Muchos planetas, incluyendo la Tierra, tienen satélites a su alrededor. De cuando en cuando, surge la pregunta de si las lunas podrían tener sus propias lunas. La teoría siempre ha dicho que sí, pero un grupo de investigadores ha intentado comprender cómo de probable es…

Las lunas podrían tener sus propias lunas… en casos muy específicos

Las lunas podrían tener sus propias lunas

Concepto artístico de una enana roja, con un exoplaneta terrestre habitable y dos exolunas.
Crédito: NASA/Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics/D. Aguilar

La teoría siempre ha dicho que sí, que las lunas podrían tener sus propias lunas. De una manera muy simplificada, sería posible siempre y cuando esté dentro de la esfera de Hill de ese satélite.En la práctica, las cosas son más complicadas porque hay que tener en cuenta otros factores. También se han enfrentado a una de las cuestiones más incómodas. ¿Cómo llamaríamos a un objeto así? ¿A la luna de una luna?

Los mismos investigadores proponen un nombre más científico: subluna, pero también se divierten con propuestas como lunaluna. El humor no ha faltado en ese sentido. En cualquier caso, en la parte que nos interesa más, los investigadores han hecho varias suposiciones. Han intentado determinar las densidades de las lunas y las posibles sublunas basándose en lo que podemos encontrar en el Sistema Solar.

Así, concluyen que solo los satélites grandes, con más de 1 000 kilómetros de radio, y orbitas grandes, podrían tener sublunas a largo plazo. El tamaño, evidentemente, sería proporcional y en torno a 10 kilómetros o superior. Hay pocos casos en los que las lunas podrían tener sus propias lunas. En la mayoría de casos no sucede, porque la órbita de la hipotética subluna se ve desestabilizada por estar en torno a una luna demasiado cercana a su planeta o demasiado pequeña.

El Sistema Solar seguramente no tenga sublunas

Jápeto, fotografíado por la sonda Cassini.
Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute

Es lo que pasa en el caso de la mayoría de satélites del Sistema Solar. Sin embargo, los investigadores creen que hay un puñado de satélites que sí podrían tener sublunas durante períodos muy prolongados. Titán y Jápeto, satélites de Saturno, Calisto, satélite de Júpiter y también la Luna, el satélite de la Tierra. Además, también han hablado del reciente descubrimiento de la primera exoluna. Es decir, la primera luna fuera del Sistema Solar.

Kepler-1625b es un exoplaneta gigante que tiene una luna muy grande. Creen que, probablemente, Kepler-1625b I, la exoluna, sería capaz de tener su propia subluna. Aunque no es algo que se pueda afirmar con rotundidad porque no hay suficiente información sobre el objeto. De hecho, vale la pena recordar que todavía quedan dudas (pequeñas) de si realmente se ha detectado la primera exoluna. La teoría es interesante.

Porque en este sistema tenemos un planeta gigante, mayor incluso que Júpiter, y una luna del tamaño de Neptuno. La luna está lejos del planeta, por lo que el escenario debería ser muy apropiado para que pudiese haber una subluna. Aun así, ese objeto tendría que enfrentarse a las fuerzas gravitatorias tanto de la luna como del planeta. Por lo que las posibilidades de que se llegase a formar una subluna son bastante bajas.

Una configuración complicada

Recreación artística de una posible exoluna en Upsilon Andromedae d. Es posible que las exolunas también puedan albergar vida.
Crédito: Luciano Mendez

Aunque la teoría diga que las lunas podrían tener sus propias lunas, la práctica nos muestra muchísimos obstáculos. Por un lado, hace falta que una roca termine en la órbita apropiada. Tiene que ir a la velocidad adecuada para entrar en la órbita de la luna y no del planeta o la estrella. Si el satélite migra durante algún momento de su historia, la subluna probablemente terminaría siendo destruida. Es el caso de nuestra Luna.

Nuestro satélite, hace miles de millones de años, estaba muchísimo más cerca que en la actualidad. Si hubiese tenido una subluna, no quedaría ni rastro de ella. Por todo esto, los investigadores invitan a que se realicen más estudios para determinar cómo se podría formar una subluna que sea estable. Así como intentar encontrar posibles ejemplos en el espacio. De momento no conocemos ninguna subluna.

En cuanto al nombre, ha habido sugerencias de todo tipo que también son muy similares en español. El término más científico, y que he usado aquí, es subluna. Pero se han sugerido alternativas más humorísticas como lunaluna, meta-luna, luna al cuadrado y, en Twitter, hace unos días, sugeríais muchas más opciones: luna lunera, luna lunera cascabelera, luna junior, reluna, luneta… Entre nosotros, espero que nunca sepamos si las lunas podrían tener sus propias lunas. Así no tendremos que recurrir a uno de estos nombres…

El estudio es J. A. Kollmeier, S. N. Raymond; «Can moons have moons?». De momento solo ha sido enviado al popular servidor arXiv, donde se almacenan muchos trabajos antes de ser enviados a alguna publicación. Podéis leerlo aquí.

Referencias: IFLScience