Un investigador propone la construcción de una gigantesca colonia orbital en torno a Ceres, el objeto más grande del cinturón de asteroides. El asentamiento sería una pieza estratégica en la exploración del Sistema Solar, al encontrarse en un punto intermedio de camino a los planetas gigantes.

Una gran colonia orbital alrededor de Ceres

La idea de construir hábitats más allá de la Tierra no es ni mucho menos nueva. Tradicionalmente, siempre se plantean dos opciones diferentes. Por un lado, tenemos la posibilidad de terraformar un planeta o satélite. El caso más atractivo, en el Sistema Solar, seguramente sea el de Marte. Pero, tecnológicamente hablando, la terraformación es una campaña que está tremendamente alejada de lo que podemos conseguir con nuestra tecnología actual. Lo mismo sucede con las colonias orbitales, pero son algo más accesibles.

Una colonia orbital en Ceres para el ser humano
Recreación artística del interior de un cilindro de O’Neill, en el que se puede apreciar la curvatura de la superficie. Crédito: Donald Davis – NASA Ames Research Center

En un futuro cercano, el ser humano se expandirá a la órbita baja de la Tierra. De allí, es lógico que sea cuestión de tiempo hasta que se de el paso de establecer un asentamiento en Marte o la Luna. Sin embargo, hay muchos desafíos que deben ser resueltos para poder llevar a cabo esa misión. La vida en el espacio, y en otros objetos, presenta multitud de riesgos y amenazas. De ellos, destacan especialmente la radiación y la exposición, a largo plazo, a la ausencia de gravedad. Algo cuyos efectos se conocen bastante bien gracias a la Estación Espacial Internacional.

A lo largo del tiempo se han propuesto diferentes soluciones. Una que resulta particularmente intrigante es la de Pekka Janhunen, que propone construir una gran colonia orbital alrededor de Ceres, el planeta enano del cinturón de asteroides, y su objeto más grande. Este entorno proporcionaría gravedad artificial a sus habitantes y, además, daría acceso fácil a los recursos disponibles en el entorno. Es algo que explora en un estudio que ha publicado recientemente y que se ha enviado para su revisión a la revista científica Elsevier.

Una colonia orbital clásica y fácil de expandir gracias a Ceres

La propuesta es fácil de imaginar, pero difícil de llevar a cabo. Consiste en construir un entorno artificial alrededor del planeta enano, aprovechando los recursos que ofrece el propio Ceres. Además, con el objetivo de que pueda expandirse hasta poder alcanzar una población superior a la que tiene la Tierra en la actualidad. Algo que se conseguiría viviendo en colonias orbitales que girarían sobre sí mismas. Es una propuesta que se remonta a principios del siglo XX, cuando la sugirió Konstantin Tsiolkovsky en un libro publicado en 1903.

Es una gran alternativa a la construcción de una base en la superficie de un planeta, pero tiene su propio conjunto de desafíos y complicaciones. La gran diferencia, es que todas esas propuestas se han hecho pensando en la órbita baja de la Tierra. O, en el mejor de los casos, en alguno de los puntos de Lagrange de la Tierra y el Sol. En su lugar, Janhunen plantea la construcción de colonias orbitales con una gravedad artificial equivalente a la de la Tierra. Algo que permitirá que la salud de sus habitantes no se resienta.

Así, explica que Ceres tiene el nitrógeno necesario para crear las atmósferas de las colonias. Es lo suficientemente grande para proporcionar una cantidad de recursos gigantesca. Con la ventaja de que también es lo suficientemente pequeño para tener una gravedad muy baja y que, por tanto, el transporte de material desde su superficie sea fácil y barato. La colonia orbital consistiría, en realidad, de multitud de pequeñas colonias acopladas a un marco en forma de disco, a través de sujeciones magnéticas pasivas, que proporciona diferentes ventajas.

Un concepto muy tentador

Esas colonias tendrían gravedad artificial gracias al giro, al tiempo que sería posible viajar fácilmente a otras instalaciones y garantizaría que la densidad de población se mantenga baja. Janhunen calcula que podría limitarse a unas 500 personas por kilómetro cuadrado. Una cifra que contrasta con las densidades de Manhattan (27 500 personas por kilómetro cuadrado) o Bombay (32 303). Inicialmente, el asentamiento tendría una base de suelo de un espesor de 1,5 metros. Posteriormente, podría ampliarse a los 4 metros.

Ceres observado por la sonda Dawn en 2015, en color muy aproximado a su tono real. Crédito: NASA / JPL-Caltech / UCLA / MPS / DLR / IDA / Justin Cowart

Suficiente para poder crear espacios verdes con jardines y árboles. Serían los responsables de crear el oxígeno del asentamiento y de eliminar el dióxido de carbono, así como de proporcionar más protección frente a la radiación. Ceres es, también, conocido por sus reservas de sales de amoniaco presentes en la superficie. Especialmente, alrededor del brillante cráter Occator. Se podrían importar al asentamiento y convertirse en nitrógeno para incorporarse en la atmósfera. Un conjunto de espejos repartidos por el marco sería la otra gran pieza.

Proporcionarían luz directa, y concentrada, a los diferentes hábitats. De forma que habría iluminación y se facilitaría la fotosíntesis, algo imprescindible para el mantenimiento de esa atmósfera. Lógicamente, sin embargo, nos encontramos ante un desafío para el que nuestra sociedad todavía no tiene las herramientas necesarias. Tenológicamente hablando, estamos muy lejos de poder pensar en construir algo así. Pero, a pesar de que harán falta muchos recursos, su construcción es más fácil, en muchos aspectos, que la de un asentamiento en Marte o la Luna.

¿Por qué Ceres?

Al margen de que no habría que preocuparse por cosas como las largas noches lunares, o las tormentas de arena marcianas, Ceres resulta interesante porque podría permitir disponer de un ascensor espacial. En la Tierra, su construcción es extremadamente complicada. Ceres, sin embargo, tiene una gravedad inferior al 3% de la de nuestro planeta. Por lo que, junto a su rápida rotación, hace que la construcción de una estructura así resulte posible y muy barata desde el punto de vista energético. Por lo que el transporte de material sería simple.

Concepto artístico de un ascensor espacial con una estación espacial de contrapeso. Crédito: NASA

Un asentamiento así, además, sería un gran punto de partida para explorar la región de los planetas gigantes del Sistema Solar. Con una gran población en infraestructura en Ceres, las naves que viajasen a Júpiter, Saturno y otros destinos, tendrían un punto de parada par repostar. Todo ello daría acceso a los recursos del cinturón de asteroides y de otros lugares del Sistema Solar. Con el tiempo, la colonia orbital de Ceres podría convertirse en una gran constelación de asentamientos en el cinturón de asteroides. Podría ampliarse enormemente.

Tanto que, según explica Janhunen, podría albergar una población de cientos de miles de millones de habitantes. Algo que resolvería cualquier problema de sobrepoblación. La mala noticia es que estamos lejos de poder pensar en un proyecto así de forma realista. Las buenas noticias son que, tarde o temprano, será tecnológicamente viable. Por lo que el cinturón de asteroides podría ser uno de los asentamientos más importantes del ser humano en el futuro. A lo mejor, como en The Expanse, termina habiendo cinturonianos…

Estudio

El estudio es P. Janhunen; «Terraforming the dwarf planet: Interconnected and growable Ceres megasatellite world». Enviado a revisión a la revista Elsevier, puede ser consultado en la plataforma arXiv, en este enlace.

Referencias: Universe Today