Un nuevo estudio plantea que es poco probable que las civilizaciones avanzadas puedan llegar a desarrollarse en torno a enanas rojas. Por lo que el ser humano, desde esa perspectiva, es posible que sea una rareza. Las civilizaciones avanzadas quizá no sean tan frecuentes como nos gustaría pensar.

Las civilizaciones avanzadas no podrían prosperar en torno a enanas rojas

A lo largo de las últimas décadas, se han descubierto miles de planetas en otros lugares de la Vía Láctea. Sin embargo, un debate que se mantiene activo es hasta qué punto esos sistemas podrían ser buenos objetivos para encontrar vida lejos de la Tierra. Ahora, en un nuevo estudio, David Kipping se enfrenta a dos datos muy importantes. Basándose en la edad del universo, y el hecho de que el Sol pertenece a un tipo de estrella relativamente raro, concluye que los astrobiólogos que estudian enanas rojas podrían estar observando en el lugar equivocado.

Las civilizaciones avanzadas en enanas rojas serán muy raras
Impresión artística de exoplanetas alrededor de una enana roja. Crédito: NASA/JPL

Kipping explica que la idea de que la Tierra sea un planeta típico, representativo de lo que podemos encontrar en otros lugares del universo, se ha asentado profundamente en la percepción pública. Esto puede atribuirse a la influencia de Carl Sagan y otros cosmólogos, remontándonos hasta Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935). Sus obras, sobre el vuelo espacial y la posible existencia de civilizaciones extraterrestres, tuvo un gran impacto en los científicos e ingenieros del siglo XX. Aunque, en realidad, podríamos remontarnos mucho en el tiempo.

Desde siempre, la humanidad ha interpretado que nuestro planeta, y el ser humano, está en el centro de todo. A la hora de hablar sobre la ausencia de vida extraterrestre (por ahora no se ha encontrado nada), Carl Sagan llegó a decir que «la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia«. Algo que ha servido como base de los estudios de astrobiología y todos los trabajos en la búsqueda de vida extraterrestre inteligente (SETI) a lo largo de los últimos sesenta años. Sin embargo, hay dos aspectos que son difíciles de ignorar, especialmente en la cuestión de civilizaciones avanzadas.

Y si somos una civilización típica… ¿para mal?

En su estudio, Kipping se fija en dos rompecabezas innegables. Alrededor del 80% de las estrellas en secuencia principal son enanas rojas. Estas estrellas, además, parecen tener planetas rocosos, en su zona habitable, con frecuencia. Sin embargo, no vivimos en torno a una estrella así (algo que el propio Kipping explica que en un estudio anterior llamó la paradoja del cielo rojo). Por otro lado, el período estelífero del universo se extiende hasta dentro de unos 10 billones de años. Sin embargo, estamos viviendo en el primer 0,1% de ese período.

Kipping explica que hay muchos argumentos para el optimismo: la Vía Láctea tiene entre 100 000 y 200 000 millones de estrellas (o quizá incluso más). Por lo que habría incontables oportunidades para que la vida pueda aparecer. Además, por la edad del universo, el Sistema Solar es un recién llegado, porque se formó hace unos 4600 millones de años. Al combinar estos dos hechos, la probabilidad estadística de que haya civilizaciones avanzadas en nuestra galaxia parece muy alta. Sin embargo, Kipping explica que no es tan simple.

El Sol es solo una de miles de millones de estrellas, pero algunas características lo hacen atípico. Por ejemplo, las estrellas de tipo G (como el Sol) solo son un pequeño porcentaje de la población total. Incluso entre ellas, el Sol es atípico por ser una estrella relativamente tranquila, acompañada por dos planetas de un tamaño similar al de Júpiter (el segundo es Saturno). Solo el 10% de estrellas como el Sol tienen mundos como Júpiter a su alrededor. La presencia de planetas gigantes en el sistema solar exterior se considera un paso necesario para la vida.

Las civilizaciones avanzadas no tienen las condiciones adecuadas en torno a enanas rojas

Las enanas rojas parecen muy atractivas porque son estrellas que vivirán durante billones de años (en el caso de las menos masivas). Por lo que es inevitable preguntarse si la vida podría aparecer en su zona habitable, y todavía no hay una respuesta definitiva. Algunos estudios plantean que la vida podría aparecer, pero otros sugieren que las enanas rojas son demasiado hostiles. Son estrellas que emiten llamaradas tan potentes como para arrancar las atmósferas de los mundos a su alrededor (aunque las observaciones apuntan a que esto sucede principalmente en los polos del astro).

Concepto artístico de una enana roja rodeada por tres planetas. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Kipping ha llevado a cabo un análisis estadístico bayesiano de los dos puntos que plantea en su estudio: la rareza de estrellas como el Sol y la era estelífera del universo. Su análisis muestra que la existencia del ser humano no se puede atribuir a un golpe de suerte. Así que, ¿cuál es la explicación? Sugiere que podría haber dos soluciones. La primera es que los planetas tienen vidas finitas para que puedan aparecer observadores (es decir, seres inteligentes). La segunda, es que las estrellas por debajo de cierta masa no producen observadores.

La segunda solución explica mucho mejor los datos, según cuenta el propio Kipping. En esencia, las estrellas por debajo de 0,34 masas solares no desarrollan observadores (con un nivel del 95% de confianza) y esto abarca las dos terceras partes de las estrellas del universo. Esto podría indicar que no debemos hacernos muchas ilusiones. En 50 años-luz alrededor del Sistema Solar, hay treinta sistemas con planetas rocosos confirmados. 28 están en torno a enanas rojas… Así que es posible que no haya civilización alguna cerca de nosotros.

Estudio

El estudio es D. Kipping; «Solar Hegemony: M-Dwarfs Are Unlikely to Host Observers Such as Ourselves». Puede consultarse en arXiv, en este enlace.

Referencias: Universe Today