La Gran Nube de Magallanes tiene una influencia clara en nuestra galaxia. Esta galaxia enana, visible a simple vista desde el hemisferio sur de la Tierra, está siendo entendida cada vez mejor. En los últimos años se han recogido muchos datos para entender su relación con la Vía Láctea…

El efecto de la influencia de la Gran Nube de Magallanes

En los últimos años, una nueva investigación y una mejor capacidad de observación ha permitido entender cómo la Gran Nube de Magallanes está moldeando la evolución de la Vía Láctea. Durante mucho tiempo se ha supuesto que nuestra galaxia está en una fase tranquila. A fin de cuentas, la galaxia grande más cercana es Andrómeda, a 2,5 millones de años-luz. Con el paso del tiempo, sin embargo, cuentan Eugene Vasiliev, autor del estudio, se está entendiendo que la Gran Nube de Magallanes es más bien masiva. Además, ha pasado por un momento importante.

Las dos Nubes de Magallanes (Grande y Pequeña) son dos galaxias enanas irregulares. Crédito: ESO/S. Brunier – ESO

Acaba de pasar por el pericentro de su órbita. Allí, su velocidad y el efecto recíproco en nuestra galaxia alcanzan su punto más alto. Hasta el punto de hacer difícil ignorar qué efecto tiene. La Gran Nube de Magallanes tiene, aproximadamente, entre el 10 y el 20% de la masa de nuestra galaxia. Así que no es nada desdeñable. Vasiliev cree que está en su primera órbita alrededor de la Vía Láctea. Antes de que comenzase, la Nube era una galaxia espiral. La interacción con la Vía Láctea distorsionó sus brazos espirales, aunque todavía tiene una gran barra central.

Es una evidencia de su antigua estructura. La Vía Láctea también ha cambiado en esa interacción. Las estrellas y corrientes estelares más cercanas a la Gran Nube han visto sus órbitas desviadas. También ha habido cambios estructurales más grandes en la Vía Láctea. Nuestra galaxia no es rígida, está formada por estrellas, polvo, gas y roca en diferentes densidades. Las zonas más cercanas a la Gran Nube de Magallanes se han visto más afectadas que las más lejanas. El resultado final es una ligera deformación en la forma de nuestra galaxia, especialmente en las regiones exteriores.

Cómo encontrar las señales de esos cambios

Los astrónomos deberían ser capaces de encontrar los indicios de estos cambios, pero no es una tarea fácil. Es difícil estudiar la forma de nuestra galaxia porque, simplemente, no podemos observarla desde la distancia. Vivir en la Vía Láctea tiene un aspecto positivo pero también uno negativo. Es posible medir las posiciones y velocidades, en 3D, de millones de estrellas con gran precisión, gracias a misiones como la de la sonda Gaia. En el caso de otras galaxias, no hay forma alguna de poder obtener esa información, por poner un ejemplo.

Por otro lado, la Vía Láctea bloquea mucho de nuestro campo de visión de sí misma. El polvo interestelar filtra la luz en las regiones densas, ocultando información de nuestras herramientas. No solo eso, las regiones más lejanas de la galaxia están demasiado lejos para que sondas como Gaia puedan medirlas con precisión. Los científicos, por tanto, necesitan apoyarse en modelos para poder cubrir esas lagunas. Así, pueden hacer predicciones sobre las regiones distantes de la galaxia, apoyándose en lo que se conoce de nuestro entorno.

Esto hace que observar los efectos de la Gran Nube en la Vía Láctea sea difícil. Si hay un pequeño error en los modelos, incluso un 5% de exceso en el cálculo de distancias, por ejemplo, distorsionaría la imagen de la Vía Láctea y ocultaría las perturbaciones provocadas por la Gran Nube de Magallanes. El tamaño y proximidad de la galaxia satélite implica que sus perturbaciones en la Vía Láctea sean importantes. Así que, ¿cómo se pueden encontrar? La sonda Gaia podría tener la respuesta, al menos parcialmente. En sus datos se observó un patrón.

La influencia de la Gran Nube de Magallanes en el halo de la Vía Láctea

Gaia observó un patrón de rayas en la posición y velocidad de las estrellas del halo de la Vía Láctea. El halo es una región esférica que rodea el disco galáctico y contiene estrellas, con una densidad mucho más baja que en el disco. Se cree que estos patrones son restos de galaxias que se fusionaron con la Vía Láctea hace mucho tiempo. Cuando la Gran Nube de Magallanes pasó cerca de la Vía Láctea, en un pasado más reciente, debió dejar distorsiones en esas rayas. Eso es lo que los Vasiliev espera encontrar en el halo.

Concepto artístico de la Vía Láctea en su infancia. Crédito: James Josephides, Swinburne University, Licence type Attribution (CC BY 4.0)

La región es perfecta porque su baja densidad hace que sea más proclive a los cambios causados por el sobrevuelo de la Gran Nube de Magallanes, en comparación a las regiones interiores. De hecho, el Sistema Solar y las regiones densas del disco galáctico son relativamente inmunes a esas distorsiones. Cuando la Nube pasó cerca, cada estrella se vio desplazada en la misma cantidad; es decir, no dejó una distorsión visible. Vasiliev explica que se puede pensar en esa atracción como la que provoca la Luna en la Tierra.

Un lago aislado no tiene mareas, añaden, pero todo el océano sí porque la fuerza gravitacional de la Luna varía a lo largo de su extensión. Del mismo modo, los efectos de la Nube en nuestro vecindario son poco probables, pero sus efectos en el halo son mucho más claros. La Vía Láctea y la Gran Nube de Magallanes están en rumbo de colisión. Se fusionarán en varios miles de millones de años, pero antes de la gran colisión con la Galaxia de Andrómeda. Hasta los satélites de la Vía Láctea, por tanto, tienen un efecto en la galaxia…

Estudio

El estudio es E. Vasiliev; «The Effect of the LMC on the Milky Way System» el 4 de marzo de 2023. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Universe Today