Dragonfly es una misión robótica, a Titán, un satélite de Saturno, que analizará su química (entre otras cosas). Esto quiere decir que, si hubiese condiciones para que la vida pueda aparecer, será posible saberlo en ese entonces. Eso sí, todavía tendremos que esperar unos cuantos años…

Dragonfly analizará la química de Titán… en la década de 2030

Aunque Dragonfly ya es una misión relativamente popular, lo cierto es que todavía está lejos de lanzarse. En estos momentos, su lanzamiento está programado para 2027 y llegará a Titán a mediados de la década de 2030. Una vez llegue a su objetivo, flotará y se desplazará por la densa atmósfera del satélite. Recogerá muestras del aire y observará el paisaje. De por sí, ya es suficientemente interesante. Nunca se ha enviado una misión de este tipo a Titán. Pero, por si no fuese suficiente, es todavía más atractivo porque hará más cosas.

Dragonfly analizará la química de Titán
La atmósfera de Titán, vista por la sonda Voyager 1. Crédito: NASA

Dragonfly también contará con un espectrómetro de masa. Dicho de otra manera, Dragonfly analizará la química del satélite. En función de lo que observe, se podrá entender si hay posibilidad de que se dé la química necesaria para que pueda haber vida. Los astrobiólogos quieren saber si Titán tiene el mismo tipo de química, en su superficie, que la Tierra en el pasado lejano. Es decir, las condiciones que permitieron que apareciese la vida. Titán es el segundo satélite más grande del Sistema Solar y, además, el único que tiene atmósfera.

Es el lugar más parecido, que conocemos, a la Tierra. Tiene lluvia, lagos y océanos. La diferencia es que su temperatura es tan baja (unos -180ºC) que lo que encontramos es hidrocarburos (principalmente metano y etano líquidos) como equivalente del agua. Esta compleja química rica en carbono, así como el océano interior de Titán, hace que sea un destino ideal para estudiar los procesos químicos prebióticos. Los procesos, dicho de otra manera, que podrían desencadenar en la formación de la vida. Si bien hay que recordar que no se sabe si Titán podría tener las condiciones adecuadas.

La utilidad del espectrómetro de Dragonfly

El espectrómetro de masa de Dragonfly está diseñado para ayudar a los científicos a estudiar, de manera remota, los procesos químicos de Titán. También medirá las muestras de material de la superficie en busca de las evidencias de esa química prebiótica. Naturalmente, el objetivo es comprender si la química, que pudo ser importante en los sistemas prebióticos de la Tierra, están presentes en Titán. El espectrómetro de masa puede analizar los diferentes componentes químicos de una muestra, descomponiéndolos hasta sus moléculas básicas.

Después, las pasa por un sensor para identificarlas. Dragonfly va a aprovechar la baja gravedad del satélite, apenas el 13,8% de la Tierra, permitiendo que pueda permanecer en el aire y que funcione como un dron. Desde allí estudiará diferentes aspectos, como la atmósfera, la superficie y los lagos y ríos de metano. La NASA ha explicado que la misión tendrá la capacidad de volar entre diferentes zonas de interés en la superficie de Titán.

Será capaz, incluso, si están separadas por varios kilómetros. Esto permitirá que el dron pueda reubicar todo su conjunto de instrumentos a un nuevo lugar, una vez el anterior haya sido explorado por completo. Así, se tendrá acceso a muestras en diferentes entornos, con un pasado geológico distinto. Así se podrá entender mejor la composición del satélite y la posibilidad de que pueda albergar vida. Dragonfly buscará moléculas orgánicas presentes en Titán, analizando su composición y distribución en diferentes entornos.

Muchos detalles que descubrir en los próximos años

Las moléculas orgánicas contienen carbono y todas las formas de vida las usan. Son un campo de interés para entender la formación de la vida porque pueden crearse a partir de procesos biológicos y no biológicos. En cada zona de investigación, se perforará la superficie para recoger muestras de menos de un gramo. La nave los llevará a su interior, al lugar en el que se encuentran sus instrumentos. Allí, las muestras serán irradiadas, con un láser, o evaporadas en un horno para poder analizarlas posteriormente.

Concepto artístico de la nave Dragonfly en Titán. Crédito: NASA/JHU-APL

La tecnología del espectrómetro de masa ya está demostrada y probada, puesto que se utiliza en los róvers de Marte. El diseño, según cuenta el equipo de la misión, es muy flexible, permitiendo que Dragonfly se adapte a diferentes tipos de muestras en superficie. La nave no permanecerá constantemente en el aire. Aterrizará en una zona ecuatorial. Se trata de una región seca, llamada campo de dunas de Shangri-la. Está cerca de un cráter de 80 kilómetros de diámetro, llamado Selk. Esta región fue observada por la sonda Cassini.

Así, se sabe que el terreno está repleto de dunas y de un lecho rocoso, congelado, y fragmentado. Eso es lo que se observó con las imágenes de radar tomadas por la sonda Cassini. Habrá que esperar todavía unos cuantos años, pero Dragonfly promete convertirse en el siguiente gran episodio de la exploración de Saturno y sus mundos. Pensar en ver una nave estudiando Titán desde las alturas es tremendamente intrigante. Hasta mediados de la década que viene, sin embargo, habrá que tener paciencia y seguir descubriendo todo lo que se pueda sobre el satélite.

Referencias: Universe Today