Una compañía japonesa ha decidido reanudar su campaña para crear lluvias de estrellas artificiales. No es la primera vez que se lanzan a esta campaña. En aquel entonces, los problemas técnicos obligaron a la compañía a posponer sus planes, pero parecen decididos a seguir adelante…

Las lluvias de estrellas artificiales

La compañía ALE (Astro Live Experiences), de Tokio, ya intentó crear lluvias de estrellas artificiales en 2020. Para ello, iban a utilizar el satélite ALE-2, que se lanzó en diciembre de 2019, a bordo de un cohete de la compañía Rocket Lab. Sin embargo, los problemas técnicos obligaron a detener la iniciativa. En aquel momento, la compañía prometió que lanzaría un nuevo satélite para realizar una lluvia de estrellas artificial en 2023. Ahora, la compañía está de nuevo en la campaña. Depende de la financiación colectiva (crowdfunding) y por ahora no tiene fecha definida.

Las lluvias de estrellas artificiales que planea una compañía...
Lluvia de las Géminidas de 2012. Crédito: Jeff Dai

La fecha para comenzar esas lluvias de estrellas artificiales dependerá de en qué momento se lance el satélite. ALE está buscando apoyos en la comunidad, a través de Sky Canvas Community Club que venderá non-fungible tokens (también llamados NFTs) que estarán ligados a beneficios exclusivos para los miembros. Los NFTs, sin embargo, están muy ligados a la comunidad de criptomonedas. Estas últimas suponen un riesgo importante para los inversores, y las alertas no han faltado, por el riesgo de, por ejemplo, participar en esquemas Ponzi.

La compañía no ha comunicado si los NFTs serán la única manera de recaudar fondos o, si por el contrario, habrá otras fuentes de financiación por medio de inversores. Del mismo modo, tampoco han dado planes concretos para lanzar el satélite que generaría estos meteoros. La directora, Lena Okajima, ha explicado que su compañía está entregada al desarrollo sostenible de la humanidad. Asegura que los meteoros combinarán la investigación climática y una nueva forma de entretenimiento espacial, que permita profundizar en la comprensión del cambio climático.

Lluvias de estrellas artificiales bajo demanda

Según la compañía, las estrellas fugaces artificiales estarían disponibles bajo demanda. Podrían usarse en los grandes eventos. Según su plan, pequeñas bolitas, hechas de sustancias inofensivas, serían expulsadas desde un satélite y se desintegrarían a entre 60 y 80 kilómetros de altura, sobre la superficie de la Tierra. De manera más práctica, las esferas también podrían ayudar a recoger información de la mesosfera. Una capa de la atmósfera terrestre que está demasiado elevada para su estudio con globos, los satélites tampoco sirven.

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En su caso, la capa está demasiado baja como para obtener imágenes con una buena resolución. La mesosfera está considerada una pieza importante en los estudios de cambio climático. Es, seguramente, la única aportación realmente interesante que se podría realizar con este proyecto. La idea de las lluvias de estrellas artificiales no resulta particularmente atractiva. No en vano, han sido muchas las voces que, a lo largo de los últimos años, han expresado su preocupación por la contaminación lumínica y los problemas que supone.

Los satélites Starlink, brillantes, ya están interfiriendo en las observaciones telescópicas junto a la astronomía y cultura que depende de un firmamento limpio. Las lluvias de estrellas artificiales, en este sentido, son otro factor en contra para dificultar la observación del firmamento. De hecho, ni siquiera está claro cuál es el brillo que podrían alcanzar estas estrellas fugaces. Lo que parece claro es que, lejos de conseguir concienciar a la población sobre la importancia de reducir la contaminación lumínica, hay individuos y compañías empeñados en aumentarla.

Nada que ver con una lluvia de estrellas habitual

Las lluvias de estrellas reales, naturalmente, funcionan de una manera muy diferente. Las pequeñas partículas de polvo chocan con la atmósfera a velocidad alta, desintegrándose en un instante. En ocasiones, esas partículas llegan en cúmulos. Sucede cuando nuestro planeta atraviesa el campo de restos de un asteroide o cometa. Es en estas ocasiones, de hecho, cuando se producen algunas de las lluvias de estrellas más populares. Probablemente, la más popular es la lluvia de las Perseidas. Su pico de actividad tiene lugar entre el 11 y el 13 de agosto.

El cometa Swift-Tuttle. El responsable de la lluvia de las Perseidas. Crédito: Gerald Rhemann.

Son el producto de los restos depositados por el cometa Swift-Tuttle en su órbita. El punto del que parecen proceder está en la constelación de Perseo (de ahí el nombre). La Tierra, cada año, en esas fechas, pasa por el campo de restos del cometa, provocando que muchas de sus partículas se desintegren en la atmósfera. El cometa completa una órbita cada 133 años. Solo es un ejemplo de las diferentes lluvias que podemos observar a lo largo del año. Otras referencias populares son las lluvias de las Gemínidas y las Cuadrántidas.

La nota negativa, si lo queremos ver así, es que las mejores horas de observación suelen ser las horas previas al amanecer. Por lo que es necesario o trasnochar o madrugar para poder ver el espectáculo. Una lluvia de estrellas artificial, sin duda, podría tener lugar en la hora que le resulte más cómoda al mundo. Sin embargo, parece poca compensación a cambio de añadir otra fuente de contaminación lumínica. Otra fuente de, por tanto, dolores de cabeza para la comunidad científica y los aficionados a la observación del firmamento nocturno…

Referencias: Space