El telescopio Hubble ha observado un planeta que podría considerarse un ejemplo del Planeta Nueve. Es un hallazgo que podría resultar tremendamente útil en nuestro Sistema Solar. Algo que podría ayudar a descubrir el Planeta Nueve y entender mejor cómo podría ser…

Un ejemplo del Planeta Nueve a más de 300 años-luz

El ejemplo del Planeta Nueve, observado por el telescopio Hubble, está a 336 años-luz del Sistema Solar, en torno a un sistema binario. Es la primera vez que los astrónomos logran observar el movimiento de un planeta masivo, similar a Júpiter, que se encuentra muy lejos de sus estrellas y de su disco de material. Ese disco es similar al cinturón de Kuiper, compuesto por multitud de pequeños objetos más allá de la órbita de Neptuno. El descubrimiento de este exoplaneta es un indicio de que podríamos encontrar mundos como el Planeta Nueve.

Hubble observa un posible ejemplo del Planeta Nueve
Representación artística del Planeta Nueve. Crédito: ESO/Tom Ruen

No se sabe, todavía, si realmente existe. Pero lo importante es que permite establecer una analogía con lo que sucedería aquí. El Planeta Nueve estaría mucho más allá de la órbita de Plutón y tendría una órbita muy inclinada respecto al plano orbital del Sol. Lo mismo sucede en el caso del exoplaneta que se ha logrado detectar con Hubble. La principal diferencia es que, en este caso, se trata de un sistema muy joven. Tiene apenas 15 millones de años. Algo que indicaría que el Planeta Nueve, si existe, pudo formarse en la infancia del Sistema Solar.

Este exoplaneta, que sirve como ejemplo de lo que podría ser el Planeta Nueve, recibe la denominación HD 106906 b. Fue descubierto en 2013 con la ayuda del telescopio Magallanes, en el observatorio Las Campanas, en el desierto de Atacama, en Chile. Sin embargo, en aquel momento, no se pudo determinar la órbita del exoplaneta. Era algo que solo el telescopio Hubble podía hacer, ya que era necesario tomar mediciones muy procesas de su movimiento a lo largo de 14 años. El exoplaneta está tremendamente lejos de sus estrellas.

El exoplaneta HD 106906 b está muy lejos de sus estrellas

Aproximadamente, el planeta se encuentra a 730 UAs (unidades astronómicas) de sus estrellas. Es decir, aproximadamente 730 veces la distancia que separa la Tierra del Sol. Tiene una órbita de 15 000 años, que fue difícil determinar al tener en cuenta que las observaciones del Hubble, en este contexto, cubrían poco tiempo. El planeta se mueve muy lentamente en su órbita. Su extrema distancia hace que la atracción gravitacional de sus estrellas sea muy débil. El disco de material, a su vez, es muy particular, quizá por la influencia del exoplaneta.

La pregunta más evidente, en cualquier caso, es cómo terminó llegando allí ese mundo. No pudo formarse a tanta distancia y en una órbita tan inclinada. En su lugar, se plantea que se formó mucho más cerca. Quizá a unas 3 UAs. La fricción con el material del disco protoplanetario (el disco del que se formaría todo lo que compone el sistema planetario) provocó que su órbita se degradase, acercándose a las estrellas. El efecto gravitacional de ambas provóco que fuese expulsado a los confines del sistema. Podría haberse convertido en un planeta errante.

Pero el paso de una estrella cerca del sistema permitió estabilizar su órbita y evitar que lo abandonase. Los datos de la sonda Gaia permitieron, incluso, encontrar algunas estrellas que podrían haber sido responsables de que HD 106906 b no fuese expulsado de su sistema natal. Pero no es lo único que se ha determinado. Un estudio de 2015 halló indicios para explicar el comportamiento del planeta. Podría deberse al aspecto del disco de material (equivalente a nuestro cinturón de Kuiper) que es marcadamente asimétrico, en lugar de circular.

Un posible ejemplo del Planeta Nueve

El cinturón de ese sistema tendría un lado más poblado que otro. Además, también estaría dispersado en el plano vertical, en lugar de estar confinado en una región más estrecha. Por lo que, cada vez que el exoplaneta, que se menciona como ejemplo del Planeta Nueve, alcanza su máximo acercamiento en torno a las estrellas binarias, agita el material de ese disco. Es decir, sería responsable de su aspecto. El escenario es similar, en algunos aspectos, a lo que podría haber provocado que el Planeta Nueve estuviese tan lejos de nuestro Sol.

Concepto artístico de la superficie de Makemake, un planeta enano del Cinturón de Kuiper. Crédito: ESO/L. Calçada/Nick Risinger (skysurvey.org)

Es posible que se formase en el interior y fuese expulsado por las interacciones gravitacionales con Júpiter. Del mismo modo que HD 106906 b, pudo ser la influencia de estrellas cercanas las que permitieron que su órbita se estabilizase. Este hallazgo, al final, es una herramienta que permite intentar comprender cómo eran las condiciones en el Sistema Solar hace 4600 millones de años. Fue en aquel momento, seguramente, cuando ese posible planeta terminó siendo casi expulsado del entorno del Sol. Es un espejo que puede resultar muy útil.

Pero no hay que perder de vista el hecho de que, al menos por ahora, la presencia del Planeta Nueve no está ni mucho menos asegurada. Hay indicios que apuntan a que podría existir. Pero no es menos cierto, a su vez, que las órbitas de esos objetos del cinturón de Kuiper, que indican su presencia, podrían ser fruto de otros factores. En los últimos tiempos, de hecho, ha habido diversos estudios que se han alejado en busca de otras posibles explicaciones. Se ha llegado a sugerir, incluso, que podría ser un agujero negro primordial.

Un objetivo que será estudiado con el telescopio James Webb

En cualquier caso, HD 106906 b es un exoplaneta tremendamente interesante. Tanto si existe el Planeta Nueve como si no. Por ello, telescopios como el futuro James Webb ofrecerán la posibilidad de entender mejor cómo es este extraño mundo. Los investigadores quieren entender diferentes cuestiones. Tales como, ¿tiene su propio sistema de restos a su alrededor? ¿Captura material que se encuentra más cerca de las estrellas binarias, cuando se adentra en el sistema? ¿Es posible que se pueda observar con la capacidad infrarroja de James Webb?

Concepto artístico del telescopio espacial James Webb. Crédito: NASA

Asimismo, será capaz de confirmar la órbita que ya se ha podido determinar gracias a los datos aportados por el telescopio Hubble. Y, por si no fuera suficiente, es un telescopio más potente. Podrá detectar planetas con una masa más similar a la de Saturno. Quizá alguno de esos posibles mundos haya sido expulsado de su sistema. Los investigadores explican que con James Webb se podrán estudiar sistemas algo más viejos y tenues. Por lo que el abanico de oportunidades se amplía y pinta un cuadro interesante para los próximos años.

Mientras tanto, la duda sobre la existencia del Planeta Nueve sigue en pie. Su búsqueda, al menos por ahora, ha resultado totalmente infructuosa. No ha habido ningún indicio que apunte a que realmente se ha observado. Pero, por su extrema distancia al Sol, es un mundo que sería muchísimo más tenue que Plutón. Con una órbita de entre 10 000 y 20 000 años, además, se movería muy lentamente a lo largo del firmamento. Así que habrá que tener paciencia y ver qué sucede en el futuro. ¿Se llegará a descubrir ese mundo en los confines del Sistema Solar?

Estudio

El estudio es M. Nguyen, R. De Rosa y P. Kalas; «First Detection of Orbital Motion for HD 106906 b: A Wide-separation Exoplanet on a Planet Nine–like Orbit». Publicado en la revista The Astronomical Journal. Puedes consultarlo en arXiv, en este enlace.

Referencias: Phys