A lo largo de la historia, la ciencia y la religión han estado enfrentadas. Dentro de la ciencia, la astronomía no es una excepción, quizá sea, de hecho, su mayor enemigo. Para empeorar las cosas, hoy día nos enfrentamos a una corriente de lo más desconcertante: el creacionismo. Pero, ¿por qué acabaron en la hoguera personajes como Giordano Bruno? ¿Por qué todavía hoy en día existen corrientes como el creacionismo?

Lo desconocido nos asusta

Seamos sinceros, sabemos que está en la naturaleza del ser humano sentir miedo ante lo desconocido (sobretodo si no sabemos si nos puede dañar de alguna manera). No debería ser sorprendente, por tanto, que la religión siempre haya contado con un buen numero de seguidores. Da respuestas a algunas preguntas muy difíciles de responder, incluso para la ciencia (las clásicas, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?). Irónicamente, se podría decir que precisamente fueron los antiguos astrónomos los que dieron pie a la aparición de la religión, por medio de la figura de los astrólogos.

Un dodecaedro romano
Un dodecaedro romano

En realidad, aunque hoy en día podamos pensar en los antiguos astrólogos babiloniosegipcios, o chinos, como farsantes que sólo buscaban poder. Lo cierto es que, con sus limitados conocimientos, intentaban ayudar a ordenar la vida de las sociedades en las que vivían, era un objetivo que, en mayor o menor medida, no sólo resultaba loable, probablemente ayudó a que nuestra civilización dejase de ser nómada. Pero el conocimiento (sin importar cómo de fundado fuese) conllevaba poder (y responsabilidad, o si no que se lo cuenten a aquellos astrólogos que eran ejecutados tras errar en sus predicciones). Y también es parte de la naturaleza humana (como especie) abrazar ese poder…

Quizá, por eso, uno de los mayores avances de la ciencia en aquellos tiempos de antaño surgió, precisamente, en la antigua Grecia, donde confluyeron muchas culturas diferentes en un lugar muy particular del país heleno, y fue también allí, en aquel mismo lugar, donde su desarrollo se vio parado en seco, durante siglos, cuando el conocimiento que se había ido asentando resultó ser incompleto.

La religión se hizo con el poder

Cuando la mayor parte de occidente se vio dominada por la poderosa influencia de la religión, la ciencia sufrió un severo varapalo. No sólo es que nuestra civilización dejase de expandir su conocimiento, es que en muchos casos, tuvimos que redescubrirlo. La astronomía sufrió durante siglos de la visión geocentrista de Ptolomeo, que era perfecta para la iglesia. Todo el Universo gira alrededor de la Tierra; alrededor del lugar que, según la religión, había sido creado por un ente divino para nosotros.

Galileo Galilei
Galileo Galilei

Era una visión prácticamente perfecta, permitía dar una explicación del mundo que no estaba en contra de lo planteado por las religiones del momento. Es decir, se utilizaba aquella visión para decir estos han sido los designios que el Creador utilizó para crear el mundo que nos rodea.

Bajo esa perspectiva, los planteamientos de personajes como Giordano Bruno o Galileo no sólo eran heréticos, atentaban contra el dogma que imperó durante siglos. Aunque no hace falta hablar de Galileo, ya que es de sobra conocido, quizá vale la pena recordar que Giordano Bruno estaba convencido de que existían incontables mundos que giraban alrededor de sus propias estrellas. Aun así, es posible que en realidad fuese ejecutado por no aceptar la divinidad de Cristo, y no tanto por sus planteamientos científicos.

Galileo explica la topografía lunar a dos cardenales. Crédito: Jean Leon Huens
Galileo explica la topografía lunar a dos cardenales.
Crédito: Jean Leon Huens

Si la astronomía ganaba, la divinidad del Creador sería más difícil de defender (en realidad esto no es del todo cierto, hoy en día la religión y los creyentes se han ido adaptando al conocimiento científico que hemos ido adquiriendo, aún a pesar de que esto implique que en ciertos aspectos estén en clara contradicción). No era permisible. Por suerte para nosotros, la genialidad de Galileo y su planteamiento del mundo desde una perspectiva alejada de los dogmas y la filosofía aristotélica permitieron a nuestros antepasados recuperar el terreno perdido razonablemente rápido.

La peligrosa (e ignorante) corriente del creacionismo

Hoy en día puede ser tentador pensar que el conflicto entre religión y astronomía ha quedado relegado a un plano meramente histórico. pero no es cierto. Al contrario, desde hace unos años, en algunos lugares del mundo (especialmente Estados Unidos), está ganando fuerza una corriente llamada creacionismo. Para los creacionistas (que se inspiran mayormente en doctrinas religiosas), el mundo que nos rodea es la obra de un ente divino, y la ciencia no es más que una sarta de teorías que no han sido demostradas.

Pitagóricos observando un amanecer
Pitagóricos observando un amanecer

En este terreno, es posible encontrar preguntas tan sumamente absurdas como Si el mundo no lo ha creado Dios, ¿por qué existen los atardeceres? Si el mundo no ha sido creado por Dios, ¿entonces por qué existe la Biblia?, sólo por enumerar algunas. En algunos casos, la respuesta es tan sumamente simple que cualquier persona con un mínimo conocimiento general podrá explicarse sin problemas, pero en otros casos, se ataca a la propia naturaleza del cosmos para justificar su punto de vista.

Por ejemplo, el creacionismo niega la teoría de la evolución de Darwin, y como la evolución es un proceso que se lleva a cabo a lo largo de millones de años, es difícil convencer a un creacionista de que está equivocado porque no es algo que se pueda observar en un par de tardes (y sí, también os negará cualquier cosa que nombréis sobre el registro fósil)…

Júpiter y cuatro de sus lunas vistas en el telescopio (una de las evidencias que llevó a Galileo a la teoría heliocéntrica).
Júpiter y cuatro de sus lunas vistas en el telescopio (una de las evidencias que llevó a Galileo a la teoría heliocéntrica).

Irónicamente, esto nos lleva al punto inicial, tenemos miedo a lo desconocido (o a lo que no alcanzamos a entender). Para algunas personas, ver la imagen de una galaxia distante puede resultar fascinante, pero para otras, puede provocarles miedo, hacerles sentir insignificantes, y tener ganas de esconderse en su particular madriguera. Son reacciones normales (por mucho que no nos puedan gustar), pero reflejan, en cierto modo, que quizá el conflicto entre ciencia y religión era, es y será inevitable, porque apela a una de nuestras condiciones más básicas como seres humanos.

Los ateos, los creyentes y el origen del Universo

Antes de terminar este artículo, quiero hacer una especial mención a una batalla en particular que siempre me ha parecido un tanto irritante. Muchas personas se abogan cierta superioridad por definirse ateos, pero, irónicamente, cometen el mismo error que un creyente a la hora de defender su postura. Del mismo modo, los creyentes también apelan a que no existe una respuesta científica para, por ejemplo, el origen del Universo (y tienen razón).

UY Scuti en luz visible.
UY Scuti (la mayor estrella conocida) en luz visible.

En este punto, me gusta recordar las palabras del genial Carl Sagan al respecto, que argumentaba lo siguiente respecto a Dios y el origen del Universo:

«Si la teoría de que el Big Bang precedió a un Universo en Expansión es correcta. ¿Qué sucedió antes de eso? ¿Estaba el Universo vacío de toda materia, y de repente, de algún modo, se creó? ¿Cómo sucedió?.

En muchas culturas, la respuesta habitual es que un Dios o Dioses crearon el Universo de la nada. Pero si queremos afrontar esta pregunta con valentía, entonces debemos hacer la siguiente pregunta: ¿de dónde viene Dios? Si decidimos que es una pregunta sin respuesta, ¿por qué no saltarnos un paso y concluir que el origen del Universo es una pregunta sin respuesta? O, si decimos que Dios siempre ha existido, ¿por qué no saltarnos un paso y concluir que el Universo siempre ha existido? Que no hay necesidad de una creación, que siempre ha estado aquí.

Carl Sagan, en Cosmos
Carl Sagan, en Cosmos

No son preguntas fáciles. La cosmología nos enfrenta a los misterios más profundos, a preguntas que una vez fueron tratadas sólo por los mitos y la religión.»

Y también decía esto respecto a los ateos:

«Un ateo es alguien que tiene la certeza de que Dios no existe, es alguien que tiene evidencias demostrables contra la existencia de Dios. No conozco esas evidencias demostrables, porque Dios puede ser relegado a épocas y lugares remotos, y a motivos perdidos. Tendríamos que saber mucho más sobre el Universo de lo que sabemos ahora para asegurarnos de que tal Dios no existe. Estar seguro de la existencia de Dios y de su inexistencia me parecen los dos extremos más confiados de un tema repleto de tantas dudas, que me inspiran muy poca confianza.»

Quizá nunca lleguemos a tener la respuesta perfecta

Ya lo decía Sagan. La cosmología nos enfrenta a los misterios más profundos, a preguntas que una vez fueron tratadas sólo por los mitos y la religión. Quizá por eso, aunque es necesario asegurarnos de que el mundo tiene el conocimiento científico a su alcance (y que corrientes como el creacionismo, ancladas en el desconocimiento más profundo, no proliferan), también es necesario dar un paso atrás y apreciar (y respetar) a aquellos que encuentran en la idea de un ente divino un refugio (espiritual o físico, me es indiferente).

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La pirámide de Keops

No somos insignificantes en el Universo. Somos hijos del Universo, estamos compuestos del mismo material que las estrellas y los planetas que existen en esta galaxia, y en los cientos de miles de millones que componen el universo observable, somos su creación. Pero, ¿quién (o qué) creó al Universo? No lo sabemos. Quizá algún día lo sepamos, o quizá el conflicto entre la astronomía y la religión perdure durante siglos y siglos…

Mientras tanto, y para terminar con otra frase de Carl Sagan… «Todos y cada uno de nosotros, en la perspectiva cósmica, somos especiales. Si un ser humano está en desacuerdo contigo, déjale vivir. En cien mil millones de galaxias, no encontrarás otro igual.»

Referencias: Space.com (sobre Giordano Bruno)