¿Y si fuese necesario una nueva clasificación para Urano y Neptuno? Es lo que sugiere un nuevo estudio, que plantea que nuestra imagen de ambos planetas como gigantes helados podría no ser correcta. El trabajo podría ayudarnos a entender mejor la evolución y formación de estos dos planetas y de los gigantes gaseosos…
La nueva clasificación para Urano y Neptuno
Un nuevo estudio analiza la estructura interior de Urano y Neptuno, y plantea que podría ser necesario cambiar su clasificación. El estudio tiene la capacidad de ayudar a entender mejor la formación y evolución de los dos gigantes helados, y también los exoplanetas gaseosos. Es decir, mundos en otros lugares lejos del Sistema Solar. Los investigadores han analizado una serie de modelos por ordenador, diseñados para simular los interiores de Urano y Neptuno, basándose en los datos actuales sobre ambos planetas, incluyendo diferentes parámetros.

Concretamente, masa, radio ecuatorial, presión, radio de referencia, período de rotación y momento gravitacional. Los investigadores lo combinaron con nuevos algoritmos en busca de evaluar mejor cómo son los interiores de ambos planetas, así como de otros mundos en general. El radio ecuatorial de un planeta se mide generalmente desde el centro hasta su ecuador. Pero esto funciona mejor en el caso de superficies sólidas. Como los dos gigantes helados son gaseosos, su radio ecuatorial se mide desde el centro al borde de sus atmósferas gaseosas.
Por ello, en planetas como los gigantes helados, se usa un radio de referencia. Al final, los investigadores determinan que la composición interior de Urano y Neptuno está dominada por la roca y el agua. Específicamente, sus proporciones de roca y agua muestran que Urano tiene una proporción casi diez veces mayor que Neptuno. Por ello, los investigadores plantean que la clasificación de Urano y Neptuno debería cambiar. En lugar de llamarse gigantes helados, deberíamos considerarlos gigantes rocosos. Sería un cambio importante.
Algo que no va a cambiar de un día a otro
El estudio concluye explicando que, con la posibilidad de misiones futuras que viajen hasta allí, el método proporciona una herramienta flexible y sin sesgos para interpretar los datos que se obtengan. En último caso, sin embargo, el interior de Urano y Neptuno seguirá siendo un enigma. No porque estén lejos de nuestro alcance, si no porque hacen falta todavía muchos datos para comprender realmente sus secretos. Hasta entonces, solo una variedad de modelos, en lugar de uno solo, puede permitir entender las diferentes posibilidades para sus interiores.
Hay que recordar que la única nave que ha visitado ambos gigantes helados fue Voyager 2, de la NASA, en enero de 1986 y agosto de 1989, respectivamente. Pese a que los dos sobrevuelos fueron breves, la sonda obtuvo mucha información sombre ambos planetas, incluyendo datos sobre su composición atmosférica, interior, satélites y propiedades de rotación. En Urano, Voyager 2 descubrió dos nuevos anillos y diez satélites. Algo que permitió entender mejor la formación y evolución de objetos rocosos planetarios.
Voyager 2 fue la primera nave en descubrir que Urano rota sobre su costado, pero a pesar de ello mostraba un campo magnético similar al de la Tierra. El polo iluminado por el Sol resultó muy llamativo porque se observó que emitía radiación ultravioleta y mostraba un brillo peculiar. En el caso de Neptuno, Voyager 2 midió la masa del planeta además de observar auroras que eran más débiles que las de nuestro planeta. Algo motivado porque el campo magnético está desalineado respecto al centro del planeta. Las malas noticias son que no hay ninguna misión futura concreta.
Sin más datos, una nueva clasificación para Urano y Neptuno podría tardar mucho
Hasta el momento, las misiones planeadas a Urano solo están o en fase de propuesta o en la de planificación. En esta última etapa se encuentra la misión Tianwen-4 de China. Nasa también está valorando la misión Uranus Orbiter and Probe (Orbitador y sonda de Urano). En el caso de Neptuno, se han sugerido más de media docena de misiones. La más destacable, seguramente, es la misión Neptune Odyssey de la NASA. Pero la situación es todavía más complicada. Uno de los grandes problemas para enviar una misión a cualquiera de los dos planetas es la distancia.

En esencia, están demasiado lejos de la Tierra para poder llevar a cabo una misión en un tiempo razonable. ¿Por qué sí se hizo con las sondas Voyager? Voyager 2 evitó este problema al aprovecharse de una alineación planetaria que solo sucede cada 175 años, que permitió a la nave, y a su hermana gemela, Voyager 1, visitar todos los planetas exteriores en mucho menos tiempo de lo que hubiera sido necesario sin esa alineación. Por ello, no es sorprendente que décadas después, todavía no se haya planteado ninguna misión que haya llegado a concretarse.
Urano y Neptuno son, desde hace mucho tiempo, gigantes helados. Una clasificación que obedece a su mayor proporción entre agua y roca que en Júpiter y Saturno. Estos dos últimos están compuestos principalmente por hidrógeno y helio, por lo que se clasifican, apropiadamente, como gigantes gaseosos. Por ello, este tipo de estudios no solo ayudan a entender la formación y evolución de gigantes gaseosos en el Sistema Solar. También ayudan a entender mejor la formación y evolución de exoplanetas gigantes gaseosos…
Estudio
El estudio es L. Morf y R. Helled; «Icy or Rocky? Convective or Stable? New interior models of Uranus and Neptune». Puede consultarse en arXiv, en este enlace.
Referencias: Universe Today