Tenemos toda la atención puesta en las enanas rojas y la habitabilidad de los planetas a su alrededor. Ahora, un estudio plantea que las mini-llamaradas podrían hacer muy difícil que sean acogedores para la vida…

El enigma de las enanas rojas

Concepto artístico de una enana roja con un exoplaneta.
Crédito: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI)

Las enanas rojas frías son uno de los mejores objetivos para buscar exoplanetas. Hemos descubierto planetas en las zonas habitables de sistemas como TRAPPIST-1 y LHS 1140. De sus hallazgos (y muchos otros) se deduce que podría haber planetas similares a la Tierra alrededor de miles de millones de enanas rojas. Son las estrellas más comunes de la galaxia. Así que vale la pena fijarse en ellas. Pero, como en el caso del Sol, muchas de ellas tienen la capacidad de emitir llamaradas muy potentes.

Así que la pregunta es obligatoria. Estas enanas rojas, ¿son acogedoras para la vida o, por el contrario, sus llamaradas pueden hacer inhabitables sus mundos? Para responder a esta pregunta, un grupo de científicos ha repasado 10 años de observaciones de luz ultravioleta. Es el trabajo realizado por la sonda Galaxy Evolution Explorer (GALEX). En sus datos, han buscado rápidos aumentos de brillo producidos por llamaradas estelares.

Esas llamaradas emiten radiación en un amplio conjunto de longitudes de onda. Pero una fracción importante de su energía total se libera en la banda ultravioleta, que es la que observaba GALEX. Al mismo tiempo, las enanas rojas son relativamente tenues en el espectro ultravioleta. Es decir, en el espectro ultravioleta se produce un contraste muy pronunciado. Una de estas estrellas emite poca luz en esa banda, hasta que emite una llamarada. Así que, combinado con el tiempo de observación, se han buscado llamaradas menos intensas que las detectadas hasta la fecha.

El desafío para la vida

Concepto artístico de LHS 1140 y su planeta, LHS 1140b.
Crédito: M. Weiss/CfA

Estas llamaradas estelares no son las más espectaculares, pero son importantes. En principio, son mucho menos energéticas y, por tanto, menos amenazadoras para la vida. Sin embargo, las llamaradas pequeñas pueden ser mucho más frecuentes y acumularse a lo largo del tiempo. Así, eventualmente, se produce un entorno inhabitable. Si es el caso, podemos estar ante un problema serio para la habitabilidad de sus mundos. Las llamaradas más potentes pueden ser devastadoras, pero son ocasionales.

Para detectar y medir la potencia de estos eventos, el equipo de investigadores tuvo que dividir los datos con mucho cuidado. Por ejemplo, en imágenes de media hora de exposición, encontraron variaciones estelares de apenas unos segundos. Para analizar esta información, fue necesario procesar más de 100 terabytes de datos recopilados por GALEX. Después, con un programa especial, los investigadores revisaron cientos de miles de enanas rojas. En total, fueron capaces de detectar docenas de llamaradas más débiles.

Llamaradas de todos tipos

Concepto artístico de planetas con un tamaño similar a la Tierra alrededor de una enana roja.
Crédito: NASA, ESA, y G.Bacon (STScI)

En los datos de GALEX hay un poco de todo. Como pequeñas llamaradas de tan solo unos segundos de duración. Así como llamaradas monstruosas que hacen que la estrella brille, durante minutos, con cientos de veces su intensidad normal. Las que se han detectado son de una fuerza similar a las del Sol. Sin embargo, un planeta tendría que estar mucho más cerca de una enana roja. Es la única forma de tener una temperatura apropiada para la vida como la conocemos. Así que la energía de las llamaradas es más intensa al llegar a ese planeta que en la Tierra.

Si las llamaradas son suficientemente intensas, pueden llevarse por delante la atmósfera de un planeta. La luz ultravioleta fuerte también presenta sus propios inconvenientes. Tiene la capacidad de alcanzar la superficie del planeta y dañar a los posibles organismos que pudiese haber en ella. Sería imposible que apareciese la vida. Ahora, los investigadores están analizando estrellas observadas tanto por GALEX como por el telescopio Kepler, en busca de llamaradas de este tipo. El equipo cree que podría haber cientos de miles de llamaradas ocultas en los datos de GALEX.

Es un caso interesante. La misión GALEX, originariamente, fue diseñada para estudiar la evolución de las galaxias a lo largo del tiempo. Ahora, sus datos se utilizan para estudiar planetas habitables cercanos. Que GALEX pudiese usarse para exoplanetas es algo que, seguramente, no estaba en la cabeza de ninguno de los científicos que trabajaron en el diseño y desarrollo de esa misión.

A la espera de nuevos telescopios

Este concepto artístico muestra una enana roja orbitada por un planeta habitable.
Crédito: Christine Pulliam (CfA).

Todo esto es muy útil. Sin embargo, como empieza a ser normal en todo lo relacionado con la habitabilidad de exoplanetas, será necesario esperar a la llegada de los telescopios de nueva generación. El telescopio espacial James Webb, que será lanzado en 2018, podrá estudiar las atmósferas de planetas que orbitan cerca de sus estrellas. Nos permitirá intentar encontrar vida en otros mundos lejanos.

Pero mientras tanto, los datos de antiguos proyectos y misiones, como los usados en este caso, nos servirán para obtener nuevos resultados y para refinar mejor ciertos aspectos de las misiones. Por ejemplo, pueden servir para determinar en qué estrellas poner la atención primero y en cuáles no. La misión GALEX, por cierto, terminó en 2013, después de más de una década de trabajo observando el firmamento en el espectro ultravioleta.

El estudio es Chase Million, Scott W. Fleming, Bernie Shiao et al.; «gPhoton: The GALEX Photon Data Archive». Enviado a la revista Astrophysical Journal el 20 de diciembre de 2016. Puede ser consultado en arXiv.

Referencias: Phys