Un grupo de investigadores ha anunciado el descubrimiento de azúcares, en el asteroide Bennu, que son esenciales para la vida. En concreto, destacan la detección de la ribosa y la glucosa, pero no es lo único que han descubierto. Hay otras sorpresas muy interesantes…
Los azúcares del asteroide Bennu son muy importantes para la vida
El asteroide Bennu está demostrando ser muy interesante. Ha aportado nueva información sobre algunas de las grandes preguntas de la astronomía moderna el Sistema Solar y los orígenes de la vida. Ahora, se han publicado tres trabajos que detallan diferentes descubrimientos: azúcares clave para la vida, una sustancia similar a un chicle, que nunca se había observado hasta ahora. Y, por último, una abundancia sorprendentemente alta de polvo, producto de las explosiones de estrellas en forma de supernova hace miles de millones de año.

Así, los investigadores explican que han encontrado ribosa y, por primera vez en una muestra extraterrestre, glucosa. Ninguno de los dos azúcares son evidencias de vida. Pero su detección, junto con las detecciones ya conocidas de aminoácidos, nucleobases y ácidos carboxílicos en las muestras de Bennu, muestra que los componentes básicos de las moléculas biológicas estaban muy repartidos por todo el sistema solar. Para la vida en la Tierra, los azúcares desoxirribosa y ribosa son componentes fundamentales del ADN y del ARN, respectivamente.
El ADN es el principal transporte de la información genética en las células. El ARN tiene muchas funciones, y la vida tal como la conocemos no podría existir sin él. La ribosa en el ARN se usa en el esqueleto azúcar-fosfato de la molécula que conecta una cadena de nucleobases portadoras de información. Los investigadores explican que en Bennu se han encontrado las cinco nucleobases usadas tanto en el ADN como en el ARN, además de fosfatos. El hallazgo de la ribosa significa que todo lo necesario para formar la molécula de ARN está presente en Bennu.
Azúcares, una sustancia sorprendente…
El descubrimiento de ribosa en muestras traídas de asteroides no es completamente sorprendente. La ribosa ya se había encontrado en dos meteoritos hallados en nuestro planeta. En realidad, lo interesante es que los investigadores no encontraron desoxirribosa. Si Bennu es un asteroide representativo del conjunto global, podría indicar que la ribosa era más común que la desoxirribosa en la infancia del Sistema Solar. Esa abundancia de ribosa y ausencia de desoxirribosa apoyaría una de las hipótesis más populares de la vida en sus primeras etapas: el mundo de ARN.
En ella, las primeras formas de vida dependían del ARN como molécula principal para almacenar información y para poder catalizar las reacciones químicas necesarias para su supervivencia. La vida en el presente se basa en un sistema complejo organizado principalmente por tres tipos de biopolímeros funcionales: ADN, ARN y proteínas, como explican los investigadores. Sin embargo, las primeras formas de vida pudieron ser mucho más simples. El ARN es el principal candidato a ser el primer biopolímero funcional porque puede almacenar información genética y catalizar muchas reacciones biológicas.
Además, las muestras de Bennu también contenían una de las formas más comunes de energía usadas por la vida en la Tierra. Se trata del azúcar glucosa. Es la primera evidencia pista de que, en la infancia del Sistema Solar, ya había una fuente de energía importante para la vida tal como la conocemos. En un segundo estudio, otro grupo de investigadores desvela el descubrimiento de un material, similar a un chicle, en las muestras de Bennu que nunca se había observado antes en rocas espaciales. Algo que, además, podría haber ayudado en la aparición de la vida.
El papel de la sustancia en forma de chicle en la vida
En el pasado, esa sustancia era blanda y flexible. Pero después se endureció. Según cuentan los investigadores, se puede describir como una forma de «goma espacial» que está compuesta por polímeros muy ricos en nitrógeno y oxígeno. Esas moléculas complejas podrían haber aportado algunos de los precursores químicos que ayudaron a la aparición de la vida en la Tierra. Encontrarlas en Bennu podría ser muy importante para entender cómo apareció la vida en nuestro planeta así como la posibilidad de que esté en otros lugares.

En el tercer estudio, los investigadores analizaron granos presolares. Es decir, el polvo procedente de estrellas anteriores al Sol. Estos granos estaban en dos tipos de roca diferentes de las muestras de Bennu y el objetivo era aprender más sobre dónde se formó el asteroide del que formaba parte antes de fragmentarse, así como los cambios producidos por la actividad geológica. Curiosamente, las muestras contenían una cantidad de polvo de supernova unas seis veces superior a cualquier otro material que se haya estudiado.
Por lo que el asteroide del que procede Bennu debió formarse en una región del disco protoplanetario que estaba enriquecida con el polvo de aquellas estrellas que explotaron como supernovas. El estudio también desvela que, aunque el asteroide progenitor de Bennu experimentó una extensa alteración por fluidos, todavía hay regiones de materiales que no han sido transformados especialmente, en las muestras que recogió la sonda OSIRIS-REx. Es decir, también están ayudando a entender cómo era el entorno en el que se formó el Sistema Solar…
Estudios
Los estudios son:
Y. Furukawa, S. Sunami, Y. Tanako et al.; «Bio-essential sugars in samples from asteroid Bennu». Publicado en la revista Nature Geoscience el 2 de diciembre de 2025. Puede consultarse en este enlace.
S. Sandford, Z. Gainsforth, M. Nuevo et al.; «Nitrogen- and oxygen-rich organic material indicative of polymerization in pre-aqueous cryochemistry on Bennu’s parent body». Publicado en la revista Nature Astronomy el 2 de diciembre de 2025. Puede consultarse en este enlace.
A. Nguyen, L. Seifert, K. Shimizu et al.; «Abundant supernova dust and heterogeneous aqueous alteration revealed by stardust in two lithologies of asteroid Bennu». Publicado en la revista Nature Astronomy el 2 de diciembre de 2025. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: NASA