A finales de 2020, se habló mucho del fosfano en la atmósfera de Venus. Aquel estudio causó mucha controversia por las dudas que generaban algunas observaciones. Ahora, un nuevo estudio plantea que, en realidad, lo que se detectó es un compuesto completamente diferente, dióxido de azufre…

A diferencia del fosfano en Venus, el dióxido de azufre es muy común

En el estudio original, los investigadores anunciaron la detección de fosfano a partir de las observaciones don dos radiotelescopios terrestres. El hallazgo resultó tremendamente sorprendente. La atmósfera de la Tierra contiene pequeñas cantidades de fosfano, que proceden de la vida de nuestro planeta. Su presencia en Venus, naturalmente, resulta toda una sorpresa porque podría indicar que, de algún modo, podría haber vida en un mundo infernal. Esa vida, se llegó a decir, podría encontrarse en las nubes, lejos de su infernal superficie.

El fosfano de Venus es dióxido de azufre, según un estudio
Concepto artístico de la detección de fosfano en la atmósfera de Venus. Crédito: ESO/M. Kornmesser/L. Calçada/ NASA/JPL-Caltech/Royal Astronomical Society

Pero es cierto también, en honor a la verdad, que el propio equipo de investigadores sugería que era necesario entender mejor qué sucedía en Venus. No era una buena idea concluir que se estaba, por fuerza, ante una señal de posibles formas de vida. Desde aquel entonces, diferentes equipos de investigadores han puesto en duda que la detección de fosfano fuese buena. Ahora, un equipo de investigadores ha utilizado un modelo para analizar las condiciones de la atmósfera de Venus. Con él, han reinterpretado las observaciones.

Según explican, probablemente no se detectó fosfano. Los datos encajan mejor con la detección de dióxido de azufre. Algo que, por otra parte, resulta incluso más lógico. Es, a fin de cuentas, el tercer compuesto más abundante en la atmósfera y, además, no es una señal de vida. A todo esto, le añaden el hecho de que el dióxido de azufre explica mejor las observaciones y encaja con la composición de la atmósfera de Venus y de su entorno extremo. La señal original, además, no procedió de las nubes, si no de una capa mucho más alta…

Sin fosfano… pero con un panorama mucho más coherente

A esa altura, las moléculas de fosfano serían destruidas en segundos. Por lo que refuerza aún más la idea de que la señal era, realmente, producto del dióxido de azufre. Sea como fuere, tanto una detección como otra proceden de la radioastronomía. Cada compuesto químico absorbe una parte concreta del espectro electromagnético, que está formado por rayos gamma, rayos X, luz visible, luz infrarroja, ondas de radio… Algunas de esas emisiones pueden analizarse para deducir la composición química, y otros aspectos, de un objeto.

En 2017, con el telescopio James Clerk Maxwell, se observó una característica en las emisiones de radio de Venus, en la frecuencia de 266,94 gigahercios. Tanto el fosfano como el dióxido de azufre absorben las ondas de radio cerca de esa frecuencia. Para diferenciar ambas, en 2019, el mismo equipo obtuvo más mediciones recurriendo al radiotelescopio ALMA. Su análisis de esas observaciones, en las frecuencias donde solo las absorbe el dióxido de azufre, los llevó a concluir que no era suficientemente abundante para explicarlo.

Por tanto, sugerían, debía proceder del fosfano. En este nuevo estudio, los investigadores han comenzado modelando las condiciones de la atmósfera de Venus. Después, han utilizado ese modelo como base para comprender lo que se estaba viendo (y lo que no) en los datos de ambos telescopios. Así, pudieron simular la señal de fosfano y dióxido de azufre en diferentes niveles de la atmósfera de Venus, así como de qué forma serían captadas por los radiotelescopios en sus respectivas observaciones. Algo que ha resultado muy útil.

La configuración de los telescopios también afectó a las mediciones del fosfano en Venus

En las observaciones del telescopio James Clerk Maxwell, la absorción no procedía de la capa de nubes. Se originaba, en realidad, unos 80 kilómetros por encima, en la mesosfera de Venus. A esa altura, la radiación ultravioleta y las condiciones químicas destruirían el fosfano en segundos. Además, también descubrieron que los datos de ALMA infravaloraron la cantidad de dióxido de azufre presente en la atmósfera, provocando que, en el estudio de finales de 2020, se anunciase que había mucho más fosfano de lo que se esperaría encontrar.

El radiotelescopio ALMA. Crédito: ESO

El problema es que la configuración de ALMA, en el momento de las observaciones de 2019, tenía un efecto poco deseable. Las señales de los gases presentes en todas partes en la atmósfera, como el dióxido de azufre, daban una señal más débil que la de los gases presentes en escalas más pequeñas. Es un fenómeno conocido como spectral line dilution (dilución de líneas espectrales), que no afectó al telescopio James Clerk Maxwell. Así que, simplemente, los investigadores originales pensaron que había poco dióxido de azufre por la señal detectada por ALMA.

A pesar de ello, los investigadores de este nuevo estudio explican que su modelo no muestra esa misma debilidad. Incluso esos datos de ALMA encajan con una gran cantidad de dióxido de azufre presente en la atmósfera del planeta. La afirmación de que había poco dióxido de azufre no encajaba con lo que se conoce de Venus. Sea como fuere, esta explicación nos devuelve a un escenario en el que el segundo planeta más cercano al Sol es completamente inhóspito. Aunque eso no quiere decir que no haya muchas cosas que descubrir sobre él…

Estudio

El estudio es A. Lincowski, V. Meadows, D. Crisp et al.; «Claimed detection of PH3 in the clouds of Venus is consistent with mesospheric SO2«. Puede consultarse en arXiv, en este enlace.

Referencias: Phys, University of Washington