El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido que la prioridad del país en los próximos años sea la Luna, en lugar de Marte. Algo que resulta muy importante porque hay muchos retos que superar antes de pensar en enviar seres humanos en una misión al planeta rojo…
La Luna será la prioridad en las próximas misiones tripuladas
El pasado jueves, 18 de diciembre, Donald Trump confirmaba su intención de enviar astronautas de vuelta a la Luna tan pronto como sea posible. En esta maniobra, además, deja en segundo plano las misiones a Marte que tendrán lugar tarde o temprano. En una orden ejecutiva sobre la política espacial del país, Trump ha explicado su objetivo de llevar astronautas estadounidenses a la Luna en 2028. Algo que sucederá en el programa Artemisa, de NASA, que comenzó durante su primer mandato. Conseguir aterrizar antes que China parece ser su gran objetivo.

Además, en la orden ejecutiva se explica que ese aterrizaje «reforzaría el liderazgo de Estados Unidos en el espacio, establecería las bases para el desarrollo económico lunar y prepararía el viaje a Marte. Además, inspirará a la próxima generación de astronautas estadounidenses». También asegura que la NASA espera establecer los primeros elementos de un puesto lunar permanente para 2030. Así como confirmar los planes para desplegar reactores nucleares en la Luna y en la órbita. La primera sorpresa, sin duda, llega en forma de fecha.
Artemisa 3 es la primera misión del programa que tiene como objetivo enviar a los astronautas a la superficie de la Luna. Esa misión está prevista, al menos por ahora, para 2027. Sin embargo, Trump ha hablado de 2028. Algo que encajaría con los últimos rumores, donde se habla de que la misión seguramente se retrasará por culpa de SpaceX. La compañía de Elon Musk sigue desarrollando su nueva nave, Starship. Es una versión modificada la que se encargará de llevar a los astronautas desde la órbita lunar a la superficie del satélite.
Más presión para NASA y la industria espacial privada
Esta orden ejecutiva aumenta mucho la presión sobre NASA y el sector espacial privado de Estados Unidos para cumplir con los objetivos de la administración. Estados Unidos quiere adelantarse a China en lo que se ha dado en llamar como la segunda carrera espacial. El objetivo del gigante asiático es enviar una tripulación a la Luna en 2030 y establecer allí una base. Pero el hecho de que Trump dé prioridad a las misiones a la Luna supone un cambio de política respecto a lo que había dicho hace solo unos meses, en su regreso a la Casa Blanca.
En enero, el presidente republicano dijo que quería plantar la bandera de Estados Unidos en Marte antes del final de su mandato. Algo que era a todas luces imposible, teniendo en cuenta todos los retos que hay que superar para poder pensar en el envío de una misión tripulada al planeta rojo con garantías. Aquel anuncio, además de ser poco creíble, dejó muchas dudas sobre cuáles eran las prioridades de la administración. Parecía que el objetivo era ignorar la Luna y que el gran objetivo era enviar seres humanos al planeta rojo.
Estados Unidos lleva mucho tiempo diciendo que quiere ser el primer país en poner seres humanos en la superficie de Marte. Pero ahora es un objetivo que parece mucho más lejano. Por otro lado, no han faltado los que han querido ver en este movimiento una relación directa con Elon Musk. A fin de cuentas, Trump hizo aquel anuncio al principio de su administración, cuando la relación con el multimillonario era muy buena. Daba la sensación de que más bien buscaba dar prioridad y cumplir con el sueño de Musk que con un objetivo real de Trump.
Marte será un objetivo tarde o temprano
Esto no quiere decir nunca vayamos a ver seres humanos en Marte. Es un objetivo inevitable para la exploración espacial tripulada, porque es el planeta más cercano al que podemos enviar seres humanos. Venus es un mundo más cercano, pero también con unas condiciones demasiado duras en su superficie. Marte, aunque incompatible con la vida, es mucho más sencillo a la hora de pensar en establecer una base en su superficie. El mayor problema es que esta misión es muy diferente a enviar seres humanos a la Luna, en todos los aspectos.

Aunque lejana (a 384 000 kilómetros de media), la Luna está lo suficientemente cerca como para poder enviar suministros según sea necesario. Es decir, una base en la Luna dependerá de nuestro planeta. Algo que implica que, por tanto, la tripulación solo necesite suministros en los viajes de ida y vuelta. Además de los sistemas que ya conocemos de la Estación Espacial Internacional (como el de soporte vital, imprescindible para que tengan condiciones habitables). Pero en una misión a Marte, por la distancia al planeta rojo, esa dependencia es imposible.
Es decir, en esa misión tendrán que llevar consigo todos los suministros necesarios para una misión muy larga (presumiblemente de dos años). Además, la tripulación tendrá que enfrentarse a un retraso en las comunicaciones cada vez mayor. En el caso de la Luna, el retraso es de apenas un segundo (aproximadamente), por lo que las comunicaciones son prácticamente en tiempo real. Así que la salud mental (al estar confinados en un espacio pequeño y aislados de la Tierra) es otro factor importante. Por todo ello, que la prioridad sea la Luna es un movimiento de lo más lógico.