A día de hoy todavía no tenemos constancia de que hayamos sido contactados por formas de vida alienígenas inteligentes. Es cierto que tenemos algún posible caso, pero nada que hayamos podido concretar. El 15 de agosto de 1977, durante 72 segundos, en el radio telescopio Big Ear de la Universidad de Ohio, se recibió una señal que todavía hoy sigue siendo un enigma…

La historia de la señal

La señal Wow!

La señal Wow!

En realidad fue algunos días después, cuando Jerry R. Ehman, un investigador voluntario que trabajaba en el  radio observatorio Big Ear de la Universidad del Estado de Ohio (que fue clausurado en 1997), leía atentamente los datos del barrido del telescopio. En aquella época, la información era procesada por un ordenador IBM 1130, que lo imprimía en papel perforado, y luego se examinaba cuidadosamente a mano. Era una operación tediosa, hasta que Ehman se encontró con algo sorprendente: una columna vertical con la secuencia «6EQUJ5». Sorprendido por su similaridad con lo que sería la firma de una señal interestelar, la rodeó con un bolígrafo y escribió «Wow!» al lado. De ahí procede el nombre de la señal.

La reacción puede parecer un tanto desmesurada hoy en día, pero hay que tener en cuenta que la misión del radio telescopio Big Ear era precisamente explorar el espacio en busca de señales de radio que pudiesen proceder de civilizaciones extraterrestres, si es que estaban intentando contactar con vida inteligente en otras zonas del universo. Para el investigador, esta señal, que procedía de la constelación de Sagitario, se parecía enormemente a cómo podría ser un mensaje así. El director del observatorio, John Krauss, y su ayudante, Bob Dixon, que examinaron los datos después, se quedaron igualmente sorprendidos.

El cúmulo globular M55

El cúmulo globular M55

¿Pero de qué se trataba? Casi cuatro décadas después, la señal Wow sigue siendo la primera y, potencialmente, mejor evidencia de una posible comunicación por parte de extraterrestres, y es uno de los misterios más sorprendentes de la ciencia. Con el paso de los años, Ehman y sus colegas trabajaron para descartar otras explicaciones, tales como satélites y transmisores aéreos o terrestres que estuviesen en el planeta. En realidad, por ese mismo método, los científicos todavía tienen que demostrar que el mensaje proviene del espacio.

¿Cómo se interpreta la señal? (y por qué es importante)

El radio observatorio Big Ear, antes de ser desmantelado.

El radio observatorio Big Ear, antes de ser desmantelado.

La secuencia 6EQUJ5 describe la variación en la intensidad de la señal. Cada carácter representa 12 segundos. Un espacio en blanco indica una intensidad entre 0 y 1, los números 1 a 9 denotan una intensidad en aumento (líneal, de 1,0 a 9,9), y las intensidades por encima de 10 están descritas por medoi de una letra (del modo que una A se corresponde con una intensidad de entre 10 y 11, B de 11 a 12, etc…). El valor más alto detectado por el radio telescopio fue una U (una intensidad entre 30 y 31); es decir, fue una señal 30 veces más fuerte que el ruido normal del espacio profundo. 

Para la frecuencia de la señal, se han dado dos valores diferentes: 1420.356 Mhz y 1420.4556 MHz. La frecuencia de la señal está muy cerca de la del hidrógeno, que es de 1420.40575177 MHz. Puede que parezca una cifra sin mayor importancia, pero para los investigadores tiene un signficado muy especial. El hidrógeno es el elemento más común en el universo, y su frecuencia es bastante alta, así que es posible que los extraterrestres puedan usarla para transmitir una señal fuerte. Además, los dos valores están prácticamente a la misma distancia de la del hidrógeno, 0,0498 MHz (49,75177 kHz) menos que la firma del hidrógeno en el caso del valor inferior, y 0,0498 MHz (49,84823 kHz) por encima en el caso del segundo.

La importancia de los 72 segundos, y su (posible) recurrencia

Este gráfico muestra la variación en la intensidad de la señal durante esos 72 segundos

Este gráfico muestra la variación en la intensidad de la señal durante esos 72 segundos

El telescopio Big Ear usaba la rotación de la Tierra para escanear el cielo. Por el ancho del receptor del telescopio, y la velocidad de rotación de nuestro planeta, Big Ear podía observar un punto en particular durante 72 segundos. Una señal extraterrestre que se emitiese de forma continua, por tanto, debería tener esa duración de 72 segundos, y la intensidad debería ir en aumento durante los primeros 36 segundos (hasta llegar al centro del campo de observación de Big Ear) y luego decrecer gradualmente durante los siguientes 36.

El telescopio tenía dos receptores, de tal manera que una señal cósmica era vista primero en uno (durante 72 segundos) y después, unos tres minutos más tarde, en el segundo. La señal Wow! falló esta prueba tan básica. Sólo se recibió en uno de los receptores, pero no en el segundo, algo que le quita cierto valor a la teoría de que procede de una inteligencia extraterrestre. Pero sólo cierto valor, es posible que, por el motivo que sea, esa emisión terminase justo antes de esos tres minutos.

Jerry Ehman, posando delante del radiotelescopio.

Jerry Ehman, posando delante del radiotelescopio.

Durante los meses posteriores, Ehman intentó detectar más recurrencias de la señal, pero no lo consiguieron. Hubo muchos más intentos, en 1987, en el 89, en 1995, y en el 96, con telescopios más grande y más sensibles que Big Ear. En 1999 se utilizó un telescopio de 26 metros (en el radio obesrvatorio de Mount Pleasant, de la Universidad de Tasmania), pero todos los intentos fueron en vano.

¿Cuál es el origen de la señal?

Las dos bandas rojas de este dibujo indican de dónde pudo proceder la señal. En realidad no están a escala, deberían ser más estrechas.

Las dos bandas rojas de este dibujo indican de dónde pudo proceder la señal. En realidad no están a escala, deberían ser más estrechas.

No hay ninguna explicación que pueda descartar la posibilidad del origen extraterrestre (aunque tampoco ninguna que lo apoye, evidentemente). Algunas teorías apuntan a que pudo haber sido algún tipo de variación en la intensidad de una señal continua más débil (a causa de nuestra atmósfera), o que la fuente podría ser una especie de faro, una señal que simplemente se usaba para un barrido de frecuencias, o una ráfaga enviada una única vez. 

El propio Ehman llegó a dudar de que la señal pudiese ser de origen extraterrestre, aduciendo a que no la volvieron a ver en ninguno de los intentos posteriores de detectarla de nuevo, lo que llevaba a pensar que debía ser, simplemente, alguna señal producida en la Tierra que rebotó en algún residuo espacial. Él mismo se retractó de esa idea, cuando una investigación posterior demostró que era muy poco probable que el origen fuese el que sugería porque requería de condiciones muy específicas para poder explicar la señal. Además, es problemático proponer que la señal de 1420 megahercios se originase en la Tierra porque se encuentra dentro del «espectro protegido»: un ancho de banda reservado para propósitos astronómicos, en el que los transmisores terrestres tienen prohibido transmitir.

La señal parece proceder de una zona del cielo en el que no hay estrellas o planetas, al noroeste del cúmulo globular M55. Si la fuente fuese del tamaño del radio telescopio más grande de la Tierra, hubiera sido necesario un transmisor de 2,2 gigavatios de potencia. Los más potentes que tenemos en nuestro planeta tienen… 2.500 kilovatios.

Probablemente nunca sepamos su explicación

A menos que la señal vuelva a emitirse (si es que realmente procede de alguna civilización extraterrestre), la señal Wow! seguirá siendo un enigma durante las próximas décadas (quizá incluso siglos, quién sabe), pero la idea de que hace casi 40 años, pudiésemos haber sido contactados por una civilización inteligente en algún sistema solar que no conocemos todavía, no deja de ser cautivadora…

Referencias: National Geographic, Wikipedia y Big Ear Radio Observatory