Una mayor frecuencia de lanzamientos de cohetes podría dañar la capa de ozono. Es lo que determina la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés). Aunque estamos lejos de llegar a ese punto, las cifras que plantean no son imposibles de alcanzar…

Una mayor frecuencia de lanzamientos perjudicaría a la capa de ozono

Los lanzamientos de cohetes son uno de los espectáculos que más capturan la atención del ser humano. Especialmente cuando nos encontramos ante lanzamientos tripulados o que resultan históricos por otros motivos. Misiones como Demo-2, que permitió que SpaceX pudiese enviar seres humanos a la Estación Espacial Internacional, o el lanzamiento del telescopio James Webb. Son algunos ejemplos de cómo los lanzamientos espaciales pueden paralizar la sociedad y reunirnos, momentáneamente, en torno a un evento histórico.

La capa de ozono podría dañarse con más lanzamientos
La Estación Espacial Internacional, fotografiada el 23 de mayo de 2010 desde el Space Shuttle Atlantis. Crédito: NASA

En los últimos años hemos visto un aumento muy marcado en la frecuencia de lanzamientos. En 2021, SpaceX realizó 31 lanzamientos a la órbita de la Tierra. En lo que va de 2022, la compañía de Elon Musk ya ha realizado 26 lanzamientos y todo apunta a que pulverizará el récord que ya poseen. Además, la compañía espera poner en marcha, a nivel comercial, su próxima nave, Starship. En estos momentos sigue en pruebas, pero se espera que en los próximos meses todo avance a buen ritmo y no tarde mucho en entrar en funcionamiento.

El gran objetivo, no hay que olvidarlo, es llevar seres humanos a Marte. Ahora, otras compañías también se están uniendo y realizando sus lanzamientos. Hablamos de compañías como United Launch Alliance (normalmente abreviada como ULA), Astra o Rocket Lab. Hemos llegado a un punto en el que los lanzamientos de cohetes ya son prácticamente rutinarios, y el número de lanzamientos va a seguir aumentando en los próximos años. Esto, a su vez, tiene un impacto en el medioambiente, y ahora se ha publicado un análisis al respecto…

Un ritmo de lanzamientos que no es impensable

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), ha publicado un estudio analizando el impacto medioambiental de los lanzamientos de cohetes. Así, explican que, si los lanzamientos aumentasen diez veces, utilizando hidrocarburos como combustible, dañaría la capa de ozono. También afectaría a los patrones de circulación atmosférica. La cifra es perfectamente creíble si nos apoyamos en el ritmo al que están subiendo los lanzamientos ahora mismo. Se podría alcanzar en las próximas dos décadas.

Los investigadores involucrados explican que es necesario entender mejor el posible impacto de estos motores en la estratosfera y en el clima en la superficie terrestre. Con más investigación, añaden, debería ser posible entender mejor el impacto relativo, en el clima y el ozono, de los diferentes tipos de cohetes. En las últimas décadas, el ritmo de lanzamientos ya se ha triplicado. En las próximas décadas se espera que el ritmo sea incluso más acelerado. Los cohetes son la única fuente de contaminación por aerosoles, de origen humano, por encima de la troposfera.

Es decir, por encima de la región más baja de la atmósfera, que se extiende a una altura de entre 6 y 10 kilómetros sobre la superficie del planeta. Los autores del estudio han utilizado un modelo climático para simular el impacto de, aproximadamente, 10 000 toneladas de contaminación de hollín inyectada en la estratosfera, en el hemisferio norte, cada año durante cincuenta años. En estos momentos, se calcula que se emiten 1000 toneladas, de hollín de motores de cohetes, anualmente. Sin embargo, las cantidades de hollín son difíciles de estimar.

El impacto en la capa de ozono no es fácil de medir correctamente

La cantidad exacta de hollín, emitida por los diferentes motores que usan hidrocarburos, en todo el planeta, es difícil de determinar. Los investigadores, de todos modos, determinan que este nivel de actividad aumentaría la temperatura anual, en la estratosfera, entre 0,5 y 2ºC. Suficiente para provocar cambios en los patrones de circulación global, al frenar las corrientes en chorro subtropicales. Calculan que el ralentizado podría ser de hasta un 3,5%. Además, también debilitan la circulación de vuelco meridional en esa misma capa.

Lanzamiento del satélite Eutelsat Quantum a bordo de un cohete Ariane 5. Crédito: ESA/S. Corvaja

Los investigadores explican que el ozono estratosférico se ve fuertemente influido por la temperatura y la circulación atmosférica. Así que no se llevaron ninguna sorpresa cuando el modelo mostró cambios en las temperaturas y que los vientos cambiaban la abundancia de ozono. La reducción de ozono, según el modelo, se producía a partir de 30 grados Norte, hacia el polo. Es decir, aproximadamente desde la latitud de Houston. Sucedía en casi todos los meses del año. La reducción máxima, de un 4%, sucedía en el Polo Norte en junio.

El resto de regiones, por encima de 30ºN, también sufrían algún tipo de reducción de ozono. Este patrón de pérdida de ozono coincide con la distribución de carbono negro y el calentamiento asociado con él. Es decir, con más lanzamientos, la población del hemisferio norte podría verse expuesta a una mayor cantidad de radiación ultravioleta dañina. Este tipo de investigaciones resultan muy útiles para entender el impacto, en la estratosfera, de una mayor actividad espacial. Veremos cómo avanza este campo en los próximos años…

Estudio

El estudio es C. Maloney, R. Portmann, M. Ross et al.; «The Climate and Ozone Impacts of Black Carbon Emissions From Global Rocket Launches». Publicado en la revista JGR Atmospheres el 1 de junio de 2022. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Universe Today