Esta semana, en Un viaje por la Vía Láctea 1×16, hablamos de los cúmulos globulares. Enormes agrupaciones, de millones de estrellas, confinadas en un espacio pequeño. Además, en YouTube, hablamos de la importancia de tener una luna grande, como sucede con la Tierra…

Un viaje por la Vía Láctea 1×16: los cúmulos globulares

En Un viaje por la Vía Láctea 1×16 hablamos de los cúmulos globulares. Estas formaciones están entre las más viejas que podemos encontrar en una galaxia. Son enormes agrupaciones de estrellas, en ocasiones reuniendo hasta millones de astros en un espacio de apenas unos pocos años-luz. Las estrellas que los componen son tremendamente antiguas, por lo que es posible utilizarlos para establecer cuál es, como mínimo, la edad del universo. A esto le podemos sumar que su origen no está del todo claro, porque hay varias posibilidades.

El papel de la Luna y Un viaje por la Vía Láctea 1x16
El cúmulo globular 47 Tucanae. Crédito: ESO

Puede que, simplemente, sean producto de una gran formación de estrellas en condiciones ideales. Algunas, sin embargo, se cree que son restos de antiguas galaxias enanas que han sido absorbidas por las galaxias con las que han impactado. A fin de cuentas, no podemos olvidar que también se han observado cúmulos globulares en otras galaxias, como es el caso de Andrómeda. El estudio de los cúmulos globulares resulta tremendamente útil porque ayuda a comprender mejor la evolución de la galaxia a lo largo del tiempo.

Además, por sí mismos son lugares de estudio muy interesantes. La enorme cantidad de estrellas, concentradas en un espacio tan reducido, da lugar a multitud de interacciones entre los astros. También hace que, en principio, sea un lugar en el que la posibilidad de conservar planetas sea más bien reducida. De esto, y de muchos otros aspectos de los cúmulos globulares, hablamos en Un viaje por la Vía Láctea 1×16. Disponible en iVoox, en las apps de iOS y Android, en su web, y también justo debajo de este texto:

YouTube: La importancia de una luna grande

En YouTube, además, hablamos de la importancia de tener un satélite grande. La Luna es, en comparación al tamaño de la Tierra, el satélite más grande del Sistema Solar (si bien únicamente por tamaño, el más grande es Ganímedes). El efecto de nuestro satélite en el planeta es muy importante. Su gravedad estabiliza el eje de rotación del planeta, permitiendo que el clima sea estable en una escala de tiempo muy grande. Se ha planteado, en muchas ocasiones, que podría ser un requisito indispensable para que la vida pueda aparecer.

La región oeste del cráter Nobile en la Luna. Crédito: NASA

Por ello, en esta ocasión nos hacemos eco de dos artículos que hemos comentado aquí en la web en estas últimas semanas. Por un lado, un estudio que apunta a que las placas tectónicas podrían ser producto, en realidad, de un desequilibrio gravitacional en el sistema formado por el Sol, la Luna y la Tierra. Algo que solo sería posible gracias, precisamente, al tamaño de la Luna en relación con el del planeta. También influiría, naturalmente, la cercanía de la Tierra al Sol. Aunque no deja de ser una hipótesis, puesto que no es el mecanismo más aceptado.

Por otro lado, además, también nos hemos hecho eco de un estudio que ha intentado determinar dónde podrían formarse satélites grandes. Algo que tiene un doble propósito. Por un lado, porque, sí se sabe dónde buscar, será más fácil poder detectar una exoluna. Es decir, un satélite de un planeta más allá del Sistema Solar. Por otro lado, porque también puede permitir delimitar qué planetas tienen posibilidades de poseer un satélite grande. Como siempre, puedes ver el vídeo en el canal de YouTube, en este enlace, o al principio de este artículo.