La posibilidad de vida en Venus nunca ha sido una de las más tentadoras. Pese a ser un mundo muy similar a la Tierra, su destino fue completamente diferente. Su superficie no parece compatible con la vida. Pero sus nubes podrían contarnos una historia diferente…

El hermano olvidado de la Tierra

Venus, en color real, fotografiado por la sonda Mariner 10.
Crédito: NASA

Marte resulta, de largo, el planeta más interesante en cuanto a la posibilidad de vida en otros lugares del Sistema Solar. No tanto porque tenga unas condiciones ideales, sino porque está relativamente cerca de nuestro planeta (lo que quiere decir que podemos explorarlo con cierta facilidad) y porque su pasado es muy intrigante. Sus características geológicas sugieren, sin lugar a dudas, que tuvo agua en el pasado.

Es posible que todavía la conserve bajo la superficie. Ese elemento es un requisito que parece imprescindible para la aparición de la vida. En la escala de objetos celestes que podrían tener vida, inmediatamente después nos encontraríamos con Encélado, Europa y Titán. Incluso podemos añadir en esta lista tanto a Ganímedes como Calisto. Estos satélites de Júpiter y Saturno son muy interesantes por derecho propio.

Pero lo que, seguramente, pocos esperaban, es que en esta lista fuese a aparecer Venus con esta misma intensidad. A grandes rasgos, todos conocemos el planeta más parecido a la Tierra dentro del Sistema Solar. Tiene un tamaño y masa parecidos. Su evolución, sin embargo, fue muy diferente a la de nuestro planeta. Se convirtió en un infierno con una temperatura, en superficie, tan alta que hasta el plomo se derretiría.

La vida en Venus podría estar en las alturas

Los mapas por radar de Venus muestran que está dominado por las estructuras volcánicas.
Crédito: NASA/JPL

Un grupo de astrónomos ha rescatado una vieja idea que parecía no tener mucho recorrido. Es evidente que la vida en Venus, tal y como la conocemos, no podría sobrevivir en la superficie. Pero en la altura, en sus nubes, el panorama cambia por completo. La atmósfera del planeta podría reunir las condiciones apropiadas para permitir el desarrollo de vida microbiana. Además, sabemos que el planeta no siempre fue así.

Hay algunos modelos que sugieren que Venus pudo ser un mundo muy similar a la Tierra durante bastante tiempo. Es posible que tuviese agua líquida en su superficie durante 2.000 millones de años. Es bastante más del tiempo que se cree que pudo sobrevivir en Marte. Así que partiendo de esa base, es fácil dejar volar la imaginación. Basta con ver cómo se comporta la vida en nuestro planeta, y lo que sabemos.

Los microorganismos terrestres (principalmente bacterias) pueden alcanzar la atmósfera. De hecho, se han detectado a alturas de hasta 41 kilómetros sobre la superficie. Muy por encima de lo que, seguramente, muchos esperarían encontrar. Además, sabemos que la vida se puede adaptar a condiciones muy duras. De nuevo, el ejemplo está en nuestro planeta. Hay microbios que viven en los entornos más extremos que conocemos.

Los microorganismos se pueden adaptar

Carl Sagan.
Crédito: Cornell University Library

Desde las aguas termales del volcán Yellowstone, pasando por las columnas hidrotermales en las profundidades del océano y terminando en las zonas más contaminadas así como lagos ácidos repartidos por todo el mundo. La vida nos ha demostrado que puede abrirse camino en condiciones de mucha acidez. Puede alimentarse de dióxido de carbono e incluso producir ácido sulfúrico. Lo que nos lleva a las nubes de Venus.

La atmósfera de Venus está repleta de nubes con una gran reflectividad. Es un entorno ácido, formado principalmente por dióxido de carbono y gotas de agua que contienen ácido sulfúrico. Incompatible con la vida compleja que conocemos. Pero quizá suficientemente benigno para las formas de vida más sencillas y habituadas a vivir en entornos más extremos. La idea, de hecho, ni siquiera es nueva, ya se planteó en 1967.

Fue entonces cuando el biofísico Harold Morowitz y el astrónomo Carl Sagan plantearon la idea que, décadas después, ha sido rescatada. El planteamiento es que la atmósfera de Venus podría reunir las condiciones apropiadas. Hubo varias naves que visitaron el planeta entre 1962 y 1978. Con ellas, se pudo comprobar que la temperatura y la presión en las capas bajas y medias, a una altura de entre 40 y 60 kilómetros de la superficie, podrían ser aptas.

La vida en Venus sería un hallazgo intrigante

Vida en Venus: la tentadora posibilidad de sus nubes...

Imagen compuesta de Venus (de varios filtros) visto por la Agencia de Exploración Espacial Japonesa.
Crédito: JAXA

Estarían muy lejos de las duras condiciones de la superficie. No solo por las temperaturas (que superan los 450ºC) sino por la presión a la que está sometida. Además, hay un pequeño misterio que resulta muy intrigante en toda esta historia. En la Tierra hay bacterias capaces de absorber la luz. Tienen unas propiedades similares a las de las partículas, que no han sido identificadas, que componen las regiones oscuras de las nubes de Venus.

Las observaciones espectroscópicas, en las que se estudia la luz separándola en sus diferentes componentes, son muy reveladoras. Especialmente al observar la región del ultravioleta. Ahí es donde se puede comprobar que esas regiones están compuestas de ácido sulfúrico y otras partículas que absorben la luz. Aunque estas últimas no han sido identificadas. La presencia de estas regiones ha sido un misterio desde que Venus se observase por primera vez hace 100 años.

Con las naves se pudo estudiar en más detalles. Estas regiones oscuras aparecen cada cierto tiempo. Pueden perdurar días. Su tamaño y su contraste varía continúamente y parece estar relacionado con su escala. ¿Por qué esto podría ser un indicador de vida en Venus? Las partículas que forman esas regiones oscuras tienen casi la misma dimensión que algunas bacterias de la Tierra. Nuestros instrumentos no son capaces de discernir si la atmósfera de Venus tiene material orgánico o inorgánico.

Pensando en los tipos de vida en Venus

Venus, observado en luz ultravioleta en 1979.
Crédito: NSSDC Photo Gallery

Así que es tentador pensar ante qué tipo de vida podríamos encontrarnos. Podrían ser algo similar a las proliferaciones de algas que suceden con regularidad en los lagos y océanos de la Tierra. La única diferencia es que sería la atmósfera de Venus la que los mantendría. Hay otro ejemplo que permite alimentar la imaginación y considerar que podría ser una posibilidad. Se trata del lago Tso Kar, que inspiró a uno de los investigadores.

Está en el norte de India, y destaca por ser un lago salado a gran altura. Allí, se puede observar el residuo que produce una bacteria que utiliza azufre. Su señal es evidente en la hierba deteriorada que se puede observar cerca del lago. Aun así, hay un punto importante del que no nos podemos olvidar. ¿Cuándo se evaporó el agua en Venus? Las corriente de lava han recorrido su superficie durante miles de millones de años. Así que, seguramente, no queda ninguna huella de la historia de la superficie del planeta.

En la búsqueda de vida extraterrestre, la única atmósfera que se ha explorado, realmente, es la de la Tierra. Una posibilidad para analizar la de Venus es VAMP (por las siglas en inglés de Venus Atmospheric Maneuverable Platform). Una nave que vuelva como un avión pero flota como un zepelín. Podría permanecer suspendido en la atmósfera del planeta durante un año y sería capaz de recoger muestras y datos.

Analizando las nubes en busca de vida en Venus

Concepto artístico de VAMP, una nave que podría permanecer en la atmósfera de Venus hasta un año.
Crédito: Northrop Grumman

Una plataforma así podría equiparse con diferentes instrumentos, además de un microscopio que pueda ser capaz de identificar microorganismos. Así que para saber si hay vida en Venus, la única solución sería ir allí y descubrirlo. Lo positivo de todo esto es que es una posibilidad. Se está planteando que la NASA participe en la misión de Roscosmos (la agencia espacial rusa) planeada para Venus.

Se trata de Venera-D, que podría incluir un orbitador (una nave que esté en órbita). También tendría un aterrizador y una plataforma aérea (que sería aportada por la NASA). De momento, sin embargo, solo es eso, una misión que se está planteando para finales de 2020. Habrá que ver si, llegado el momento, tiene lugar. Si es así, habrá que prestar mucha atención a la intrigante posibilidad de que pueda haber vida en Venus.

Porque, aunque sea en forma de microbio, descubrir que hay vida en otros lugares del Sistema Solar sería toda una revolución. Podríamos interpretarlo como una señal de que la vida simple podría ser muy abundante. Nos dejaría con la incógnita de qué pasa con la vida compleja y, por extensión, la inteligente. Es decir, no nos resolvería cosas como la Paradoja de Fermi. ¡Pero ya sería un gran avance!

El estudio es Limaye Sanjay S., Mogul Rakesh et al.; «Venus’ Spectral Signatures and the Potential for Life in the Clouds». Publicado el 30 de marzo en la revista Astrobiology. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Phys.org