¿Cómo desapareció el agua de Marte? El planeta rojo es un páramo frío y seco desde hace miles de millones de años. Ahora, un nuevo estudio plantea que el culpable podría estar ante nuestros ojos incluso en la actualidad. Serían sus gigantescas tormentas…
La desaparición del agua de Marte entendida a través de una tormenta
El róver Opportunity sucumbió a una gigantesca tormenta que afectó al planeta rojo en 2018. Sus paneles solares fueron obstruidos, durante meses, por una densa tormenta de arena que redujo notablemente la cantidad de energía solar que llega hasta la superficie. Ese fenómeno no solo supuso el final de una de las misiones más longevas que la agencia norteamericana ha llevado a cabo en Marte. También fue una magnífica oportunidad para estudiar en profundidad cómo funcionan estas enormes tormentas y su influencia en el agua de Marte.
Las tormentas de arena son relativamente frecuentes en el planeta rojo. A través de las diferentes naves de la NASA, alrededor de Marte, se han observado tormentas en 1971, 1977 (en dos ocasiones), 1982, 1994, 2001, 2007 y 2018. Estas tormentas son muy diferentes a las que estamos acostumbrados a observar en la Tierra. En poco tiempo, se convierten en un evento a escala planetaria que afecta a toda su superficie. Pueden durar meses y dificultar, enormemente, las condiciones. Especialmente porque la gran cantidad de polvo limita la luz.
Sin miedo a exagerar, podríamos decir que en una tormenta marciana, en la superficie se puede hacer de noche a plena luz del día. En la actualidad, podría quedarse en una simple curiosidad. Una anécdota sobre el funcionamiento de la atmósfera. Pero si pensamos en la historia del planeta, puede que estemos ante una pieza clave. Podrían ayudarnos a entender cómo desapareció el agua de Marte. Al menos, eso es lo que plantea un grupo de investigadores en un estudio que han publicado recientemente.
La evaporación del agua de Marte
Hace miles de millones de años, se cree que alrededor de la quinta parte de la superficie pudo estar cubierta por un profundo océano. Sin embargo, hace 4 000 millones de años, Marte perdió su campo magnético. Y, sin su protección, su océano no tardó en evaporarse, arrancado por el viento solar procedente del Sol. Estas enormes tormentas globales pudieron ser un factor para propiciar esa pérdida de agua. Al menos, es lo que se deduce de las observaciones que se han realizado con uno de los instrumentos de la sonda ExoMars.
El Trace Gas Orbiter, el instrumento de la nave, observó el movimiento de las partículas de vapor de agua antes y después de la tormenta global que afectó a Marte en 2018. Los datos indican que las partículas se desplazaron a una altura mucho mayor. En vez de encontrarse a 20 kilómetros, estaban presentes a más de 80 kilómetros sobre la superficie. Tan lejos que, en su entorno, el aire es muy débil. Lo suficiente como para que la radiación solar pueda romper las moléculas de agua. Las separa en sus componentes básicos, átomos de hidrógeno y oxígeno.
Esos átomos, después, pueden ser arrastrados al espacio con mucha sencillez. Basta imaginar este escenario en el pasado, cuando el agua era mucho más abundante, para entender que las sospechas de los investigadores no parecen ninguna locura. Este tipo de tormentas podría ayudar a que el agua de Marte se perdiese al espacio con más facilidad. No sería el único factor responsable ni el más importante. Algo que recae sobre la pérdida del campo magnético, pero sí un punto más en la lista de factores que lo posibilitaron.
Observando el metano y las tormentas de Marte
El estudio de Marte sigue adelante desde muchos frentes diferentes. No solo se busca entender cómo se perdió el agua de Marte. También si el metano, que ha captado el róver Curiosity en la superficie, podría tener un origen biológico. Hay que recordar que se descompone con mucha facilidad y que, por tanto, debe haber una fuente que lo reponga. Curiosamente, en los mismos datos de la sonda ExoMars, no se observa resto alguno de metano en la atmósfera. Algo que contrasta con las observaciones de Curiosity en la superficie.
Es una muestra más de que nos queda mucho que comprender sobre el planeta rojo. Las tormentas son una preocupación en sí misma. Cualquier misión que funcione con energía solar debe ser capaz de hacer frente a las inclemencias del clima marciano. Lo mismo podríamos decir de un asentamiento. Una población humana, en ese entorno, debería ser capaz de funcionar por sí misma durante meses en unas condiciones que no podemos comparar con el clima de la Tierra. Incluso las peores tempestades que podamos imaginar duran mucho menos.
Veremos qué nos deparan las próximas observaciones de Marte. Con toda probabilidad, los estudios en superficie y de su atmósfera ayudarán a seguir entendiendo mejor cómo se perdió el agua de Marte. Así como continuar esa búsqueda de posibles señales de vida pasada o presente. Y, por supuesto, pensando en el futuro, preparar el camino para la llegada, tarde o temprano, de los primeros seres humanos a la superficie del planeta rojo. Cuanto más conozcamos antes de esa llegada, más provecho se le podrá sacar a la visita desde todos los aspectos.
Referencias: Space
Leído, Alex!