La Tierra se ve expuesta a muchas amenazas diferentes. El cambio climático, desastres naturales, llamaradas solares… Pero sin duda, aquello que viene desde el espacio es lo que más captura nuestra imaginación. ¿Cómo se puede saber si un asteroide, que viaja hacia la Tierra, es peligroso?

No cualquier asteroide es peligroso

En el Sistema Solar hay millones de rocas espaciales, que comúnmente conocemos como asteroides. Sus tamaños varían desde unos pocos metros de diámetro a cientos de kilómetros. En su mayoría, se trata de objetos que no se incorporaron a ningún planeta durante la formación de este pequeño rincón de la Vía Láctea. Aquellos asteroides (y cometas) que se acercan a menos de 1,3 unidades astronómicas del Sol, son objetos cercanos a la Tierra. Hay que recordar que una unidad astronómica es la distancia media que separa al Sol de la Tierra.

¿Cómo se sabe si un asteroide es peligroso?
Esta fotografía muestra el rastro de humo, del recorrido del meteorito de Cheliábinsk al entrar en la atmósfera. Crédito: Alex Alishevskikh

Esos objetos cercanos a la Tierra son los que presentan un mayor peligro para nuestro planeta. No es raro que los asteroides golpeen nuestro planeta. De hecho, sucede cada año. Centenares de objetos alcanzan la superficie cada año. Pero la mayoría son demasiado pequeños como para que supongan preocupación alguna. En ocasiones, un asteroide más grande puede adentrarse y provocar daños. Así sucedió en 2013, cuando un bólido explotó sobre Cheliábinsk, en Rusia, hiriendo a centenares de personas. Como caso extremo, tenemos a los dinosaurios…

Es el impacto más grande y peligroso del que tenemos constancia. Puso fin al reinado de los grandes reptiles hace 65 millones de años. Ahora, se intenta averiguar hasta qué punto podemos estar en peligro por los asteroides que se acerquen en el futuro, y cómo se puede evitar el daño que desencadenaría. En estos momentos, no se conoce ningún asteroide que presente un riesgo importante para nuestro planeta. Al menos no en los próximos 100 o 150 años. Aunque, lógicamente, no siempre será así, en algún momento volverá a suceder…

El descubrimiento y observación de los asteroides

En estos momentos, se conocen más de 3000 objetos cercanos a la Tierra. Esto no quiere decir, en realidad, que podamos relajarnos y suponer que todo está en orden. Si se descubre un asteroide rumbo a la Tierra, ¿cómo se sabe si es peligroso? La mayoría de asteroides de más de un kilómetro ya están monitorizados. Sus órbitas no están en rumbo de colisión con el planeta. Los asteroides más pequeños son más difíciles de observar. Incluso una roca de unas pocas decenas de metros podría causar daños considerables a nivel local.

Es decir, nada que vaya a extinguirnos, como a los dinosaurios, pero podría provocar mucha destrucción en una región poblada. El tiempo que transcurre desde que se detecta un nuevo asteroide, en estos casos, hasta que choca con la Tierra, pueden transcurrir unos días. En ese caso, se trata de un «impactor inminente». Un grupo de investigadores italianos ha estado trabajando en cómo identificar rápidamente estos asteroides, en solo días, y cómo evaluar qué peligro representan. Se trata de un experimento para ver cómo funciona todo el proceso.

Desde el momento en el que se da la alerta, del descubrimiento de un nuevo objeto, hasta que llegan las observaciones. Los nuevos asteroides descubiertos, a través de las muchas observaciones que se realizan desde todo el mundo, se publican en una web llamada Minor Planet Center. El proyecto, denominado NEOROCKS tiene como objetivo practicar el seguimiento de esos objetos, tras su descubrimiento, con telescopios más avanzados. Con instrumentos como el Telescopio Muy Grande, se podrá determinar sus características, incluyendo tamaño y composición.

La reacción ante los asteroides en dirección a la Tierra

Si el asteroide muestra una composición rocosa poco sólida, puede que ni siquiera llegue a alcanzar la superficie de la Tierra. Si tiene una estructura sólida, puede llegar a crear un cráter en la superficie, suponiendo que sea lo suficientemente grande. El objetivo del proyecto es ver qué posibilidad es la más probable. Tras el impacto inicial de la pandemia de COVID-19, el equipo espera poder llevar a cabo sus observaciones de reacción rápida próximamente. En el futuro, creen que el método podría ser muy útil para evitar daños.

Imágenes por radar del asteroide Didymos y su satélite. Crédito: Arecibo Observatory/NASA

Sería posible evacuar una región, rápidamente, si se supiese que un pequeño asteroide podría causar daños. En caso de una colisión con un objeto más grande, la detección se produciría con años de antelación. En ese caso, habría que encontrar una forma de desviarlo de nuestro planeta. Es algo que se está investigando con otro proyecto, denominado NEO-MAPP. Además, en noviembre de 2021, la NASA lanzará la misión DART, con destino al asteroide doble Didymos y Dimorfos. En realidad, Dimorfos es una luna de Didymos.

¿El objetivo? Practicar el cambio de órbita de un asteroide. En octubre de 2022, la nave se estrellará contra Dimorphos. Si todo sale bien, eso provocará que su órbita alrededor de Didymos cambie en varios minutos. NEO-AMPP utilizará datos de esa misión, y de Hera, una misión de la Agencia Espacial Europea que tendrá lugar en 2024, para investigar hasta qué punto la prueba habrá sido exitosa. Si funcionase, podría ser un método para desviar un asteroide, que estuviese en rumbo de colisión con la Tierra, años antes del impacto.

Otros métodos para desviar un asteroide peligroso

La misión Hera llegará a Didymos tiempo después de que DART haya chocado con su satélite. Analizará las consecuencias del impacto y detallará el evento a fondo. Otros métodos incluyen utilizar la gravedad de una nave para, muy levemente, desviar la órbita de un asteroide. Es un proceso mucho más lento que la colisión, o utilizar una explosión nuclear, para desviar un asteroide. Pero, por ahora, DART es la única misión que planea demostrar una técnica de desvío en los próximos años. Por otro lado, tenemos a la sonda Hayabusa2, de Japón.

Concepto artístico de la sonda Hayabusa2. Crédito: Go Miyazaki

Tras traer muestras del asteroide Ryugu, en 2020, visitará un asteroide tremendamente pequeño, llamado 1998 KY26 en 2031. Con solo 30 metros de diámetro, será el asteroide más pequeño visitado por una nave. Es un objeto con una rotación de apenas 10 minutos. Por ello, se quiere entender por qué rota tan rápido y, además, cómo es posible que se pueda mantener unido a pesar de rotar a tanta velocidad. Los asteroides pequeños son los realmente complejos. Son más difíciles de entender y monitorizarlos es más complicado.

Además, las colisiones con estos asteroides más pequeños son más frecuentes. Por ello, los sistemas para alertar de posibles impactos, y evacuar si fuese necesario, resultan imprescindible. No hay nada de qué preocuparse en cuanto a los asteroides grandes. Algo como el que extinguió a los dinosaurios solo sucede una vez cada 100 millones de años, de media. Los impactos de asteroides mucho más pequeños, sin embargo, es algo mucho más habitual. Así que estar preparados, para evitar sustos, cuando lleguen, no es una mala idea…

Referencias: Phys