El Objeto de Hoag es una de las galaxias más extrañas que podemos encontrar en el universo. Su aspecto es muy diferente al de la mayoría de galaxias que podemos observar. Pero su origen, décadas después de su descubrimiento, sigue siendo un misterio…

Una galaxia anular

El Objeto de Hoag es una galaxia anular, o en anillo. Recibe su nombre de Arthur Hoag, un astrónomo norteamericano que la descubrió en 1950. Está a unos 600 millones de años-luz de la Vía Láctea, y tiene un diámetro aproximado de 100 000 años-luz. Lo más intrigante, sin duda, es su aspecto. Está formado por un núcleo caracterizado por la presencia de estrellas más viejas, y un tono amarillento o rojizo muy característico. Y, a su alrededor, un anillo de estrellas jóvenes, con un tono azul muy intenso, separadas por una franja vacía.

El llamativo caso del Objeto de Hoag
La galaxia elíptica M87. Crédito: Chris Mihos (Case Western Reserve University)/ESO

El mayor problema de este tipo de galaxias es, simplemente, que son extremadamente raras. Se estima que solo el 0,1 % de todas las galaxias del universo son galaxias anulares. Y, para colmo de males, el resto (de las que se han observado) no muestran la simetría que se puede observar en el Objeto de Hoag. Son mucho más irregulares. Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió para que esta galaxia terminase convirtiéndose en algo muy diferente a las tradicionales galaxias espirales y elípticas que podemos encontrar en lo ancho y largo del cosmos?

El propio Arthur Hoag sugirió, cuando la descubrió, que quizá todo se debiese al efecto de lente gravitacional. Es decir, que fue la consecuencia de que su luz fuese distorsionada por una gran cantidad de masa. Pero los estudios publicados posteriormente, demostraron que esa no era la explicación correcta. La versión más popular es que, en realidad, el objeto de Hoag, originalmente, era una galaxia mucho más común. Se trataría de una galaxia espiral que chocó con una galaxia cercana, que literalmente, la atravesó dejando un agujero…

La colisión tampoco explica el Objeto de Hoag

Pero esta opción tampoco es plenamente satisfactoria, a pesar de que esa colisión podría haber afectado a su atracción gravitatoria de forma permanente. Si sucedió en los últimos 3000 millones de años, las señales de esa colisión todavía deberían ser observables en el espectro de radio. Pero no se ha encontrado ninguna señal de que fuese así. Cabe la posibilidad, sin embargo, de que se tratase de una colisión que sucedió hace mucho más tiempo, y que ya no quedasen huellas. La escasez de galaxias anulares tampoco facilita las cosas.

NGC 3921, un conjunto de galaxias que está en proceso de colisión. Crédito: ESA/Hubble

Porque, no solo son escasas, el resto tampoco muestran el mismo aspecto que el objeto de Hoag. ¿Es posible que su origen fuese similar? Quizá sí, pero no es un campo en el que se haya avanzado mucho. De hecho, no hay ninguna señal de la segunda galaxia, que sería la responsable de haber provocado que tenga este peculiar aspecto. Hay otras alternativas que se han propuesto, como que sea la consecuencia del colapso de parte de una galaxia espiral barrada. Es decir, originalmente, el objeto de Hoag habría sido una galaxia similar a la Vía Láctea.

Su presencia es todo un misterio, que permite entender que la interacción entre galaxias es algo que todavía no está completamente claro. No se puede descartar, de hecho, que el Objeto de Hoag sea así por un proceso propio. Es decir, que no se deba a la colisión con otra galaxia. Pero no hay pistas en ninguna de las direcciones. No se ven restos de la galaxia responsable de la colisión, ni se conoce ningún proceso que pudiese provocar que tenga este aspecto. Pero no es el único tipo de galaxia anular que podemos encontrar…

Las galaxias anulares polares

Otra variación, que también sirve para entender por qué se descarta la posibilidad de la colisión de otra galaxia, al menos en tiempos recientes, es la de las galaxias anulares polares. Son galaxias en las que un anillo de gas y estrellas rota sobre los polos de la galaxia. Su origen estaría en la interacción entre dos galaxias. De forma que, al acercarse, el material de una de ellas (la menos masiva) entra en una órbita polar alrededor de la otra. Al igual que las galaxias anulares, son muy escasas y no se conocen demasiadas en la actualidad.

La galaxia anular polar NGC 660. Crédito: Gemini Observatory, AURA

Aunque, gracias al Sloan Digital Sky Survey, que recopiló la información de muchísimos objetos, se conocen algo más de un centenar de galaxias anulares polares. La estructura polar, dicho sea de paso, no es exclusiva de estas galaxias. Por ejemplo, la galaxia enana elíptica de Sagitario, que está colisionando con nuestra galaxia, se encuentra en una órbita polar, deformada como una larga serie de estrellas. En cualquier caso, son solo dos ejemplos de galaxias que se salen de lo que se puede considerar habitual. Así, como, por supuesto las galaxias irregulares.

Pero ninguna se acerca al extraño aspecto del Objeto de Hoag. En cierto sentido, parece dos galaxias en una. El exterior es el típico de una galaxia espiral, con el intenso color azul de las estrellas formadas recientemente. Algo típico en los brazos espirales de galaxias como Andrómeda, la Vía Láctea y muchas otras. El interior, sin embargo, muestra el aspecto típico de una galaxia elíptica. Quizá en el futuro, con mejor tecnología, sea posible entender mejor cuál es su origen. Pero… ¿encontraremos alguna otra galaxia anular con una simetría tan llamativa?

Referencias: Space