China está preparándose para lanza la primera misión a la cara oculta de la luna. Se trata de la misión Chang’e 4, que será lanzada mañana. Si todo va bien, después de 27 días de viaje, el róver y un aterrizador se posarán en el polo sur de la Luna…
Una misión muy interesante
Originalmente, el róver y el aterrizador que componen la misión Chang’e 4 fueron diseñados como reemplazos de su antecesora, la misión Chang’e 3. En esa última, en diciembre de 2013, China logró que aterrizase en la Luna tanto un aterrizador como un róver llamado Yutu. Los preparativos para Chang’e 4 ya han comenzado. En mayo de 2018, China puso en órbita el satélite Queqiao. Lo envió al punto de Lagrange L2. Desde allí, actuará como puente de comunicaciones entre la misión y el centro de control.
Chang’e 4 aterrizará en el cráter Von Kármán. El cráter forma parte de la cuenca Aitken, en el polo sur de la Luna. En un estudio publicado recientemente, los investigadores chinos han desvelado los principales objetivos científicos de la misión. Se trata de tres grandes metas. Por un lado, realizar un estudio radioastronómico de baja frecuencia de la superficie lunar. Así como una investigación de la estructura de la región en la que aterrizará el róver.
A esto hay que sumarle un estudio topográfico y mineralógico de la cara oculta de la Luna. De nuevo, dentro de la zona en la que aterrice el róver. De todos ellos, el estudio radioastronómico es quizá lo más llamativo. La cara oculta de la Luna siempre está oculta de la Tierra. Así que está libre de la interferencia del la ionosfera de nuestro planeta, de la radiación emitida por las auroras y, por supuesto, de las frecuencias de radio humanas. Durante las noches lunares, tampoco hay emisión de radio procedente del Sol.
Muchas herramientas para que la misión Chang’e 4 estudie la cara oculta
Por todos estos motivos, los científicos destacan que la cara oculta de la Luna siempre ha sido considerada el mejor lugar para realizar observaciones radioastronómicas de baja frecuencia. Para conseguir estos objetivos, la misión incorpora ocho instrumentos. El aterrizador lleva dos cámaras, un espectrómetro (que analiza el espectro electromagnético) de baja frecuencia y un experimento de neutrones.
El róver, por su parte, lleva otros cuatro instrumentos. Una cámara panorámica, un radar, un espectrómetro para el espectro visible y el infrarrojo cercano, y un analizador proporcionado por Suecia. Salvo este instrumento, y el experimento de neutrones (de origen alemán), el resto de instrumentos son de origen chino. Sin embargo, de ellos solo el espectrómetro de baja frecuencia es nuevo. El resto son instrumentos que proceden de la misión Chang’e 3.
El satélite Queqiao también tiene un instrumento a bordo. Un dispositivo que, junto al espectrómetro del aterrizador, permitirá realizar las observaciones radioastronómicas de baja frecuencia de la Luna. El radar del róver también podría ser capaz de detectar la estructura bajo la superficie en la región por la que se desplace. Podrá detectar el espesor y la estructura del regolito lunar, ese fino polvo que recubre toda la superficie del satélite.
También habrá experimentos biológicos
La misión Chang’e 4 también llevará consigo un contenedor con semillas de patata y arabidopsis. Esta última es una pequeña planta, con flor, que está emparentada con plantas como el repollo y la mostaza. Este experimento, una «mini biosfera luna» ha sido diseñada por 28 universidades chinas. Pesa aproximadamente 3 kilos. No hay mucha más información al respecto que la publicada por la agencia de noticias China Xinhua.
Pero permite, al menos, ver que también habrá una parte biológica en esta misión. En cualquier caso, sí queda claro que el principal objetivo de China con Chang’e 4 es, principalmente, conocer mejor la cara oculta de la Luna. Los instrumentos a bordo permitirán obtener mucha información sobre su estructura y su naturaleza. Todo es parte de una serie de misiones chinas que comenzó en 2007 con el orbitador Chang’e 1.
En 2010 llegó otro, Chang’e 2. 2013 vio la llegada de la misión Chang’e 3, que llevó al róver Yutu a posarse en la superficie de nuestro satélite. En octubre de 2014 se lanzó Chang’e 5 T1, que lanzó una cápsula de prueba alrededor de la Luna y regresó a nuestro planeta ocho días después del despegue. Ahora estamos con la misión Chang’e 4 a punto de emprender su marcha. En el horizonte ya está, también, Chang’e 5, una misión lunar que tiene como objetivo recoger muestras de la Luna.
La cuenca Aitken
La cuenca Aitken, la región en la que aterrizará la misión Chang’e 4 es la cuenca de impacto más grande y antigua de nuestro satélite. Es decir, fue provocada por la colisión de un objeto. El terreno en esta región es bajo. Pero no está lleno de mares lunares, como otras cuencas de nuestro satélite. Eso hace pensar que podría tener una historia diferente. Su evolución, en comparación a otras regiones, debió ser bastante única.
Por ello, es un lugar interesante de estudio. Los materiales presentes allí podrían ayudar a entender la composición de la corteza de nuestro satélite. Quizá incluso del manto. Chang’e 4 solo viene a confirmar que China está muy interesada en seguir explorando nuestro satélite. Si todo sale bien, la misión permitirá conocer mejor las particularidades de la cuenca Aitken. Está por ver qué descubrimientos lograrán realizar.
Pero en esta época, en la que Marte sigue siendo el gran objetivo, es refrescante recordar que no nos hemos olvidado de nuestro satélite. No solo China tiene su atención puesta en ella. La NASA quiere volver. La Agencia Espacial Europea también ha planteado la posibilidad de construir una base lunar hacia 2030. Una iniciativa en la que también podría participar China. Nos esperan años muy interesantes…
Referencias: Space
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