Las Pléyades, uno de los objetos celestes más importantes y populares del firmamento, es en realidad mucho más grande de lo que se pensaba. O mejor dicho, el cúmulo que conocemos tan bien es una parte de un conjunto de estrellas mucho más grande, al que pertenecen miles de astros…
Las Pléyades podría ser 20 veces más grande de lo que se pensaba
Las Pléyades están entre los objetos celestes más importantes en la cultura del ser humano. Aparecen en el Antiguo Testamento, se celebran como Matariki en Nueva Zelanda y hasta son el logotipo de la empresa Subaru. Pero, desde hace tiempo, los astrónomos sospechan que este compacto cúmulo de estrellas es solo una pequeña parte de algo mucho más grande. Lo difícil era conseguir demostrarlo. La mayoría de las estrellas, incluyendo el Sol nacieron en grupos dentro de gigantescas nubes moleculares. Son lo que conocemos como cúmulos abiertos.

Las estrellas en un cúmulo abierto permanecen unidas gravitacionalmente durante millones de años antes de dispersarse. Cuando llega el momento, lentamente comienzan a extenderse a lo largo de cientos de años luz. Tras unos 100 millones de años (la edad que se estima que tienen las Pléyades), el cúmulo original se vuelve tan difuso que los métodos tradicionales no permiten identificar qué estrellas dispersas comparten un mismo origen. O al menos, era así hasta la llegada de este estudio, de un equipo de investigadores que plantea un nuevo método.
Consiste en usar la rotación de las estrellas como un reloj. Algo que se basa en el hecho de que las estrellas jóvenes giran rápidamente. Las viejas lo hacen con más lentitud debido a un efecto llamado frenado magnético. Por lo que, las estrellas que naciesen juntas deberían rotar a velocidades similares. Esto proporciona una herramienta muy poderosa para determinar las edades de los astros incluso cuando ya se han dispersado. Los investigadores han combinado los datos de diferentes observatorios para este trabajo.
La utilidad de diferentes herramientas
Así, han recurrido a las mediciones de rotación de las estrellas, tomadas por el telescopio TESS, de la NASA; los datos precisos de posición y movimiento del observatorio Gaia, de la Agencia Espacial Europea y las mediciones de abundancias químicas del Sloan Digital Sky Survey. Estos datos, por separado, no eran suficientes para encontrar las conexiones entre estrellas separadas por cientos de años luz. Pero sí desvelaban mucha información al combinar toda la información. Tanto es así que los resultados permitieron identificar 3091 estrellas.
Todas ellas, forman parte de lo que los investigadores llaman Greater Pleiades Complex (que podríamos traducir como el Complejo Mayor de las Pléyades). Es una estructura mucho más grande que el familiar cúmulo abierto, porque se extiende a lo largo de 600 pársecs. Hay que recordar que un pársec es 3,26 años luz. Así que, aproximadamente, 600 pársecs suponen unos 1960 años luz. Este complejo, además tiene al menos tres grupos estelares que ya eran conocidos con anterioridad. Pueden que, incluso, la cifra total sea de cinco.
Todos los grupos muestran propiedades que destacan por su sorprendente parecido. Las estrellas muestran edades muy similares, basándose en sus respectivas velocidades de rotación; también se mueven de manera coherente a lo largo de la galaxia, y sus composiciones químicas coinciden. Dicho de otro modo, estaban viendo lo que se esperaría de estrellas que nacieron en la misma región de formación de estrellas. Para confirmar sus conclusiones, el equipo realizó diferentes simulaciones en las que se remontaban en el tiempo.
La película de la vida de las Pléyades
En esencia, se remontaron en la historia del movimiento de esas estrellas. Así, descubren que hace unos 100 millones de años, estas estrellas, hoy muy separadas entre sí, ocupaban un volumen mucho más pequeño. Es una indicación muy robusta de que proceden de la misma nube molecular gigante. Lo mejor es que esta metodología puede aplicarse a otras asociaciones estelares, lo que podría desvelar muchas sorpresas. Porque estrellas que, aparentemente son independientes entre sí, cerca del Sol, podrían ser, en realidad, parte de enormes familias estelares desconocidas.

Esto podría, incluso, ayudar a rastrear descubrir el origen de nuestra propia estrella. Porque, con toda seguridad, el Sol debió nacer en un cúmulo abierto que se disolvió hace miles de millones de años. Las estrellas hermanas del Sol están dispersas por la galaxia. Pero, aplicando esta técnica basada en la rotación a estrellas cercanas, cabe la posibilidad de llegar a identificar a esas hermanas perdidas. Algo que permitiría reconstruir cómo era la nube molecular en la que se formó, y quizá incluso hacerse una idea de cómo fue el cúmulo abierto del que formó parte.
Como mínimo, este trabajo es una oportunidad fantástica para comprobar que hay muchas sorpresas esperándonos. Incluso en objetos tan familiares y populares como las Pléyades. El analizar formaciones conocidas, como este cúmulo abierto, con las nuevas herramientas, y con muchos más datos que antes, permite entender el vecindario solar de una manera que hasta ahora no era posible. Además, ya hay un punto de partida para esos estudios… se conocen algunas estrellas que, por sus características, se sospecha que podrían ser hermanas del Sol. Ahora quizá estemos más cerca de confirmarlo…
Estudio
El estudio es A. Boyle, L. Bouma y A. Mann; «Lost Sisters Found: TESS and Gaia Reveal a Dissolving Pleiades Complex». Publicado en la revista The Astrophysical Journal el 12 de noviembre de 2025. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Universe Today