Un estudio plantea cómo podríamos iluminar las ciudades sin que eso conlleve perder el cielo nocturno. Algo que resulta muy importante en esta época, en la que cada vez tenemos una mayor cantidad de contaminación lumínica que nos impide observar el firmamento desde las grandes zonas urbanas…

Iluminar las ciudades sin perder la magia del cielo nocturno

El cielo nocturno es una parte importante de la historia del ser humano. Muchos han sido los seres humanos que, gracias a la observación del firmamento, se han inspirado para llevar a cabo diferentes obras. ¿Quién no ha observado el cielo y se ha dejado llevar, pensando en cosas como, por ejemplo, si podría haber vida en otros mundos lejanos? Pero esto se está perdiendo en tiempos modernos, porque la luz de las ciudades hace que el cielo apenas tenga estrellas. Es algo fácilmente observable en lugares como Madrid.

Cómo iluminar las ciudades sin perder el cielo nocturno
Contaminación lumínica de París, vista desde la Estación Espacial Internacional. Crédito: NASA

Teniendo en cuenta que la gran mayoría de seres humanos vive en ciudades, es importante preguntarse cómo se puede recuperar esa parte de nuestras vidas. De ahí que un nuevo estudio, publicado por investigadores de España, Portugal e Italia, resulte de lo más interesante. La pregunta que se plantean es de lo más simple: ¿Podemos iluminar las ciudades y, además, seguir viendo las estrellas? En su trabajo, explican cómo podrían iluminarse las grandes metrópolis y, además, permitir que se pueda seguir observando el firmamento.

El Dark Sky Movement (movimiento por un cielo oscuro) es una iniciativa mundial para reducir la contaminación lumínica y cambiar la forma en que se iluminan nuestras ciudades. El movimiento plantea que nuestras ciudades están demasiado iluminadas. No solo es malo para los seres humanos, también para los animales nocturnos. Además, gastamos mucha energía iluminando nuestras ciudades. Muchas de esas luces están dirigidas directamente al cielo, a pesar de no haber ningún buen motivo para ello. De hecho, eso crea el brillo del cielo nocturno…

La importancia de los cielos oscuros

Ese brillo es un problema tanto para observar el firmamento como para su estudio desde el punto de vista astronómico. Los autores del estudio muestran que se podría disponer de cielos razonablemente oscuros. Sería posible incluso en el centro de las grandes ciudades, controlando la cantidad de luz emitida y su dirección. Esperan que estos resultados, apoyados en la ciencia, permitan que se tomen decisiones, bien documentadas, sobre el uso de la luz en los núcleos urbanos. Algo que permitiría poder volver a disfrutar del cielo nocturno.

Iluminar las ciudades de forma responsable es imperativo para poder disfrutar de un cielo oscuro...
Contaminación lumínica de Nueva York. Crédito: Charlie Brown/Wikimedia Commons

Hasta ahora, el movimiento por el cielo oscuro ha estado principalmente embarcado en una lucha defensiva. Se ha intentado proteger las regiones con cielos oscuros que ya existen, especialmente en zonas urbanas. Han trabajado para limitar la contaminación lumínica en lugares como parques urbanos y lugares populares de observación del firmamento. Aunque sus esfuerzos han sido una gran ayuda, no es suficiente. No para el futuro ni para los autores del estudio. A fin de cuentas, como bien dicen, no basta con una actitud defensiva.

No es suficiente para garantizar que en el futuro dispongamos de cielos oscuros. Cada vez tenemos mayores partes de la superficie iluminadas (y con más intensidad). Eso reduce las regiones oscuras y su utilidad. Por ello, los investigadores temen que, en el futuro, simplemente, no haya suficientes cielos oscuros que poder proteger. Hay quienes creen que la batalla ya está perdida. Algunos plantean que los niveles de iluminación, en la actualidad, en las regiones urbanas son inevitables. La mayoría de la iluminación proviene de las lámparas en las calles…

¿Todo tiene que estar iluminado?

Incluso se plantea que hasta las carreteras tienen que estar tan bien iluminadas como lo están ahora. Bien para mejorar la seguridad, o bien para reducir los crímenes. O incluso para, simplemente, animar a un mayor consumo. Los autores dicen que, sin embargo, esto son afirmaciones viejas. No hay ningún buen motivo para seguir haciendo las cosas como se hacían antes. No en vano, los estudios, en los últimos tiempos, han mostrado que no existen razones para apoyar estas recomendaciones. Especialmente en asuntos como la iluminación de carreteras.

Los estudios no han logrado encontrar una conexión entre una mayor iluminación nocturna y un aumento de seguridad en carreteras, o reducción del crimen… Sea como fuere, los investigadores creen que es posible evitar perder el firmamento nocturno, incluso en las grandes ciudades. ¿Cómo llegan a esa conclusión? Los investigadores se plantean dos preguntas: ¿cuál es la cantidad máxima de iluminación que permite tener, aun así, un cielo oscuro? ¿cómo se encuentra un equilibrio? La capacidad para ver estrellas depende de varios factores.

El tipo y cantidad de luz en el alrededor, y procedente, de una estrella; la capacidad de observación del ser humano, e incluso la habilidad y experiencia de cada persona. Todo ello, dicen los investigadores, puede reducirse a un valor, al que denominan límite de contraste de luminancia. En esencia, indica que, cuando aumenta la luminancia del entorno, la del objeto observado también tiene que aumentar. Lo cierto es que el cielo nocturno nunca es completamente oscuro. En ocasiones, la propia naturaleza puede provocar que haya iluminación de fondo.

No toda la iluminación de fondo es mala

Aunque la fuente más obvia es, sin duda, la luz de la Luna, el brillo de las estrellas de la Vía Láctea también es parte de lo que se quiere ver. El problema es, simplemente, la luz artificial. Con todo esto en mente, los investigadores crearon una situación simplificada para analizarla situación. Imaginemos que estamos en un pequeño parque urbano, con un radio de unos 200 metros. Está en el centro de una zona urbana con luz homogénea. No hay una fuente de luz dominante. El parque, además, carece de fuentes lumínicas molestas.

La Vía Láctea vista desde Arizona. Crédito: David Lane & Robert Gendler

Aunque, eso sí, los caminos están iluminados pero sus lámparas no apuntan al cielo, ni al observador, por la presencia de los árboles. Los autores, en realidad, van mucho más allá en el estudio. Pero, imaginemos el parque y que la mayor parte de la ciudad podría ser así. En el trabajo que han publicado hay una cantidad enorme de variables (a pesar de que consideran que lo han simplificado). La atmósfera cambia de estación a estación y de un lugar a otro de la Tierra. Los edificios, y obstáculos de diferentes alturas, afectan de forma diferente al cielo…

También mencionan que, evidentemente, el aspecto de una ciudad es una decisión política. Pero añaden que se puede mejorar la oscuridad del cielo nocturno, en regiones urbanas, tomando decisiones en torno a qué se ilumina y cuánto. Aunque puede parecer obvio, ahora aportan datos para apoyar y explicar esa afirmación. La oscuridad del cielo urbano puede mejorar, explican, eligiendo las zonas a ser iluminadas y la distribución de esa iluminación. Sus ecuaciones permiten encontrar el equilibrio entre la iluminación y poder disponer de un cielo iluminado.

¿Se llegará a elegir iluminar las ciudades así?

Es evidente que hay que iluminar las ciudades de noche. ¿Pero dónde está el límite? Ahora mismo, parece que cada vez se busca iluminar más y más, así como usar cada vez una mayor cantidad de energía. Pero ¿cuál es el beneficio de una estrategia así? ¿En qué se apoya? El uso de esa iluminación nocturna, resaltan los investigadores, establece una realidad diferente a la de la luz natural. El cielo nocturno artificial debería tener ciertas características principales. Deberían decidirse, colectivamente, de antemano para escoger las soluciones técnicas apropiadas.

Estrellas fugaces (Perseidas) y la Vía Láctea sobre el Monte Rainier. Crédito: Matthew Dieterich

Es la forma de poder encontrar un equilibrio entre ciudades bien iluminadas y, además, cielos nocturnos que sean algo más llamativos que lo que podemos ver en grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Ciudad de México. Los investigadores destacan que es la hora de tomar decisiones sobre cómo iluminamos nuestros centros urbanos. Consideran que no hay ningún buen motivo para seguir haciendo las cosas como se están haciendo. No está bien planificado y, además, estamos perdiendo una parte importante de nuestra herencia.

La conservación del cielo nocturno es importante, destacan. Millones de niños, en todo el mundo, no saben lo que es observar un cielo oscuro, libre de la contaminación lumínica. No conocen la naturaleza en estado puro ni se hacen preguntas sobre ellos mismos o la humanidad. Si no entendemos que somos parte del mundo natural, si ni siquiera podemos ver el cielo, ¿qué vendrá después? ¿cuántas generaciones de grandes artistas, poetas, músicos, científicos… podrían perderse, simplemente, porque nunca llegaron a disfrutar del cielo oscuro cuando eran niños, por no iluminar las ciudades correctamente?

Estudio

El estudio es S. Bará, F. Falchi, R. Lima y M. Pawley; «Can we illuminate our cities and (still) see the stars?». El estudio, en versión preliminar, puede consultarse en arXiv, en este enlace.

Referencias: Universe Today