La mayoría de los observatorios de la Tierra sufren los efectos de la contaminación lumínica artificial. Los resultados, publicados en un nuevo estudio, indican que deberían tomarse acciones de manera inmediata. Por desgracia, seguramente sea poco probable que veamos esa acción rápida…

Los observatorios sufren la contaminación lumínica incluso en lugares remotos

La contaminación lumínica artificial está contaminando el firmamento en la mayoría de los observatorios astronómicos de la Tierra. El equipo de investigadores está compuesto por científicos de Italia, Chile y España. Han comparado la contaminación lumínica en casi 50 observatorios. Se han fijado en los observatorios profesionales más grandes y, también, en instalaciones mucho más pequeñas, dirigidas a los aficionados. Posteriormente, los científicos aplicaron un modelo, sobre cómo viaja la luz a través de la atmósfera terrestre, a las imágenes nocturnas tomadas por satélites.

La mayoría de observatorios sufren la contaminación lumínica
Comparación en la contaminación lumínica entre una zona rural (arriba) y metropolitana (abajo). Crédito: Jeremy Stanley/Wikimedia Commons

Los investigadores también han tenido en cuenta la contaminación lumínica a lo largo del firmamento nocturno. El cénit, el punto justo encima de nosotros, es la región del firmamento menos contaminada y es, por tanto, la zona más oscura del cielo nocturno. Los investigadores también han medido el brillo medio en altitudes de 30 grados. Es lo más bajo a lo que puede llegar un telescopio en un observatorio terrestre. También han observado los primeros diez grados justo por encima del horizonte y, por último, el aspecto más general.

Tuvieron en cuenta el brillo medio global a lo largo del firmamento, así como de qué manera esa luz artificial, desde el cielo, ilumina el suelo. Tras estos pasos, los investigadores compararon estas mediciones con la luz procedente de estrellas y de la propia Vía Láctea. También tuvieron en cuenta el brillo natural del cielo, provocado por la tenue emisión de luz procedente de la atmósfera de la Tierra. Es un fenómeno conocido como luminiscencia nocturna. De esta manera, es posible crear un modelo que analice el impacto de la luz artificial.

Más contaminación lumínica de lo esperado

Ese modelo detalla cómo la luz artificial afecta al firmamento nocturno. Algo que les permite determinar que el cielo, sobre la mayoría de observatorios, presenta más contaminación lumínica de lo que se había supuesto. Como ejemplo, podemos hablar de lo observado en los grandes observatorios. En este contexto, un gran observatorio es aquella instalación con un telescopio con un diámetro de 3 metros o más. De los 28 grandes observatorios seleccionados, solo siete tenían un brillo en el cénit con la luz por debajo del brillo natural esperado (que es un valor del 1%).

Los investigadores consideran que cualquier cosa por encima de este punto es un cielo contaminado y, por debajo, no contaminado. Es decir, solo siete grandes observatorios se consideran contaminados por, únicamente, el nivel natural de brillo del firmamento. Lo peor es que solo uno de los 28 grandes observatorios, estudiados por los autores del estudio, mostró contaminación lumínica por debajo del 1% a 30 grados sobre el horizonte. Los investigadores también tuvieron en cuenta un límite más elevado para el brillo artificial.

En la década de 1970, la Unión Astronómica Internacional definió en un 10% el límite máximo de brillo artificial permisible. Incluso con esta cifra, las dos terceras partes de los grandes observatorios quedaban excluidos. Al final, de todos los lugares estudiados, el menos contaminado resultó ser un albergue en Namibia. Allí se encuentran varios telescopios que se alquilan a astrónomos aficionados. Así lo explica Fabio Falchi, autor jefe del estudio y físico especializado en contaminación lumínica en la Universidade de Santiago de Compostela, en España.

No solo los observatorios sufren el impacto de la contaminación lumínica

El propio Fabio menciona que ha estado en esas instalaciones, en Namibia, y que podía confirmar que es el lugar con la menor contaminación lumínica que haya visto jamás. A esto, añadía que debemos, como sociedad, intentar reducir el nivel de contaminación lumínica en otros lugares para proteger el futuro de la astronomía terrestre. Es decir, con telescopios que estén instalados en la superficie de nuestro planeta, en lugar de observatorios espaciales. A este estudio podemos añadirle, naturalmente, el impacto a nivel de la sociedad.

Contaminación lumínica de París, vista desde la Estación Espacial Internacional. Crédito: NASA

Es algo de lo que hemos hablado en muchas ocasiones en este blog. La contaminación lumínica provoca que, por ejemplo, en las ciudades más afectadas, apenas podamos ver un puñado de estrellas. Ciudades como Madrid, París o Nueva York suelen ser puestas como ejemplo. En ocasiones apenas se llegan a ver las 90 estrellas más brillantes del firmamento. Algo que contrasta enormemente con el espectacular firmamento que se puede ver en lugares con una contaminación lumínica mucho más reducida. Allí, el cielo parece transformarse.

Contrasta enormemente con lo que podemos ver en una gran ciudad. El cielo, repleto de estrellas en todas direcciones, resulta un espectáculo por sí mismo. Ha sido la fuente de inspiración de innumerables obras a lo largo del tiempo. En el presente, sin embargo, la inmensa mayoría de la población mundial, según estudios publicados en la década de 2010, vive bajo cielos que presentan diferentes grados de contaminación lumínica. ¿Veremos un cambio en esta tendencia en los próximos años? ¿o irá todo a peor, como algunos temen?

Estudio

El estudio es F. Falchi, F. Ramos, S. Bará et al.; «Light pollution indicators for all the major astronomical observatories». Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society el 20 de diciembre de 2022. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Space