El telescopio James Webb ha logrado observar una gigantesca colisión de asteroides en el sistema Beta Pictoris. Al menos, esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores al analizar los datos. Es algo que ayuda a entender la infancia de sistemas similares al nuestro…
Una gigantesca colisión de asteroides en Beta Pictoris
Un grupo de astrónomos ha capturado lo que parece ser la evolución de una colisión gigantesca entre asteroides. Lo más destacable es que se produjo en el sistema de Beta Pictoris. Se trata de un sistema estelar cercano al Sistema Solar. Es conocido por tratarse de un sistema joven con mucha actividad de formación de planetas. Por ello, es un lugar que resulta de lo más caótico. Estas observaciones ayudarán a entender los procesos que moldean sistemas como el nuestro. Es una gran oportunidad para entender las primeras fases de la formación de planetas.
Los investigadores han explicado que Beta Pictoris está en un momento de su historia en el que todavía está formando planetas rocosos. Esto sucede por medio de grandes colisiones entre asteroides. Sospechan que lo que se está observando allí podría ser cómo se forman planetas rocosos y otros objetos. El hallazgo se produjo al identificar un cambio en la firma de energía de los granos de polvo alrededor de Beta Pictoris. Algo posible al comparar los datos del telescopio James Webb con observaciones realizadas por el telescopio Spitzer entre 2004 y 2005.
La tecnología de James Webb ha permitido tomar mediciones muy detalladas. Hasta el punto de poder analizar la composición y tamaño de las partículas de polvo en la misma zona que había estudiado Spitzer. Específicamente, se han centrado en el calor emitido por silicatos cristalinos. Se trata de minerales que se encuentran comúnmente alrededor de estrellas jóvenes. También están presentes en la Tierra y otros objetos celestes. Intrigantemente, no se encontraron pistas de la presencia de esas partículas, que sí habían sido captadas en las observaciones de 2004 y 2005.
Las huellas de un evento cataclísmico
Esto parece apuntar a una colisión cataclísmica, entre asteroides y otros objetos, que debió suceder hace unos veinte años. Eso pulverizó los objetos y los redujo a partículas de polvo más pequeñas que el polen, según explican los investigadores. Lo que creen es que todo ese polvo es, en realidad, lo que Spitzer captó en aquel entonces. Con los datos del JWST, la conclusión a la que han llegado es que han visto las secuelas de una colisión entre asteroides grandes. Algo que resulta muy importante porque cambia por completo la comprensión que se tenía de este sistema estelar.
Los nuevos datos sugieren que el polvo fue dispersado por la radiación de la estrella y ya no es detectable. En un primer momento, el polvo cerca del astro se calentó y emitió radiación térmica, que fue captada por Spitzer. Ahora ese polvo se ha enfriado y, además, se ha alejado, por lo que ya no emite esa huella de calor. En el momento de las observaciones de 2004-05, la suposición era diferente. Lo que se planteaba era que la colisión entre objetos pequeños los desgastaría. De tal manera que hubiese una fuente que renovaría el polvo.
Pero las observaciones de James Webb muestran algo diferente. Ese polvo había desaparecido y no había sido reemplazado. Aproximadamente, se calcula que la cantidad de polvo desplazado es de unas cien mil veces el tamaño del asteroide que extinguió a los dinosaurios. Beta Pictoris está a 63 años-luz del Sistema Solar. Se trata de un viejo conocido que ha sido estudiado en diferentes ocasiones. Por un lado, por su cercanía. Por otro, por esa juventud que hace que estemos ante un sistema muy dinámico, con muchos procesos diferentes moldeando su futuro.
La colisión de asteroides de Beta Pictoris es una oportunidad única
Hay que tener presente que Beta Pictoris es un sistema mucho más joven que el nuestro. Tiene alrededor de 20 millones de años. El Sistema Solar, como ya sabemos, tiene 4500 millones de años. Esto es interesante porque ofrece una oportunidad única. Los planetas gigantes del sistema ya se deberían haber formado. Sin embargo, los planetas rocosos todavía podrían estar en formación. Se sabe que hay dos planetas gigantes: Beta Pic b y c. Ambos tienen también una influencia gravitacional en el polvo y restos a su alrededor.
Los investigadores explican que el objetivo de su trabajo es entender si este proceso de formación de planetas gigantes y rocosos es común o no. Así como una pregunta mucho más sencilla: ¿es raro un sistema planetario como el nuestro? Es decir, intentan entender si el Sistema Solar se sale de lo habitual en cuanto a sistemas planetarios en la Vía Láctea. El estudio pone de relieve, una vez más, la capacidad de observación de James Webb. El telescopio ofrece pistas clave sobre la estructura de otros sistemas planetarios. Así como su parecido con el nuestro.
Se espera que esto permita entender mejor cómo influye el proceso en las atmósferas que puedan tener los planetas. Así como en la cantidad de agua que puedan albergar y otros aspectos sobre su habitabilidad. Los investigadores explican que la mayoría de descubrimientos del telescopio James Webb vienen de observaciones directas. En este caso, curiosamente, el hallazgo está en aquello que no ha logrado observar. El estudio de sistemas jóvenes como este es una gran oportunidad de entender cómo fueron las primeras etapas de nuestro propio Sistema Solar…
Estudio
El estudio se presentará en la 244ª reunión de la American Astronomical Society y no estaba disponible en el momento de escribir este artículo.
Referencias: Johns Hopkins University