Hemos descubierto muchos planetas enanos, pero Sedna sigue siendo especial. A pesar de todos los descubrimientos que hemos realizado, sigue siendo necesario hacer una clasificación especial para este pequeño y distante mundo del Sistema Solar. Y eso a pesar de saber de su existencia desde principios del siglo XXI…

El descubrimiento de Sedna

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

Remontémonos hasta finales del año 2003. Más concretamente, al 14 de noviembre. En aquel momento, Mike Brown, con la ayuda de Chad Trujillo y David Rabinowitz, descubrió el objeto más lejano del Sistema Solar. Inicialmente recibió la designación 2003 VB12. Es parte de una campaña de una observación que comenzó en el año 2001. Creemos que podría estar dentro de la Nube de Oort, y es un hallazgo fascinante.

En aquel momento, las primeras estimaciones indicaban la presencia de un objeto a unas 100 unidades astronómicas (o 100 UA, como lo solemos abreviar). Una UA es la distancia media que separa la Tierra del Sol, 149,5 millones de kilómetros. En observaciones posteriores (en noviembre y diciembre de 2003) supimos que describe una órbita muy excéntrica. O lo que es lo mismo, su recorrido no es circular, sino altamente elíptico.

El planeta recibió el nombre de Sedna en honor a la diosa inuit del mar. Según la leyenda, Sedna era mortal, pero alcanzó la inmortalidad al ahogarse en el Océano Ártico. Ahora, reside allí y protege a todas las criaturas marinas. Según Mike Brown, el nombre era apropiado porque es el objeto más frío y más alejado del Sol. En 2004, la Unión Astronómica Internacional aceptó formalmente el nombre.

La clasificación de Sedna

Recreación artística de Eris. Su superficie es muy brillante (refleja un 96% de la luz que recibe).
Crédito: ESO/L. Calçada y Nick Risinger (skysurvey.org)

Todavía no está completamente claro cuál es el grupo en el que encaja Sedna. De hecho, la comunidad científica no se pone de acuerdo en este asunto. Por un lado, su descubrimiento provocó que resurgiese la pregunta de qué objetos deberían ser considerados planetas y qué objetos no. Bajo la definición actual de planeta, que fue adoptada el 24 de agosto de 2006 (en respuesta al descubrimiento de Eris), un planeta necesita haber limpiado su órbita. Así que Sedna no encaja en esa definición.

Por otro lado, para que lo podamos considerar un planeta enano, es necesario que el objeto en cuestión esté en equilibrio hidrostático. Es decir es esférico o un elipsoide simétrico, provocado por el efecto de su propia gravedad. Sedna tiene un albedo (es decir, la cantidad de luz del Sol que refleja su superficie) de 0,32 ± 0,06. Su diámetro se estimaba, originalmente, entre los 915 y los 1800 kilómetros (en comparación a los 1186 de Plutón).

Por tanto, este objeto debería ser lo suficientemente grande y brillante como para ser esférico o elipsoide. Por eso, muchos astrónomos creen que es un planeta enano, y normalmente nos referimos a él así. Sin embargo, algunos científicos se resisten a darle esa categoría porque está tan lejos de la Tierra que es difícil de observar con precisión.

El tamaño, masa y órbita de Sedna

Las órbitas de los diferentes objetos del Sistema Solar, incluyendo la de Sedna.
Crédito: NASA / JPL-Caltech / R. Hurt

Con el tiempo hemos ido definiendo mejor la imagen que tenemos de este planeta enano. En 2004, se pensaba que el máximo diámetro que podía tener Sedna era de 1.800 kilómetros. Después, en 2007, ese límite superior se redujo a 1.600 kilómetros gracias a las observaciones con el telescopio Spitzer. En 2012, las observaciones realizadas con el telescopio espacial Herschel sugerían que su diámetro es de entre 915 y 1.075 kilómetros, por lo que sería más pequeño que Caronte, el satélite de Plutón.

Sedna no tiene ningún satélite. O, si lo tiene, de momento no hemos logrado observarlo. En cualquier caso, esto quiere decir que no somos capaces de calcular su masa. La única forma sería enviar una sonda espacial hasta allí, pero el viaje con la tecnología actual no sería precisamente rápido. Aun así, muchos científicos creen que Sedna es el quinto objeto transneptuniano, y planeta enano, más grande que conocemos, sólo por detrás de Eris, Plutón, Makemake y Haumea.

Como he comentado antes, sabemos que Sedna tiene una órbita muy elíptica. Su punto de mayor proximidad al Sol, su perihelio, es de 76 unidades astronómicas, unos 114.000 millones de kilómetros. Mientras que su punto de mayor distancia a nuestra estrella, su afelio, le lleva a hasta las 936 unidades astronómicas. Unos 870.000 millones de kilómetros. La duración de la órbita de Sedna no está del todo clara. Sabemos que es superior a los 10.000 años, pero algunas estimaciones indican que su órbita podría ser de hasta 12.000 años.

La composición de Sedna

Concepto artístico de la superficie de Sedna.
Crédito: NASA/ESA/Adolf Schaller

En el momento de su descubrimiento, Sedna era el objeto con el mayor brillo intrínseco, encontrado en el Sistema Solar, desde el hallazgo de Plutón en 1930. En cuanto al color de su superficie, Sedna parece ser casi tan rojizo como Marte. Podría deberse a la presencia de hidrocarburos o tolinas. Su superficie es muy homogénea tanto en color como espectro, pero es posible que no sea más que una consecuencia de la distancia que le separa del Sol.

A diferencia de los planetas del interior del Sistema Solar, Sedna apenas sufre impactos de meteoros y objetos perdidos. Por eso, no tiene muchas zonas brillantes de material fresco congelado. Sedna, y toda la Nube de Oort, se encuentra a una temperatura bajísima. Ronda los -240,2ºC. Los modelos del planeta enano indican que, como máximo, hay un 60% de metano y un 70% de hielo en su composición.

Ese dato cuadra con la presencia de tolinas en su superficie, ya que se producen por la irradiación del metano. Comparando las observaciones de Sedna con las de Tritón, los astrónomos han desarrollado un modelo en el que se indica que también podría haber un 24% de tolinas como las de Tritón, un 7% de carbono amorfo, 10% de nitrógeno, 26% de metanol y un 33% de metano. La presencia de nitrógeno en su superficie sugiere que, al menos durante algún tiempo, Sedna pudo tener una atmósfera tenue.

Durante un periodo de 200 años, mientras está cerca de su perihelio, la temperatura máxima de Sedna subiría hasta los -237,6ºC), suficiente calor para permitir que se sublime parte del nitrógeno congelado. Algunos modelos sugieren que bajo su superficie podría haber un océano de agua líquida.

El origen de Sedna

Órbitas de Neptuno (magenta), Sedna (magenta oscuro), varios objetos del Cinturón de Kuiper (cián) y el hipotético Planeta Nueve (naranja).
Crédito: Caltech/R. Hurt (IPAC)

Tras su descubrimiento, Mike Brown y su equipo creyeron que Sedna podía ser un objeto perteneciente a la Nube de Oort. No hay que olvidar que su existencia, la de la nube, en realidad es un planteamiento teórico. Suponemos que es una nube de cometas que se encuentra a una distancia de un año-luz del Sol. El motivo para sospechar que podría formar parte de la Nube de Oort es su perihelio. A 76 UA, Sedna nunca se acerca lo suficiente a Neptuno como para verse afectado por su gravedad.

Pero resulta que Sedna también está más cerca de lo que se espera para un objeto de la Nube de Oort. Además, su inclinación encaja con la del resto de planetas y la del Cinturón de Kuiper. Así que el equipo de Mike Brown optó por describirlo como un objeto interior de la Nube de Oort. Según los investigadores, la mejor explicación para su órbita se debería a que el Sol se formó en un cúmulo abierto de estrellas que, con el paso del tiempo, se separó.

En ese escenario, Sedna habría terminado en su órbita actual a consecuencia de la influencia de alguna estrella que era parte de ese cúmulo, en lugar de haberse formado en el lugar en el que está. Esa hipótesis también ha sido confirmada por medio de simulaciones por ordenador. En ellas se sugiere que el acercamiento de varias estrellas (o de una múltiples veces) en un cúmulo abierto sería suficiente para poner a muchos objetos en órbitas similares.

Las otras hipótesis sobre su origen

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Por otro lado, si Sedna se formó en su ubicación actual, cambiaría nuestra percepción. Eso implicaría que el disco protoplanetario del Sol se extendía mucho más allá de lo que se esperaba. Podría haber llegado a extenderse hasta las 75 UAs de distancia. Además, la orbita original de Sedna tendría que haber sido muy circular. De otra manera, sería imposible que se hubiese formado por la acumulación de pequeños objetos.

Eso nos obliga, del mismo, a añadir más factores. Si su órbita original era circular, tuvo que haber algo que la perturbase. Para terminar en la órbita altamente elíptica que tiene, debió interaccionar gravitacionalmente con otro objeto. Quizá se tratase de un planeta que también estaba en el Cinturón de Kuiper. O puede que fuese el paso de una estrella, o alguna de las jóvenes estrellas que formaban parte del cúmulo abierto en el que se formó el Sol.

Otra posibilidad es que la órbita de Sedna fuese el resultado de la influencia de otra estrella. No sería una estrella pasajera, si no una compañera del Sol, que se encontraría a miles de UA de distancia. Una hipótesis sugiere que esa compañera podría existir, y le asigna el nombre de Némesis. Sin embargo, no se ha logrado encontrar ninguna evidencia directa de su existencia, y lo cierto es que se duda de que el Sol pueda estar acompañado por una estrella muy tenue. También se ha sugerido que Sedna pudo originarse en un sistema estelar diferente, y fue capturado por el Sol cuando su estrella se acercó demasiado al Sistema Solar.

Camino a la Nube de Oort

Recreación artística de la Nube de Oort.

El descubrimiento de Sedna no nos ha servido para confirmar la existencia de la Nube de Oort. Sin embargo, a medida que nuestras tecnologías se desarrollen, los astrónomos están seguros de que encontraremos objetos pertenecientes a esa región. Con ayuda de las próximas herramientas, como el Telescopio Europeo Extremadamente Grande, podremos observarlo mejor que nunca. Seguramente, esas observaciones también servirán para afianzar la clasificación de Sedna como planeta enano.

Quizá en las próximas décadas descubramos muchos otros planetas enanos similares. Pero mientras tanto, Sedna seguirá contando con el honor de ser un planeta enano fascinante. Es el único que conocemos, hasta la fecha, que no se ve influenciado por Neptuno. Cómo terminó ahí, o por qué su órbita es tan lejana, es algo que será objeto de muchos estudios…

Referencias: NASA, Universe Today