El impacto de un meteorito gigante pudo ayudar a la vida hace 3260 millones de años. Mucho antes de que la vida, tal y como la conocemos, llegase a existir. En aquella época, los impactos eran mucho más frecuentes en nuestro planeta. Una de esas rocas pudo tener un impacto beneficioso, según se plantea en un estudio…
Un meteorito gigante que pudo ayudar a la vida hace miles de millones de años
El pasado de la Tierra es de lo más intrigante. ¿Cómo era nuestro planeta cuando estaba siendo bombardeado por meteoritos y solo había bacterias unicelulares y arqueas? ¿Cuándo comenzaron los cambios? ¿Cuándo aparecieron los océanos? ¿Y los continentes? ¿Las placas tectónicas? ¿De qué manera afectaron esos impactos violentos a la evolución de la vida? Son solo algunas de las preguntas que se plantea Nadja Drabon y su equipo. En un nuevo estudio, su equipo arroja luz sobre algunas de estas preguntas, específicamente en relación a un impacto llamado «S2».

Sucedió hace más de 3000 millones de años, y las evidencias geológicas se han encontrado en lo que hoy en día es Sudáfrica, en el cinturón de rocas de Barberton. A través de un meticuloso trabajo de recolección y examen de muestras de rocas, separadas por centímetros y analizando la sedimentología, geoquímica y la composición de los isótopos de carbono que han dejado tras de sí. Con todo ello, el equipo plantea un escenario de lo más detallado sobre lo que sucedió, en aquel entonces, cuando un meteorito del tamaño de cuatro veces el Everest chocó con nuestro planeta.
Los investigadores ayudan a imaginar un escenario para ilustrar cómo fue ese impacto. Imaginemos que estamos ante una costa calmada, de poca profundidad. No hay corrientes intensas. De repente, se acerca un tsunami gigante, arrastrando consigo el lecho marino. El meteorito S2, del que se plantea que era mucho más grande que el que acabó con los dinosaurios, desencadenó un tsunami que mezcló el océano y arrastró restos de tierra adentro a las zonas costeras. El calor del impacto provocó que la capa más alta del océano hirviese.
Un impacto que tuvo consecuencias tremendas
Además, también calentó la atmósfera. Una densa capa de polvo cubrió todo, acabando con cualquier tipo de actividad fotosintética que pudiera estar en marcha. Pero las bacterias son muy resistentes y, tras el impacto, según el análisis de los investigadores, la vida bacteriana remontó rápidamente. Con ello llegó un pico pronunciado en la población de organismos unicelulares que se alimentan de los elementos fósforo y hierro. El hierro, seguramente, fue arrastrado desde las profundidades del océano a aguas poco profundas, gracias al tsunami.
El fósforo, por su parte, llegó a la Tierra por medio del impacto del meteorito en sí mismo, así como por un aumento de la meteorización y la erosión del terreno. El análisis de Drabon muestra que las bacterias metabolizantes de hierro hubieran prosperado en las secuelas inmediatas del impacto. Este cambio, hacia bacterias que favorecían el hierro, sin importar lo breve que fuese, es una pieza clave para entender la vida en las primeras etapas de la Tierra. Según el estudio de Drabon y su equipo, los impactos de meteoritos también tenían un aspecto positivo.
A pesar de que los conocemos por ser eventos catastróficos, que acaban con todo a su paso (como los dinosaurios, hace 66 millones de años). También tienen un impacto beneficioso para la vida. Especialmente si esos impactos suceden en las primeras etapas de la vida en un planeta. Porque, en ese caso, los impactos pueden permitir que la vida prospere y avance. Los resultados se han obtenido gracias al laborioso trabajo de diferentes geólogos, como Drabon y sus estudiantes, que han recorrido pasos de montaña en busca de las evidencias.
Un meteorito gigante que pudo ayudar a la vida
Es en lugares así donde descubren los sedimentos que contienen las evidencias de esas rocas antiguas, que han sido preservadas en la corteza de nuestro planeta. Las firmas químicas, ocultas en capas finas de rocas, ayudan a reunir las evidencias de tsunamis y otros fenómenos cataclísmicos. El cinturón de rocas de Barberton es el lugar en el que Drabon concentra la mayor parte de su trabajo. Contiene evidencias de, al menos, ocho eventos de impacto incluyendo el de S2. Ella y su equipo planean seguir estudiando la región.

Buscan seguir profundizando en el estudio de la Tierra y los impactos que sufrió en su pasado. El trabajo es intrigante porque permite ver los impactos de meteoritos desde una perspectiva completamente diferente. Es algo que recuerda a las supernovas. Aunque resultan devastadoras para los sistemas en los que suceden, en su interior se generan diferentes elementos, como oro o platino. En el caso de estrellas que llegan al final de su vida, estas esparcen sus elementos al espacio, permitiendo que se incorporen a nuevos sistemas planetarios.
Es un ejemplo más, por tanto, de que algo destructivo (o el final de la vida de una estrella) tiene una consecuencia negativa obvia, pero también tiene un aspecto positivo. El impacto del meteorito S2, según el estudio, fue un punto de inflexión en la evolución de la vida en nuestro planeta. Será interesante ver si encuentran pistas de otros impactos que pudiesen afectar a nuestro planeta de una manera profunda. Entender cómo ha llegado la vida a ser tal y como la conocemos permitirá comprender mejor tanto el pasado de nuestro planeta como qué podríamos encontrar en otros lugares…
Estudio
El estudio es N. Drabon, A. Knoll, D. Lowe et al.; «Effect of a giant meteorite impact on Paleoarchean surface environments and life». Publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences el 21 de octubre de 2024. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Phys