La estrella de Scholz pudo perturbar el Sistema Solar hace 70.000 años

Aunque no es habitual, a veces una estrella pasa muy cerca de otra. Eso sucedió con la estrella de Scholz hace unos 70.000 años. Es posible que la visita perturbase la Nube de Oort, la región más exterior de este pequeño rincón de la Vía Láctea…

La visita de la estrella de Scholz

Concepto artístico del sistema de la estrella de Scholz.
Crédito: Michael Osadciw/University of Rochester

No es habitual que una estrella se acerque mucho a otra. Pero de cuando en cuando pasa. La última vez parece que sucedió hace 70.000 años, cuando el Sol recibió la visita de la estrella de Scholz. El nombre es engañoso, porque en realidad no es un único astro. Es un sistema binario. Está formado por una enana roja de poca masa (de tipo M9, si te interesa su clasificación) y por una enana marrón; es decir, un objeto más masivo que un planeta pero incapaz de generar fusión nuclear.

Este sistema se acercó a menos de un año-luz del Sistema Solar. Por mantener la perspectiva, la estrella más cercana en la actualidad es Próxima Centauri, que está a 4,24 años-luz. Allí es donde, hace solo unos años, descubrimos Próxima b. Es el exoplaneta más cercano que conocemos (con el atractivo de ser un planeta rocoso y estar en la zona habitable de su estrella). Así que la pregunta es obvia. Al acercarse tanto, ¿pudo perturbar al Sistema Solar?

La respuesta es que, quizá… Ciertamente, no tuvo ningún efecto sobre el Sol ni las órbitas de los planetas (o sus satélites). Sin embargo, sí que parece posible que perturbase a los objetos que se encuentran en las afueras del Sistema Solar. Hablo de la Nube de Oort. Como quizá sepas, es una región esférica de billones de pequeños objetos congelados. Se extiende, aproximadamente, desde cien veces la distancia de Neptuno al Sol, hasta un año-luz.

Desentrañando el misterio

La estrella de Scholz, vista en el espectro infrarrojo, en la actualidad.
Crédito: Aladin / 2MASS

Pero, ¿cómo sabemos que quizá fuese así? En la actualidad, el sistema de la estrella de Scholz está a 22 años-luz. No es nada fácil detectarlos. De hecho, no sabíamos de su existencia hasta 2014. Porque tienen muy poca masa y, por tanto, son objetos muy tenues. Además, están en la constelación de Géminis. Se encuentra en el mismo plano de la Vía Láctea, donde podemos ver muchas otras estrellas.

Sin embargo, si observamos su movimiento, es posible recorrer el camino inverso. Eso nos lleva a determinar, como cuenta un grupo de investigadores en un nuevo estudio, que tuvo que pasar muy cerca del Sol hace unos 70.000 años. La distancia exacta es algo más complicada de determinar, pero parece que, seguramente, fue menos de un año-luz. Su gravedad podría haber modificado las órbitas de algunos cometas.

De esta manera, se habría cambiado sus órbitas, estables desde hace mucho tiempo, provocando que se precipitasen contra el Sol. ¿Cómo saberlo? Un equipo de astrónomos ha analizado un grupo de cometas que tienen órbitas poco comunes. Son las llamadas órbitas hiperbólicas. Es decir, se mueven demasiado rápido como para que la gravedad de nuestra estrella puedan retenerlos. Así que, en el futuro, abandonarán el Sistema Solar rumbo a otros lugares de la galaxia.

Cómo saber si fue la estrella de Scholz

Recreación artística de la Nube de Oort.
Crédito: Desconocido

Hay varias formas de que un cometa se convierta en un objeto hiperbólico. La primera es pasar muy cerca de Neptuno o Júpiter. Su gravedad puede provocar que aceleren y su velocidad aumente lo suficiente para que sus órbitas se vuelvan hiperbólicas. Es algo que se ha podido comprobar en varias ocasiones con otros cometas. La otra posibilidad es que una estrella se acerque demasiado, como en el caso de la estrella de Scholz.

Pero, ¿cómo determinar cuál de las dos posibilidades es la más probable? El equipo de investigadores analizó 339 cometas hiperbólicos para entender cómo son sus órbitas. Después, hicieron lo mismo que con la estrella de Scholz. Es decir, retrocedieron en el tiempo, analizando sus órbitas hasta hace 100.000 años. Algo posible gracias a los modelos por ordenador, en los que se incluyen las interacciones gravitatorias con diferentes objetos.

Como la Nube de Oort es esférica, podríamos esperar que los cometas hiperbólicos procediesen de diferentes lugares del cielo. Sin embargo, eso no es lo que han visto los investigadores. En su lugar, han identificado varias regiones en el firmamento. De ellas, unas son el origen de más cometas que otras. Algunas de esas regiones podrían ser simple casualidad. Como lanzar una moneda al aire y obtener el mismo lado varias veces seguidas.

La coincidencia con la estrella de Scholz

Otro concepto de la Nube de Oort.
Crédito: Desconocido

Sin embargo, no se puede decir que todas las regiones de las que proceden más cometas hiperbólicos sean fruto dela casualidad. Algunas sí que parecen bastante reales. Una de ellas, en particular, no está muy lejos (visiblemente) del lugar en el que se encuentra en la actualidad la estrella de Scholz. Aunque no es una prueba concluyente. En estos 70.000 años, el sistema binario se ha movido.

En el pasado estaba en un lugar diferente del firmamento. Así que esa región de origen de los cometas hiperbólicos debería estar cerca de la ubicación de la estrella de Scholz en el pasado. ¿Cuál es el problema? Al hacer el camino inverso, no es posible acotar por completo el lugar en el que se encontraba un objeto en el pasado. Hay un margen de error. Cuanto más viajamos hacia el pasado, más grande es ese margen.

Esto provoca que las dos regiones (la de dónde proceden esos cometas y dónde estaba, aproximadamente, la estrella de Scholz) coincidan en parte. Lo que obliga a los investigadores a no poder ser concluyentes. Es posible que el origen de esos cometas hiperbólicos fuese la gravedad del sistema binario. Pero también es posible que no tenga nada que ver y que su origen sea un mecanismo completamente diferente.

Hacen falta más observaciones

Concepto artístico del asteroide Oumuamua.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

La única forma de tener una respuesta más precisa es seguir haciendo observaciones. Por un lado, observar el sistema de Scholz y obtener mejores mediciones de su velocidad en el espacio. Lo que permitiría reducir el margen de error al determinar su posición en el pasado. Por otro lado, seguir buscando cometas. Con cada cometa hiperbólico que se detecte, observar en qué grupo encaja y cuál era su origen.

Hay dos cosas más que quiero resaltar. Por un lado, 8 de los cometas detectados parecen ser interestelares. Es decir, en realidad no se originaron en el Sistema Solar, sino que vienen de otra estrella y continúan su viaje por la galaxia. Exactamente como sucede en el caso de Oumuamua. Al menos es lo que indica la velocidad a la que se mueven, que no parece encajar con que se originasen en la Nube de Oort.

La otra tiene que ver con la imagen que encabeza este artículo. Es la que se está usando en todos los medios y, en realidad, tiene mucho de licencia artística. Es una buena oportunidad para recordar que algunos objetos son extremadamente tenues. Las enanas rojas son el caso más simple. Próxima Centauri está a solo 4,24 años-luz, y sin embargo no es visible a simple vista desde el hemisferio sur.

Una ilustración con licencia

Concepto artístico de la estrella de Scholz vista desde la Tierra hace 70.000 años.
Crédito: José A. Peñas/SINC

La visita de la estrella de Scholz sucedió hace 70.000 años. En aquella época, nuestros antepasados neandertales todavía caminaban por la superficie, junto a los primeros Homo Sapiens. En la imagen aparece uno de esos ancestros, con un aspecto indeterminado, que está observando un cielo iluminado por una estrella roja. El problema es que la estrella de Scholz, incluso a esa distancia de menos de un año-luz, es muy tenue.

Tanto que no habría sido visible a simple vista. Aproximadamente, a esa distancia, tendría un brillo 100 veces inferior a la estrella más tenue que podemos ver. No solo porque sea una enana roja, sino también porque, dentro de las enanas rojas, tiene muy poca masa. Solo hay una posibilidad de que fuese visible. Sería solo de manera ocasional, cuando la enana roja emitiese llamaradas estelares.

Lo que sí parece claro es que, en cualquier caso, nuestros ancestros no debieron notar la diferencia. Quizá en algún momento viesen alguna llamarada de la estrella de Scholz. Pero, con toda probabilidad, inmediatamente continuaron con su actividad cotidiana. Como os decía al principio, no es la única visita que ha tenido el Sol. Ni la última. De hecho, en las próximas decenas de miles de años varios astros se acercarán a unos 3 años-luz. Gliese 710, en unos 1,5 millones de años, podría pasar a menos de un año-luz…

El estudio es Carlos de la Fuente Marcos, Raúl de la Fuente Marcos y Sverre J. Aarseth; «Where the Solar system meets the solar neighbourhood: patterns in the distribution of radiants of observed hyperbolic minor bodies». Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society el 6 de febrero de 2018. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Bad Astronomy

Alex Riveiro: Divulgador científico. Autor de "Hacia las estrellas: una breve guía del universo", "Más allá de las estrellas: ¿estamos solos en el universo?" y la saga de ciencia ficción "Ecos de un futuro distante". Colaborador en eltiempo.es y Otros Mundos. También en Twitter, YouTube, Twitch e iVoox.

Ver comentarios (2)

  • Bonderman, no, lo que causa la fusión nuclear es la gravedad producida por la masa de la estrella. Sólo si aumenta su masa a más de 0.08 masas del sol el proceso de la fusión se iniciará, en la práctica una vez formada la estrella marrón sólo un choque con otra estrella marrón u otro objeto masivo proveerá la suficiente nada para iniciar la fusión

  • Muy interesante tu artículo, Alex. Por otra parte, ¿Podría un misil nuclear desencadenar, en una enana marrón, el proceso de fusión nuclear?

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