La vida podría ser fácil de detectar si se observasen muchos mundos a la vez, en lugar de centrarnos en uno solo. Es algo que resulta intrigante, porque el razonamiento es sencillo. Puede que captar las señales en un único planeta sea más difícil que hacerlo al observar un conjunto…
La vida podría ser fácil de detectar… si no fuese por las suposiciones
El inconveniente, a la hora de buscar vida extraterrestre, es tener que enfrentarnos a las suposiciones. Cada elemento químico detectado en la atmósfera de un exoplaneta, incluso en observaciones del telescopio James Webb, está acompañada de suposiciones de todo tipo. Por ahora no se sabe lo suficiente para no caer en ellas. En un nuevo estudio, un grupo de investigadores se pregunta cómo se puede simplificar la detección de vida extraterrestre. A fin de cuentas, es una de las grandes preguntas de la ciencia moderna.
El objetivo fundamental que plantean es difícil de lograr. Lejos del Sistema Solar es imprescindible realizar multitud de suposiciones sobre cómo aparecería la vida y se relacionaría con su planeta. Solo sabemos cómo funciona la biosfera terrestre, explican los investigadores, y por ello hay que suponer que similitudes podría haber con otros planetas. No hay un consenso sobre cómo podría funcionar la biosfera de esos lugares. Aunque se tiene una idea respecto a la química y la física, no hay ningún ser humano que sea experto en biosferas extraterrestres.
A la ciencia se le da bien crear modelos y generar respuestas útiles. También nos permite plantear preguntas relevantes que podrían no haber surgido sin la ayuda de los modelos. En este trabajo, los autores han utilizado una estrategia diferente para entender la vida en otros mundos, así como qué se podría hacer para detectarla. En su trabajo, exploran un modelo de esparcimiento de la vida entre sistemas planetarios por medio de la panspermia y la terraformación. Su modelo muestra diferentes efectos con la propagación de la vida.
El impacto de la vida al extenderse por la galaxia
A medida que se propaga a lo largo de la galaxia, explican, surgen correlaciones entre las características planetarias y la ubicación y pueden funcionar como una biofirma agnóstica. Es decir, una biofirma independiente de las suposiciones que normalmente hay que realizar. Lo interesante es que es agnóstica porque se centra en la hipótesis específica de qué podría hacer la vida, en lugar de qué podría ser. Esta estrategia es diferente. Analizan planetas en función de sus características observadas y los agrupan basándose en ellas.
Después, examinan esos grupos en sí. Esto lleva a una forma de dar prioridad a planetas individuales por su potencial para albergar vida. En este contexto, la panspermia y la terraformación desempeñan un papel clave. Sabemos que las rocas pueden viajar entre mundos (a esto se le llama litopanspermia). Los potentes impactos sufridos por Marte, por ejemplo, enviaban rocas al espacio. Algunas terminaron cayendo a la Tierra. Si hubiese organismos durmientes (como esporas) que pudiesen sobrevivir al viaje, es factible que la vida pueda esparcirse de esta manera.
La terraformación, por su parte, es la transformación de un mundo para hacerlo más habitable. Si hay otras civilizaciones en la galaxia, que sean más avanzadas que la nuestra, se puede suponer que tarde o temprano podrían terraformar otros mundos. Siempre y cuando sobrevivan lo suficiente. En cualquier caso, incluso la vida no tecnológica es capaz de alterar su entorno a propósito. En nuestro planeta hay ejemplo de ello, como las presas de los castores. Tanto la panspermia como la terraformación, en cierto sentido, ya los lleva a cabo la vida.
La vida podría ser fácil de detectar… pero es necesario más conocimiento
A fin de cuentas, ambos procesos son cosas que podemos encontrar en la vida. Lo que plantean los investigadores es que esos mismos procesos se pueden aplicar a escala planetaria e interestelar. El modelo que han desarrollado muestra que la forma en la que están repartidos los planetas alrededor de las estrellas, junto a sus otras características, podrían ser una señal de vida sin ni siquiera necesitar buscar biofirmas. Esta es la parte agnóstica de su trabajo, y es muy atractiva porque permite centrarse en muchos mundos a la vez.
En el caso de una detección en un único planeta, es mucho más fácil achacar esa posible detección de vida a una anomalía. No es tan simple cuando lo mismo sucede con varios planetas. En esencia, plantean que los patrones y agrupamientos que se puedan detectar (en las poblaciones de planetas) podrían indicar la presencia de vida por medio de la panspermia y la terraformación. Los planetas terraformados, explican, podrían identificarse por su agrupamiento. Al ser terraformados, deberían parecerse al planeta de origen.
Sin embargo, este método tiene sus propios obstáculos que limitan su utilidad. Por ejemplo, es necesario identificar formas de entender mejor los procesos astrofísicos y planetarios para detectar vida con más facilidad. Aun sin más detalles, el método resulta intrigante y es creativo. El modelo de los autores lleva a una nueva forma de pensar en la jerarquía de la vida y cómo podría replicarse en otros planetas. Si, en el futuro, los autores logran reforzar su método, este planteamiento podría llevarnos a alguna gran detección en el futuro…
Estudio
El estudio es H. Smith y L. Sinapayen.; «An Agnostic Biosignature Based on Modeling Panspermia and Terraformation». Está disponible para su consulta en arXiv, en este enlace.
Referencias: Universe Today
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