Las lluvias de estrellas suponen un cierto riesgo para las naves en el entorno de la Tierra. Aunque son un espectáculo que cualquier ser humano puede disfrutar sin inconvenientes, la historia es algo diferente para aquellos que trabajan con satélites en el entorno de nuestro planeta…
Las lluvias de estrellas suponen un riesgo pero es limitado
Hay que comenzar explicando que, en realidad, las lluvias de estrellas también se conocen como lluvia de meteoros. El término es importante. Un meteoro es un fragmento de roca que ha entrado en la atmósfera de la Tierra y se ha desintegrado. Un meteorito sobrevive a la caída y llega a la superficie. Un meteoroide, por su parte, es una roca flotando en el espacio antes de encontrarse con la atmósfera. En cualquier momento del año podemos ver meteoros. A estos se les llama meteoros esporádicos. También hay que incluir las lluvias de estrellas (o meteoros).
Aproximadamente, hay unas veinte lluvias al año. Hay otras, pero son tenues y generalmente muy difíciles de percibir. Los meteoros dejan destellos espectaculares cuando se adentran en la atmósfera. Ese viaje provoca que el gas se caliente y emita luz. La atmósfera es muy importante porque nos protege de muchos fragmentos de roca que, de otro modo, llegarían a la superficie. Solo los asteroides más grandes son preocupantes, y esos son escasos. El inconveniente es que los satélites y las naves, fuera de la atmósfera, son mucho más vulnerables.
Por ello, las organizaciones como la NASA se toman el riesgo del impacto de un meteoroide muy en serio. Curiosamente, su mayor preocupación no son las lluvias de meteoros, si no los meteoros esporádicos. Las lluvias de estrellas que conocemos apenas elevan el riesgo para las naves en torno al planeta. El motivo es simple. Son lluvias cuyas características están bien entendidas, por lo que se puede calcular muy bien el perfil de riesgo. Esto lo hace la Oficina de Entorno de Meteoroides (MEO, por sus siglas en inglés) de NASA, que publica pronósticos regularmente.
Los imprevistos son lo realmente peligroso
Así que el auténtico peligro viene de los imprevistos, como meteoroides inesperados o lluvias menores de estrellas, que todavía no están bien documentadas o entendidas. Además, no es solo un estudio. La Estación Espacial Internacional lleva en órbita desde 1998 y, en este tiempo, ha tenido que ajustar su órbita en multitud de ocasiones. Incluso ha habido diferentes ocasiones en las que la tripulación ha tenido que resguardarse en el módulo de escape y alejarse de la estación debido al posible impacto de un meteoroide. Aunque hasta la fecha no ha habido daños importantes.
Donde sí ha habido impactos (y daños) es en los satélites. Hay miles alrededor de nuestro planeta, y algunos sí que han sufrido impactos. En un estudio, publicado recientemente, se intentaba cuantificar las lluvias de meteoros potencialmente peligrosos, así como se analizaban las lluvias conocidas, para determinar cuáles son de gran riesgo y preocupación. La conclusión a la que llegan es que, para que una lluvia de meteoros se defina como peligrosa, hay que establecer un baremo que puede resultar un tanto enrevesado, pero no es tan extraño como se podría pensar.
Específicamente, la cifra de meteoroides, de una cierta masa (o superior) que impactan en la superficie expuesta, de una nave en la órbita baja de la Tierra, a lo largo de una unidad de tiempo. Es algo que también se conoce como flujo de meteoroides y, lo que indican, es que debe elevarse un 5% sobre la frecuencia de meteoros esporádicos. Esto contribuiría 105 julios de energía. Suficiente para dañar los componentes relativamente delicados de una nave espacial. Aunque los investigadores aclaran que su recomendación no es que las naves sean más robustas.
El riesgo de las lluvias de estrellas para las naves todavía está en evolución
Simplemente, lo destacan para la investigación que se realiza para los informes de pronóstico de meteoroides. Tras haber identificado este criterio, el equipo de investigadores analizó 74 de las 110 lluvias de estrellas almacenadas en el catálogo del Centro de Datos de Meteoros (de la Unión Astronómica Internacional). Así, descubrieron que seis de esas lluvias cumplirían con los requisitos para clasificarse como peligrosas. De hecho, superaban el valor en un factor de dos. Se trata de algunas de las lluvias más conocidas.
Concretamente, las Ariétidas diurnas, Gemínidas, Perseidas, Cuadrántidas (estas tres son las más activas de cada año), Delta Acuáridas del Sur y las Xi Sagitáridas diurnas. Hay otras once lluvias de estrellas que llegan al valor necesario, pero no lo superan en un factor de dos. El estudio, por tanto, lo que muestra es que los operadores de naves espaciales tienen que estar al corriente de la actividad de meteoroides. No solo en sus operaciones orbitales, si no también a la hora de planificar y diseñar las naves que enviarán al espacio.
Pero, para los que disfrutamos del espectáculo desde la superficie del planeta, no hay nada de lo que preocuparse. Simplemente sirve para tener una mejor idea de todo lo que hace falta tener en cuenta cuando se tiene una nave en el espacio. Aunque esas lluvias de estrellas son un espectáculo (en ocasiones memorable), también suponen un cierto riesgo para aquellos que viajen más allá de nuestro planeta. Esto podría cobrar más importancia en los próximos años, con una órbita baja cada vez más poblada de satélites (y estaciones espaciales privadas que llegarán próximamente…).
Estudio
El estudio es A. Moorhead, W. Cooke, P. Brown et al.; «The threshold at which a meteor shower becomes hazardous to spacecraft». Puede consultarse en arXiv, en este enlace.
Referencias: Universe Today