de asteroides que comparten la misma configuración orbital.
Concretamente, engloba a aquellos asteroides, cercanos a la Tierra, que tienen un afelio (punto más lejano de su órbita alrededor del Sol) mayor que la órbita de nuestro planeta, y un perihelio (punto más cercano de su órbita) más pequeño que el de la órbita terrestre. En total, hay más de 10 000 asteroides conocidos que encajan en esa clasificación. Por lo que es la más numerosa de objetos cercanos a la Tierra. De hecho, el asteroide que se desintegró sobre la ciudad rusa de Cheliábinsk, en 2013, era también de este mismo grupo.
Estudiando dos aspectos diferentes de las muestras de Hayabusa2
El primer equipo de investigadores se ha centrado en la densidad, distribución del tamaño de partículas y porosidad de las muestras. El segundo se ha centrado exclusivamente en la composición. Así, los investigadores del primer estudio explican que las muestras son más oscuras de lo que se esperaba. Las imágenes del material muestran que su color es muy parecido al de las cenizas del carbón. Tan solo refleja el 2% de la radiación solar. O lo que es lo mismo, absorbe más radiación que el asfalto. Su porosidad es de un 46%.
Una cifra que, según explican, es la más elevada medida en un asteroide o meteorito. Esto apunta a que, si Ryugu se encontrase alguna vez en la órbita de la Tierra, lo más probable es que se desintegrase por completo en la atmósfera, antes de llegar a chocar con la superficie del planeta. Algo que resulta sorprendente, y muy llamativo, si tenemos en cuenta que su tamaño es de unos 870 metros. Una cifra que, en principio, haría que se pensase en daños catastróficos. Partiendo solo de su tamaño, se podía suponer que, de chocar, no provocaría un evento de extinción…
Pero parecía razonable suponer que, por su gran tamaño, provocaría daños a gran escala y sus consecuencias, en forma de material expulsado desde la superficie, se sentirían durante muchos años. Esa imagen apocalíptica, con esta medición de los investigadores, deja de tener sentido en el caso de Ryugu. Algo que invita a pensar también en cuántas veces, a lo largo de la historia de nuestro planeta, habrá sucedido algo así. Es decir, que un asteroide, que podría haber provocado grandes daños, simplemente se desintegrase antes de alcanzar la superficie.
Las muestras de Hayabusa2 también muestran otros aspectos
Así que Ryugu es un objeto que refleja muy poca radiación solar y, además, tremendamente frágil. El segundo equipo de investigadores, por su parte, explica que las muestras se corresponden con una matriz hidratada de materiales tales como arcilla, así como diferentes materiales orgánicos. También explican que algunos de los materiales no eran parte de la matriz y contenían carbonatos o compuestos volátiles. Conjuntamente, ambos estudios nos dan una imagen de un asteroide frágil pero uniforme a gran escala.
Además, su parecería a las condritas (salvo por estos dos factores). Con esta información, la conclusión que se plantea es que Ryugu, probablemente, representa parte del material más primigenio que se puede estudiar en un laboratorio. Es decir, apenas ha sufrido cambios desde que se formase en los albores del Sistema Solar. La oportunidad de estudio que esto implica es muy interesante. El estudio de estas muestras, en trabajos posteriores, podría permitir profundizar en la evolución del Sistema Solar desde sus inicios.
Es uno de los motivos por los que el estudio de asteroides cercanos a la Tierra resulta tan interesante. No solo permiten comprender mejor cómo son los objetos a nuestro alrededor y, de paso, entender cuáles son más peligrosos. También son una puerta para estudiar el pasado de este rincón de la galaxia. Tras 4500 millones de años, el Sistema Solar es un lugar muy diferente al que era en sus inicios, pero la información de aquella época tan remota sigue contenida en asteroides como Ryugu, como si fuesen cápsulas en el tiempo…
Estudios
Los estudios son:
T. Yada, M. Abe, T. Okada et al.; «Preliminary analysis of the Hayabusa2 samples returned from C-type asteroid Ryugu«. Publicado en la revista Nature Astronomy el 20 de diciembre de 2021. Puede ser consultado en este enlace.
C. Pilorget, T. Okada, V. Hamm et al.; «First compositional analysis of Ryugu samples by the MicrOmega hyperspectral microscope». Publicado en la revista Nature Astronomy el 20 de diciembre de 2021. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Phys