Casi desde su descubrimiento, se ha planteado que Próxima b experimenta condiciones infernales, debido a la cercanía a su estrella, así como su actividad. Aunque en un principio todo partía de suposiciones, un nuevo estudio, analizando el comportamiento de la estrella, pinta un escenario muy negativo…
Las infernales condiciones de Próxima b se deben a Próxima Centauri
Próxima b ha sido, desde su descubrimiento, un mundo sobre el que se han dicho muchas cosas. No es sorprendente si tenemos en cuenta que se trata del exoplaneta más cercano al Sistema Solar y, además, está en la zona habitable de su estrella. El inconveniente es que Próxima Centauri es una enana roja. Este tipo de estrellas es el más abundante del cosmos (en cuanto a estrellas en secuencia principal) y son astros mucho más fríos y tenues que el Sol. Por lo que la zona habitable es mucho más cercana a la estrella.
Es particularmente interesante comprender si las enanas rojas pueden ofrecer condiciones habitables a los mundos que tengan en su zona habitable. Su longevidad, del orden de los billones de años (en algunos casos, y como poco de cientos de miles de millones de años en otros) hace que sean estrellas muy atractivas desde el punto de vista de la aparición de la vida y su posible evolución. Sin embargo, por extraño que pueda parecer, nos encontramos ante astros que pueden ser extremadamente violentos. Su actividad puede ser devastadora.
Las enanas rojas pueden emitir enormes llamaradas, mucho más potentes que las del Sol, con mucha más frecuencia. Esto desata unas condiciones infernales para que mundos, como Próxima b, sean capaces de retener las características necesarias para poder ser habitables. Irónicamente, su pequeño tamaño es lo que provoca que este tipo de estrellas pueda ser mucho más peligroso para los mundos habitables, que otros tipos como las enanas amarillas. Al tener un tamaño más reducido que el Sol, el núcleo está más cerca de la superficie…
Un panorama poco atractivo para la aparición de vida
Esa cercanía del núcleo a la superficie de la estrella es una mala noticia. Provoca que la superficie sea mucho más caótica que en estrellas como el Sol. Ese aumento de turbulencias amplifica los potentes campos magnéticos de la estrella. Esto permite que, a su vez, el astro pueda emitir ráfagas de radiación, de alta energía, extremadamente potentes. En un sistema más grande, a la suficiente distancia, esa actividad no resulta un problema. En el sistema de una enana naranja resulta un problema, porque todo está mucho más cerca.
Los planetas en la zona habitable están mucho más cerca de su estrella y se ven expuestos a unas condiciones que distan mucho de las que podemos encontrar en la zona habitable de estrellas más masivas. Desde que se descubriese Próxima b, una impresión reinante, y plasmada en muchos estudios, es que las condiciones podrían ser demasiado difíciles para que el planeta haya podido retener características habitables. Sin embargo, había motivos para la esperanza, porque no se conocía el campo magnético en el entorno de la estrella.
En su lugar, al no tener esos datos, se apoyaban en las observaciones de otras estrellas. De ahí que, en ocasiones, unos estudios dijesen que Próxima b era un mundo yermo y completamente inhóspito, mientras otros planteaban que el planeta podría, incluso, haber retenido un océano en su superficie. Aquí es donde entra en escena un nuevo estudio, que ha utilizado mapas de alta resolución del campo magnético de Próxima Centauri. Con ellos, han podido desarrollar un modelo del viento estelar que procede del astro, y su impacto en el entorno.
Próxima b se enfrenta a condiciones infernales… y aun así podría tener vida
Así, con esa información más precisa, los investigadores han determinado que Próxima b recibe unas 1000 veces más radiación, por medio del viento estelar, que la Tierra con el viento solar procedente del Sol. Esto hace que las posibilidades de que el planeta haya retenido su atmósfera sean mínimas. Por supuesto, también hace poco probable que tenga agua en su superficie en estado líquido. Sin embargo, se plantea que la vida, incluso en este escenario, podría haber llegado a aparecer. Si bien es cierto que su supervivencia sería muy complicada.
Próxima b es un mundo que resulta sumamente atractivo por su cercanía al Sistema Solar. El estudio de otros exoplanetas en torno a enanas rojas pinta un escenario similar, al menos en algunos casos. TRAPPIST-1, una estrella con siete planetas rocosos a su alrededor, parece ofrecer unas condiciones muy similares a las que podemos encontrar en Próxima b. Al igual que Próxima Centauri, es una estrella extremadamente violenta. Por lo que sus mundos (tres están en su zona habitable) se enfrentarían a condiciones muy parecidas.
Por otro lado, otras enanas rojas parecen exhibir un nivel de actividad más reducido. Dicho de otro modo, el debate sobre hasta qué punto es posible encontrar planetas habitables, en torno a las estrellas más longevas del cosmos, sigue en marcha. En cuanto a Próxima b, por desgracia, parece que las peores previsiones se confirman. De todos modos, sigue siendo un objeto de estudio interesante porque, por su cercanía, se puede analizar con más detalle que otros exoplanetas lejanos. Así que seguiremos oyendo hablar de él en el futuro…
Estudio
El estudio es C. Garraffo, J. Alvarado-Gómez, O. Cohen y J. Drake.; «Revisiting the space weather environment of Proxima Centauri b». Está disponible para su consulta en la plataforma arXiv, en este enlace.
Referencias: Universe Today
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