Si el sistema de TRAPPIST-1 tuviese vida, ¿podría sobrevivir a las superllamaradas de su estrella? Este lugar resulta de lo más intrigante, porque de los siete planetas que tiene a su alrededor, tres están en la zona habitable. Quizá alguno pudiese llegar a tener vida… si es que las condiciones permiten su supervivencia.
Las superllamaradas de TRAPPIST-1 son un problema
El sistema de TRAPPIST-1 es todo un sueño para cualquier amante de la ciencia ficción. Los siete planetas que orbitan alrededor de esta enana roja son rocosos, de un tamaño similar al de la Tierra. El sistema está a 40 años-luz y, al ser una estrella mucho menos masiva, los planetas están mucho más cerca del astro en comparación al Sistema Solar. Tanto es así, que cubre una distancia que es el equivalente a menos de veinticinco veces la que hay entre la Tierra y la Luna. Si la vida existiese allí, el panorama y los escenarios que se pueden plantear son muy interesantes.

El inconveniente es que no está claro que la vida fuese posible. Esa es, de hecho, la gran pregunta. La inmensa mayoría de mundos potencialmente habitables están en la zona habitable de este tipo de estrellas. Sin embargo, esto no quiere decir que la mayoría de mundos habitados estén en torno a una enana roja. Estas estrellas son conocidas por ser muy violentas en su juventud. Emiten llamaradas muy potentes que pueden arrancar las atmósferas de los mundos a su alrededor. Incluso, si de alguna manera pudiesen retenerlas, hay otros problemas.
Porque seguirían siendo mundos bañados en radiación muy potente. Las enanas rojas solo se vuelven estables y tranquilas al entrar en su etapa madura. Esto es muy diferente a lo que observamos en estrellas más grandes, como el Sol. Son bastante tranquilas a lo largo de sus vidas. Dado que los planetas potencialmente habitables de enanas rojas tienen que estar muy cerca de sus estrellas, existe la duda sobre si, incluso en las mejores condiciones posibles, la vida podría llegar a aparecer en un mundo en torno a una enana roja.
Condiciones demasiado duras
El entorno es, simplemente, demasiado extremo. Las buenas noticias son que estamos ante un campo de estudio muy intenso. Cada cierto tiempo aparecen nuevos estudios y, ahora, en uno de esos nuevos trabajos, hay motivos para el optimismo. El trabajo se centra en las superllamaradas que emiten las enanas rojas y su radiación. Estas llamaradas emiten una cantidad enorme de rayos X y radiación ultravioleta. En el caso de un planeta joven, con atmósfera, en torno a una enana roja, la mayoría de rayos X nunca llegarían a la superficie.
Sin embargo, el mundo sí se vería bañado en radiación ultravioleta. Por lo que la pregunta clave es descubrir el grado de hostilidad de esa radiación ultravioleta para las primeras formas de vida. ¿Cómo comprobar qué sucedería? Expusieron a dos tipos de microbios a radiación ultravioleta. El trabajo se fijó en dos tipos de bacterias, los deinococcus radiodurans, una variedad conocida por ser resistente a la radiación ultravioleta, y los Escherichia coli que es conocida por ser susceptible a la radiación. Expusieron cada bacteria a diferentes niveles de radiación ultravioleta.
Las sometieron a los niveles de radiación ultravioleta que serían típicos en las distancias de los exoplanetas TRAPPIST-1e, f y g, que son los tres mundos potencialmente habitables. Para la variante de E. coli, los resultados no fueron buenos. Una llamarada simulada las esterilizaba por debajo del límite de detección del mundo más cercano. Sí había algo de supervivencia en el caso de la simulación para el mundo más alejado. Sin embargo, el deinococcus radiodurans sí arrojó mejores resultados, aunque el panorama pudiese parecer muy duro.
Las superllamaradas de TRAPPIST-1 pueden ser no tan letales
Solo una de cada 600 millones sobrevivía a las llamaradas simuladas del exoplaneta más cercano. Pero, teniendo en cuenta la frecuencia típica entre las superllamaradas de TRAPPIST-1, la bacteria sería capaz de prosperar. Por supuesto, con llamaradas regulares, habría una presión evolutiva para obligar a la vida a volverse más resistente a la radiación ultravioleta. Por lo que, en teoría, hay motivos para creer que la vida, en sus primeras etapas, podría pasarlo mal en el sistema de TRAPPIST-1, pero las superllamaradas no serían mortíferas.

La vida podría llegar a sobrevivir. Algo que, naturalmente, se puede expandir al resto de enanas rojas. Porque, si la vida pudiera llegar a prosperar en un entorno así, la vida quizá sea común en los mundos habitables en torno a estas estrellas. En el caso de la Vía Láctea, hay que recordar que alrededor del 75% de las estrellas, en secuencia principal, son enanas rojas. La secuencia principal es la fase en la que las estrellas convierten en helio el hidrógeno que acumularon durante su formación, como es el caso del Sol. Esa abundancia es muy importante.
Porque, naturalmente, si las tres cuartas partes de las estrellas de secuencia principal pueden tener vida a su alrededor, es posible que la vida esté presente en muchos mundos en todo el universo. Sin embargo, si no es así, la vida podría tenerlo muy difícil para llegar a arraigarse en los diferentes planetas de nuestra galaxia. Este tipo de estudios, por tanto, resulta de lo más importante porque ayuda a comprender mejor cuál puede ser la abundancia de la vida en otros lugares. Sistemas como TRAPPIST-1 o Próxima Centauri serán muy útiles para seguir perfeccionando esa imagen, por su cercanía al Sistema Solar…
Estudio
El estudio es X. Abrevaya, P. Odert, O. Opezzo et al.; «An experimental study of the biological impact of a superflare on the TRAPPIST-1 planets». Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society el 24 de octubre de 2024. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Universe Today