Una pequeña nave israelí, que se estrelló a principios de 2019, puede haber esparcido tardígrados en la superficie del satélite. Pero, aunque fuese así, no quiere decir que la Luna vaya a estar habitada por estas pequeñas y resistentes formas de vida…

La historia de Beresheet, una nave interesante

En la medianoche del 11 de abril de 2019, en el centro de misión de la empresa Israel Aerospace Industries, en Yehud, Israel, toda la atención estaba puesta en dos pantallas. En la de la izquierda se podían observar los datos que estaba enviando Beresheet. Un aterrizador lunar que perseguía el objetivo de convertirse en la primera nave privada en aterrizar en la Luna. En la pantalla de la derecha, una animación mostraba el funcionamiento de Beresheet mientras se preparaba para aterrizar suavemente en el Mar de la Tranquilidad.

La nave Beresheet transportaba, entre otras cosas, tardígrados.
Réplica de la nave Beresheet. Crédito: Wikimedia Commons/TaBaZzz

Sin embargo, solo segundos antes del aterrizaje, la pantalla de la izquierda dejó de recibir datos. Se había perdido el contacto con la nave, que se estrelló en la superficie poco después. Beresheet era una misión con muchos objetivos. Entre ellos, estaba el de crear la primera biblioteca lunar, algo perseguido por la Arch Mission Foundation de Nova Spivack. También llevaba consigo un DVD con 30 millones de páginas de información, muestras de ADN humano y miles de tardígrados. Los populares osos de agua que pueden sobrevivir a prácticamente todo.

La noticia de que Beresheet se había estrellado no podía ser más negativa. Porque, si estaban en lo cierto, la criatura más resistente conocida acababa de encontrar un nuevo hogar en nuestro satélite. En las semanas siguientes, se intentó determinar el alcance de los daños. Teniendo en cuenta la trayectoria de la nave, y la composición de la biblioteca lunar, se cree que ha sobrevivido al impacto de forma más o menos intacta. Y, curiosamente, puede que fuese la inclusión de las muestras de ADN y los tardígrados lo que permitiese que haya sido así.

Una biblioteca lunar

El objetivo de Spivack era crear un archivo, de todo el conocimiento humano, que pudiese perdurar durante millones o miles de millones de años. De hecho, el primer archivo ya lleva algún tiempo en el espacio. Partió en 2018, en la guantera del coche eléctrico Tesla de Elon Musk, que está en una órbita alrededor del Sol en la que permanecerá durante millones de años. En aquel caso, la información codificada, en un disco de cuarzo, fue la trilogía Fundación de Isaac Asimov. El almacenamiento podría ser la clave de Beresheet.

El lugar en el que impactó la nave Beresheet, observado por la Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA. Crédito: NASA/GSFC/Arizona State University

Porque, para almacenar todo el conocimiento humano, de forma analógica, es decir, en algo que se pueda leer con relativa sencillez, hace falta mucha compresión. El sistema elegido consiste en almacenar imágenes de alta resolución, en una escala microscópica, en níquel. La imagen se graba en cristal, y después se deposita níquel, átomo a átomo, en una capa por encima. Las imágenes resultante se pueden ver con un microscopio que sea capaz de alcanzar 1000 aumentos. Algo disponible desde hace cientos de años.

La biblioteca lunar de Beresheet estaba compuesta de 25 capas de níquel, de apenas unos micrómetros de grosor. Las cuatro primeras capas contienen 60 000 imágenes, de alta resolución, de páginas de libros. Así como las claves para descifrar las 21 capas restantes. En ellas se encuentra casi toda la Wikipedia en inglés, miles de libros clásicos e, incluso, los secretos de los trucos de magia de David Copperfield. Lo que no estaba planeado, inicialmente, era incluir muestras de ADN. Pero casi al final del diseño, se decidió añadirlo.

Los tardígrados son muy resistentes

Para ello, se añadió una capa de resina epoxy entre cada capa de níquel. Es un equivalente sintético a la resina fosilizada. Se utilizó para conservar las muestras de ADN. Además, también se incluyeron algunos tardígrados deshidratados. En otra capa adicional, se incluyeron varios miles de osos de agua, igualmente deshidratados. El razonamiento resulta bastante lógico. Esos tardígrados podrían ser resucitados en el futuro. Porque ya conocemos su increíble capacidad para aguantar incluso en las condiciones más duras y regresar a la vida.

Los tardígrados son capaces de resistir incluso en el vacío del espacio.
Un tardígrado observado a través de un microscopio. Crédito: Schokraie E, Warnken U, Hotz-Wagenblatt A, Grohme MA, Hengherr S, et al. (2012)

Son capaces de entrar en un estado de hibernación, en el que detienen todos sus procesos metabólicos y el agua de sus células es reemplazado por una proteína que las convierte en algo similar a un cristal. Se ha logrado resucitar tardígrados que llevaban 10 años en un estado deshidratado. Pero se cree que podrían sobrevivir incluso mucho más tiempo sin agua. Aunque, a decir verdad, todavía se está entendiendo hasta donde llega, realmente, la capacidad de supervivencia de esta pequeñas criaturas. Quizá se les pueda rehidratar.

Añadir esa capa de resina, en el último momento, puede haber sido la salvación de la biblioteca lunar. La resina aporta más fuerza a la estructura y hace más difícil que pueda destruirse. Así que es muy posible que, en realidad, la carga esté intacta en algún lugar de la superficie de la Luna. Incluso si no fuese así, no está claro cuál es el futuro de los tardígrados. Si bien su condición es muy fácil de imaginar. Esos tardígrados ya estaban deshidratados antes de ser enviados. Así que podrían sobrevivir, pero necesitan algo más.

Resucitando a los tardígrados

Si, en el futuro, una tripulación humana puede recuperar los tardígrados, tendrán que traerlos de vuelta a la Tierra, o a algún lugar que tenga una atmósfera, para poder rehidratarlos. Según cuánto tiempo pase, puede que ni siquiera eso sea suficiente para que vuelvan a la vida. Además, el incidente no tendrá ninguna consecuencia para la organización Arch Mission Foundation, porque las misiones a la Luna no están sujetas a un proceso de esterilización muy estricto. Solo se aplica en misiones con destino a ciertos lugares.

El Mar de la Tranquilidad visto desde el módulo lunar de la misión Apolo 10. Crédito: NASA

A objetivos como Marte, que sí podrían tener las condiciones necesarias para que se desarrolle la vida. De hecho, hay ADN humano en la Luna desde hace mucho tiempo. Los astronautas del programa Apolo dejaron muchas cosas tras de sí después de sus misiones. Entre esas cosas se incluyen casi un centenar de bolsas con heces. Así que, salvo por los tardígrados, ni siquiera es la primera vez que se deja ADN humano en nuestro satélite. Y no será la última, porque el propio Spivack está trabajando en nuevas ideas para enviar más bibliotecas al espacio.

Pero, en lo concerniente a los tardígrados, no hay de qué preocuparse. La Luna no se ha vuelto habitable de la noche a la mañana. Y, aunque los osos de agua son extremadamente resistentes, necesitan ciertas condiciones para sobrevivir. De momento seguirán hibernando en la superficie lunar. Pero, quién sabe, quizá en unos años alguna tripulación humana logre encontrarlos y traerlos de vuelta a la Tierra. Será muy interesante saber si podrían haber sobrevivido a todo ese tiempo en la Luna. Si la respuesta resultase ser afirmativa, pocos se sorprenderían…

Referencias: Wired