Podemos decir que hay escasez de supernovas visibles desde nuestro planeta. Al menos, en cuanto se refiere a supernovas producidas en la Vía Láctea. Algo que resulta extraño porque se calcula que, de media, cada 100 años debería haber un par de estos fenómenos. Así que… ¿por qué sucede?

Más de 400 años con escasez de supernovas visibles

La última supernova observada a simple vista desde la Tierra se produjo en 1604. Es de la última de la que hay registros históricos fiables. Fue observada por multitud de astrónomos de todo el mundo, incluyendo al famoso Johannes Kepler. Desde entonces… nada. Han pasado más de 400 años, y no hay ningún testimonio fiable de la aparición de supernova alguna en el firmamento de nuestro planeta. Sin embargo, los estudios determinan que la Vía Láctea experimenta en torno a dos supernovas cada 100 años. Así que, ¿qué está sucediendo?

La escasez de supernovas visibles desde la Tierra
Estos son los restos de la supernova SN 1987 A (que explotó en 1987 en la Gran Nube de Magallanes). Crédito: NASA, ESA, P. Challis, y R. Kirshner

Lo cierto es que la Vía Láctea, efectivamente, continúa produciendo supernovas con el ritmo esperado, aproximadamente. Un ejemplo es Cassiopeia A, un remanente de una supernova que sucedió hace unos 325 años. Sin embargo, no hay mención alguna a su aparición en el firmamento. Ni registro alguno que deje constancia del fenómeno. Si avanzamos a tiempos más recientes, nos encontramos con esa misma escasez de supernovas visibles desde nuestro planeta. ¿El motivo? Podríamos decir que es, precisamente, que nuestra galaxia es muy grande.

La Vía Láctea mide unos 120 000 años-luz y contiene 200 000 millones de estrellas. Pero, para que podamos ver una supernova a simple vista, es necesario que tenga lugar en una región que, desde nuestro punto de vista, esté razonablemente despejada para poder detectar la explosión de la estrella. Es, precisamente, lo que comenta un grupo de investigadores en un nuevo estudio, que está disponible para su consulta en el servidor preliminar arXiv (y que está enlazado al final del artículo). Todo se reduce, en esencia, a nuestra ubicación.

Un fenómeno espectacular… según desde donde se observe

Hay que recordar, brevemente, que una supernova puede producirse, en esencia, de dos maneras diferentes. Por un lado, por la muerte de una estrella mucho más masiva que el Sol. Nuestra estrella no es lo suficientemente masiva como para terminar su vida de esa manera. En su lugar, se convertirá en una enana blanca. Por otro lado, una enana blanca en un sistema binario puede terminar convirtiéndose en supernova. Basta que tenga una estrella compañera, lo suficientemente cercana como para poder robarle material.

Concepto artístico de una supernova de tipo Ia (1a). La enana blanca (izquierda), roba material a una estrella mucho más grande. Crédito: NASA

Llega un momento en el que la enana blanca acumula demasiado material. En ese instante, explota en forma de supernova. Ambos fenómenos deberían ser observables, en muchos casos, a simple vista. Pero no sucede así por diferentes factores. Por un lado, las supernovas generalmente ocurren en el disco de la galaxia. En la región donde hay más polvo. Su presencia es todo un incordio, en este caso, porque es muy eficiente a la hora de bloquear el brillo de las estrellas que se encuentran en su camino hasta nosotros.

Cuanto mayor sea la distancia a la supernova, más difícil será observarla, especialmente si está en el disco, al obligarnos a mirar en la dirección en la que hay una mayor cantidad de polvo presente. Por lo que, para poder verla a simple vista, es necesario que suceda en una región donde haya menos material entre la estrella y nosotros. Además, tiene que ser lo suficientemente cercana para poder verla a simple vista. Los investigadores explican que, al tener en cuenta ambos factores, la frecuencia esperada es la que podemos ver en nuestro caso.

¿Cuándo terminará la escasez de supernovas visibles?

Así que, en principio, parece que nos toca fastidiarnos. Simplemente, aunque las supernovas sean relativamente comunes, no siempre estarán en buena posición. Muchas pasarán desapercibidas desde la Tierra, simplemente por estar ocultas tras mucho polvo interestelar. Los investigadores añaden, en su estudio, que tenemos un 33% de posibilidad de ver la próxima supernova que se produzca en la galaxia, si el mecanismo que la causa es la muerte de una estrella mucho más masiva que el Sol. No es un porcentaje muy alentador…

Betelgeuse, observada por el telescopio Alma. Crédito: LMA (ESO/NAOJ/NRAO)/E. O’Gorman/P. Kervella

Pero podemos sumarle otra estimación. Calculan que tenemos un 50% de posibilidad de ver la próxima supernova producida por una enana blanca que acumule demasiado material. ¿El inconveniente? Que es imposible saber cuándo sucederán, por lo que no se puede hacer una previsión de en qué momento podríamos esperar observarla. Esto no impedirá, sin embargo, que haya ciertas estrellas que siempre vayan a estar en el foco de atención. Betelgeuse es, probablemente, la más popular en ese sentido. Es una de las estrellas más brillantes del firmamento.

Ya es visible a simple vista y, en la escala cósmica, su explosión como supernova es inminente. El problema es que estamos hablando de unos 100 000 años. Por lo que podría suceder en mucho tiempo, sin darnos la oportunidad de poder ver una supernova en el curso de nuestras vidas. Sea como fuere, parece que no deberíamos hacernos muchas ilusiones con observar una supernova en las próximas décadas. Pero, por otro lado, en algún momento debería tener lugar una que sea visible desde la Tierra… y ya va tocando, ¿no?

Estudio

El estudio es C. Murphey, J. Hogan, B. Fields et al.; «Witnessing History: Rates and Detectability of Naked-Eye Milky-Way Supernovae». Puede consultarse en arXiv, en este enlace.

Referencias: Universe Today