Un grupo de investigadores ha analizado qué efectos tienen los viajes espaciales largos en el cerebro. En algunos casos, podría haber una reorganización menor del cerebro, pero ningún tipo de neurodegeneración. Es algo que resulta muy interesante para el futuro de la exploración espacial…

Las consecuencias de los viajes espaciales largos en el cerebro

La exploración espacial tripulada está a punto de entrar en una fase apasionante. En los próximos años, veremos nuevas misiones tripuladas a la Luna. En esta ocasión, con el programa Artemisa, se busca tener una presencia permanente en nuestro satélite. Pero, seguramente aún más atractivo para muchas personas, es el viaje tripulado a Marte, que tendrá lugar en algún momento de la década de 2030. Por ello, es importante comprender qué consecuencias tienen los viajes espaciales, largos, en el cerebro. Parece un escenario prometedor.

Los efectos de los viajes espaciales largos en el cerebro
Concepto artístico de una misión del programa Artemisa. Crédito: NASA

El grupo de investigadores ha centrado su estudio en la Estación Espacial Internacional. Han analizado el cerebro de los cosmonautas que han regresado de misiones de larga duración en nuestro laboratorio. En investigaciones anteriores, se ha observado que las misiones a largo plazo podrían provocar degeneración muscular y ósea. Se debería al impacto de la microgravedad durante largos períodos. En algunos estudios, también se ha observado que podría provocar una pequeña pérdida de agudeza visual.

En esta ocasión, los investigadores han querido entender qué efectos podrían tener las misiones, de larga duración, en el cerebro. Para ello, han llevado a cabo una resonancia magnética especial con 11 cosmonautas rusos. Aproximadamente, todos estuvieron unos seis meses en el espacio. Fueron parte de las tripulaciones de la Estación Espacial Internacional. Llevaron a cabo diferentes resonancias. Antes y después de sus misiones. Y, además, se llevó a cabo otra resonancia magnética siete meses después, para entender qué cambios se habían producido.

Un análisis del cerebro

Los investigadores analizaron el cerebro de los cosmonautas con una resonancia magnética de difusión. Es un proceso en el que se realizan varias resonancias a la vez. En este caso, en una sola sesión, explican que llevaron a cabo 153 resonancias. Cada una con parámetros ligeramente diferentes. Algo que permite crear imágenes de diferentes maneras. En uno de esos escáneres, por ejemplo, había un parámetro llamado valor b. En él, por ejemplo, se reduce una señal en particular, para poder analizar el deterioro del material que se escanea.

Según han explicado los investigadores, analizaban la materia cerebral. Lo que han observado es que, en los viajes espaciales largos, el cerebro se reorienta. Flota hacia diferentes partes del cráneo. El resultado es una ligera reorganización del cerebro. Es la consecuencia de esa reorientación. El cerebro de los cosmonautas, además, respondió de otras maneras a un entorno tan poco habitual. Adquirieron nuevas habilidades y consiguieron tener un mejor equilibrio y coordinación. Además, esa reorientación no mostró señal alguna de neurodegeneración.

Del mismo modo, también observaron que se recuperaba la orientación normal. Así lo detectaron siete meses después de su regreso a la Tierra. Finalmente, fueron capaces de determinar que la acumulación de fluidos, detrás de los ojos, es el mecanismo que provoca la pérdida de agudeza visual durante misiones espaciales de larga duración. Todo ello es imprescindible para entender mejor cómo se comporta el cuerpo humano en el espacio. La Estación Espacial Internacional, en este sentido, está siendo una gran herramienta.

Hay muchos otros obstáculos por resolver en los viajes espaciales largos

Sin duda alguna, es muy importante entender el impacto de los viajes espaciales de larga duración en el cuerpo humano. Especialmente cuando hablamos de Marte. Cuando se lleven a cabo las primeras misiones tripuladas, con destino al planeta rojo, estaremos enfrentándonos a una misión de varios meses de duración. En ella, los astronautas se enfrentarán a condiciones similares a las que ya experimentan en la Estación Espacial Internacional. Pero sucederá en un entorno mucho más agresivo y complicado que el de la Tierra.

Concepto artístico del Módulo Lunar acoplado a la Plataforma Orbital Lunar Gateway. Crédito: Lockheed Martin

En el espacio interplanetario, lejos de la protección de nuestro planeta, la tripulación se enfrentará a una gran cantidad de rayos cósmicos, por ejemplo. Será necesario proteger la nave debidamente para minimizar esos riesgos. Cuando lleguen a su destino, los astronautas que viajen hasta Marte necesitarán ser capaces de funcionar a pleno rendimiento. Este tipo de estudios ayudará a minimizar las consecuencias de la presencia prolongada en el espacio. También ayudará en la estancia en el espacio, en lugares como la Plataforma Lunar Orbital.

En el entorno de la Tierra, la situación será diferente, sin duda. Los astronautas que regresen a la Tierra tendrán ayuda para recuperarse. Pero también habrá misiones de larga duración en el espacio. Será en una estación espacial cerca de nuestro planeta, pero con consecuencias similares. Este tipo de estudios permiten que, poco a poco, nos preparemos como civilización para dar el salto y convertirnos en una sociedad interplanetaria. La ausencia de neurodegeneración, al menos en estancias de medio año, es una gran señal…

Estudio

El estudio es S. Jillings, A. Van Ombergen, E. Tomilovskaya et al.; «Macro- and microstructural changes in cosmonauts’ brains after long-duration spaceflight». Publicado en la revista Science Advances el 4 de septiembre de 2020, puede consultarse en este enlace.

Referencias: Phys