Un grupo de investigadores plantea que el Sol puede producir superllamaradas con una frecuencia más alta de lo que se pensaba en un principio. Algo que permite conocer mejor nuestra estrella y, en consecuencia, prepararnos mejor ante el posible impacto de una gran tormenta solar…
Las superllamaradas del Sol son algo todavía en proceso de comprensión
2024, sin duda, va a ser recordado como un año de actividad solar importante. Especialmente durante el mes de mayo, en el que se produjeron más de 350 tormentas solares, llamaradas y tormentas geomagnéticas. Entre ellas estuvo la tormenta solar más fuerte de los últimos 20 años, que dejó auroras en latitudes mucho más bajas de lo habitual (llegando a ser visibles, en España, incluso desde las Islas Canarias). También la llamarada más potente observada desde diciembre de 2019. Todo esto es importante por su impacto en nuestro planeta.
Son una amenaza para las comunicaciones de radio, tendido eléctrico, sistemas de navegación, aeronaves y astronautas. Por ello, muchas agencias monitorizan el comportamiento del Sol para comprender mejor su comportamiento a largo plazo. Sin embargo, todavía no se ha logrado establecer si nuestra estrella puede producir superllamaradas ni con qué frecuencia. Los anillos de los árboles, y muestras de hielo de miles de años de antigüedad, son útiles al haber registrado algunas superllamaradas muy potentes, pero tienen sus limitaciones.
No son una herramienta efectiva para determinar su frecuencia. El análisis directo de la actividad solar solo existe desde que el ser humano tiene la capacidad de enviar naves al espacio. En un estudio reciente, un grupo de investigadores ha optado por una nueva estrategia: analizar los datos de decenas de miles de estrellas como el Sol observadas por el telescopio Kepler. Así, llegan a la conclusión de que producen superllamaradas, aproximadamente, una vez por siglo. Las superllamaradas son destacables por la gran cantidad de radiación que emiten…
La potencia de las superllamaradas de estrellas como el Sol
El evento Carrington, la tormenta solar más potente de los últimos 200 años, que sucedió en 1859, emitió tan solo una centésima parte de lo que se puede emitir en una superllamarada. A pesar de ello, fue suficiente para provocar daños extensos en las redes de telégrafo de la época en el norte de Europa y Norteamérica. La capacidad de Kepler de observar miles de estrellas a la vez es muy útil para entender la frecuencia de las llamaradas más potentes. Durante su misión, Kepler observó unas 100 000 estrellas en secuencia principal, continuamente, durante años.
Aunque buscaba exoplanetas a su alrededor, esas mismas observaciones también registraron multitud de llamaradas. Es una herramienta muy útil porque no tenemos la capacidad de observar el Sol durante miles de años. Así que, en su lugar, se opta por observar miles de estrellas como la nuestra durante un período de tiempo corto. Esto permite estimar la frecuencia de las superllamaradas. En su estudio, el equipo ha analizado los datos que Kepler recogió de 56 450 estrellas similares al Sol entre 2009 y 2013, en busca de superllamaradas.
Seleccionaron solo aquellas estrellas que tuviesen una temperatura y brillo similar al del Sol. Además, descartaron posibles fuentes de errores y otros tipos de estrellas que emitiesen llamaradas. En total, los datos de Kepler proporcionaron al equipo los indicios de 220 000 años de actividad estelar. A partir de aquí, identificaron 2889 superllamaradas emitidas por 2527 estrellas. La media es, por tanto, de una superllamarada por siglo. En trabajos anteriores, se planteaba que pudiese ser de una cada mil o incluso diez mil años, pero estaban mucho más limitados.
Otras pistas de la actividad solar
En esos trabajos se incluían las observaciones realizadas en las últimas décadas y evidencias indirectas, obteniendo un intervalo más largo. Cada vez que el Sol ha emitido una gran llamarada, que haya alcanzado la atmósfera de la Tierra, la interacción produce una cantidad detectable de carbono-14 (que es radioactivo). Este isótopo queda atrapado en árboles y muestras de hielo y se degrada a lo largo de miles de años. Esto permite identificar los eventos solares más potentes y determinar cuánto tiempo ha transcurrido desde que se produjeron.
Este método ha permitido a los investigadores identificar cinco eventos extremos de partículas solares y tres candidatos en los últimos doce mil años. Esto sugiere una media de una superllamarada cada 1500 años. Sin embargo, el propio equipo destaca que es posible que hayan ocurrido fenómenos más violentos (y superllamaradas) en el pasado. No está claro, explican, si las llamaradas gigantes siempre están acompañadas de eyección de masa coronal, ni la relación entre las superllamaradas y los eventos solares más extremos. Es algo en lo que necesitan realizar más investigaciones.
Este estudio, por supuesto, no es capaz de desvelar cuándo se producirá la próxima superllamarada. Pero sí invita a la precaución, porque los datos son un recordatorio de que los eventos solares más extremos son parte de su actividad natural. Por ello, es importante monitorizar nuestra estrella regularmente para poder disponer de una buena capacidad de pronóstico y un sistema de aviso temprano. En 2031, esto se verá reforzado con el lanzamiento de la sonda Vigil, por parte de la Agencia Espacial Europea, que ayudará en estas labores.
Estudio
El estudio es V. Vasilyev, T. Reinhold, A. Shapiro et al.; «Sun-like stars produce superflares roughly once per century». Publicado en la revista Science el 12 de diciembre de 2024. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Universe Today